MI VIDA ENTERA.Ashley Moon.Abro los ojos cuando siento un beso en mi frente. El azul más hermoso me espera y cuando reacciono, me doy cuenta que me quedé medio dormida con mi pequeño encima. Me sobresalto, aunque obviamente no pasa nada, él sigue pegado a mi pecho, dormitando, ajeno a mi preocupación.—Tranquila, preciosa. —Will me dedica la mejor de las sonrisas, cálida y amorosa—. Yo me quedé velando tu sueño.Me guiña un ojo para relajarme y no tengo más que hacer, que suspirar aliviada y más enamorada que nunca. Incluso, emocionada. Trevor cumple un año mañana y si algo puedo decir, es que la maternidad no es sencilla, pero como se disfruta con un padre como Will. Si yo fallo, por cansancio, más que por otra cosa, él está presente para cubrirme.Mis ojos se aguan un poco y él lo nota. Vuelve a acercarse, con actitud más seria ahora, pero más que enamorada de su expresión.Sus dedos cubren mis mejillas y el pulgar roza con suavidad mis labios. Me sacudo con la corriente que me p
SAN VALENTÍN RETRASADO. William O’ Sullivan. El gorgojear de Trevor en su cuna me despierta. Abro un ojo perezoso y lo veo, a través de las barandas de su cunita, con sus manos agarrando sus pies y moviéndose sin cansancio de un lado a otro, jugando consigo mismo. La pelusa rubia que tiene en la cabeza está revuelta y su pequeña boca, se abre y se cierra, como si tuviera una profunda conversación con un amigo imaginario. Sonrío al verlo. Y mi pecho se calienta con el amor más natural y verdadero que un padre puede sentir. Ashley duerme, acurrucada contra mi cuerpo, pegada completamente a mí y desnuda. Su cabeza está en mi pecho y su mano sobre mi abdomen, demasiado cerca de la zona que en las mañanas busca su atención. Y casi todo el tiempo, en realidad. La mía está apoyada en su espalda, sintiendo su tibia y cremosa piel. Y con unas ganas tremendas de seguir bajando y acunar su trasero, apretarlo como quiero y despertarla con un buen mañanero. Pero el deber llama y mi bebé, de m
—¡Ashley, apúrate!El grito de Adelfa me hace dar un brinco. Apuro el movimiento de mis manos para terminar de doblar las dichosas servilletas y colocarlas en su lugar. No le respondo, porque la conozco y sé, que insistirá de igual manera.—¡Ashleeeeyyyy! —grita, otra vez.«Ya decía yo», pienso y ruedo los ojos.Termino con la última servilleta y suspiro aliviada, mientras seco el sudor que corre por mi frente, con el dorso de mi mano. Este pequeño espacio, al que no deberían llamar almacén, es demasiado caluroso. Arreglo todo y salgo, como alma que lleva el diablo, antes de que mi queridísima jefa vuelva a llamarme.—Ashley, ¿dónde estabas chiquilla? —pregunta Adelfa, cuando llego sofocada a su lado. Me mira de forma acusadora y sus manos están apoyadas en su cintura.—¿No me pediste arreglar
«Tres años ya», pienso y resoplo internamente, desanimada conmigo misma y mis prioridades, por ser tan soñadora. Lo hago mientras prácticamente arrastro a Steph hasta la recepción.—¿Por. Qué. Diablos. Hiciste. Eso? —pregunta mi posible ex mejor amiga, haciendo hincapié en cada dichosa palabra que sale de su boca. De más está decir que su rostro está rojo de rabia.—Cálmate, tigresa —digo, rodando los ojos ante su exagerado enfado—. Te evité un mal rato.—Y se supone que... ¿debo agradecerte que me alejaras de un mal rato como ese? —pregunta ella, sin entenderme del todo—. Amiga, con él, pasaría un millón de malos ratos —continúa, volteándose otra vez para ver al exclusivo cliente.—No de él Steph, de Adelfa, que es bastante recia con las relaciones clie
Diez minutos. Solo diez minutos tengo para relajar mi cuerpo y calmar mis nervios. Diez míseros minutos que no alcanzan para nada y se van corriendo.—Aquí está el pedido, Ash —dice Monse, poniendo la taza repleta de café y un platillo, sobre el mostrador.Con manos temblorosas, tomo la taza y la coloco sobre la bandeja.«¿Por qué tiemblo?», me reclamo interiormente.Nunca antes me había sentido así. Mi fascinación por el cliente más hermoso y elegante de la cafetería siempre ha quedado en segundo plano cuando de mi profesionalidad se refiere. Pero también hay que tomar en cuenta que, nunca antes, nunca, me había hablado. Mucho menos, tocado. El punto exacto donde tuvimos contacto, en mi codo, lo siento arder. Un ligero roce de sus dedos, para llamar mi atención, fue suficiente para que mi mente obsesiva no pueda controlarse.&m
POV: William.«Es una oportunista», pienso enfadado.Una desilusión que no sabía podía sentir, me embarga. Tres años, tres malditos años visitando este lugar. Un mes. Un mes desde que decidí dar un paso. Uno que ahora, dudo que sea el correcto.Ashley Moon, la chica que me trae embobado, no puedo determinar desde cuándo, es una oportunista. Me lo acaba de confirmar esa dichosa nota.«¡Se busca un millonario!», recuerdo que decía. Con una letra fina, alargada y adornada con muchos colores, que muestra un carácter insuficiente e infantil.Tal vez, ella no pretendía mostrar esa información, pero yo tuve la desdicha, o la dicha, de encontrarla. Gracias a ella misma pude evitarme muchos dolores de cabeza. Hasta hoy, pensaba que era una chica trabajadora y emprendedora. Por lo poco que conozco sobre ella, sus estudios y responsabili
POV: Ashley.Me obligo a continuar mi camino y no quedarme en medio del salón, parada como estúpida; tengo que aceptar mi patética realidad, de una vez.Sostengo entre mis manos la dichosa libreta, con la nota dejada por el odioso y sexy señor O' Sullivan. Releo su contenido y mis ojos pican otra vez. Muy dentro de mí, sé que estoy exagerando demasiado, él nunca ha dado muestras de interés por mí, por lo que mis motivos para estar así pueden considerarse como infundados; pero no puedo evitar molestia ante lo que tendré que soportar. Asumir que mi mejor amiga tendrá una cita con el hombre que me gusta, sobrepasa mis límites.—Ash... —Steph llega a mi lado, preocupada—. ¿Qué pasó?Su pregunta me hace suspirar. Bajo mis hombros, derrotada, y le entrego la nota.—Esto —digo y le entrego a Steph e
POV: William.Con la llegada de mi familia me relajo e intento olvidar lo que me hizo sentir ese anuncio, ese dichoso papel que me puso en tantos apuros con esa chica que ni conozco. Mi madre, Eleonor, es la primera en llegar, acompañada de Esme, mi hermana pequeña.—Hola madre —saludo, cuando llego a su lado y beso su mejilla—. ¿Y papá?Me extraña que no haya venido con ellas, pero estoy seguro que llegará pronto.—Hola, hijo. Estaba loca por verte —responde y me devuelve un abrazo enorme—. Tu padre viene con los gemelos. Andaban viendo algunos terrenos que tus hermanos quieren comprar, para extender el proyecto de desarrollo local, en conjunto con el Ayuntamiento.Me intereso por este tema y apunto por algún lugar de mi cabeza, que necesito conocer detalles de ese proyecto. Le doy otro beso a mi madre y me vuelvo hacia donde está Esme.—Hola,