POV: William.
“¿Reconoces ese momento en el que todo se detiene y solo necesitas saber si lo que sucede, es real? ¿Que la vida pocas veces te ha sonreído y cuando lo hace, crees que es un espejismo…? Así me he sentido la mayor parte del tiempo, desde que llegaste a mi vida. Mirando sobre mi hombro, temerosa del momento en que el sueño se rompiera y yo volviera a ser la Cenicienta del cuento, pero sin final feliz.
Pera cada día ha sido una nueva batalla, una nueva confirmación de que las cosas buenas también pueden suceder, también pueden pasarnos a nosotros, los que creemos que no tenemos una oportunidad.
Cada día a tu lado ha sido esa bofetada a mis mayores miedos, a mis preocupaciones, porque tú has sabido ordenar mis emociones, luego de descontrolarlas por completo.
Entregarme a ti hoy, comenzar una nueva vida juntos, donde seamos
—¿Estás nervioso? —le pregunto a Will, mientras esperamos que la doctora entre a la consulta. Se voltea a verme y sus ojos azules me demuestran que sí, lo está. Levanto mi mano y le pido con el gesto que se acerque, para acariciarle la mejilla—. Todo está bien, solo descubriremos hoy si será un nene como tú o una pequeña, como yo. Will sonríe y suelta un ruidito extraño. Cubre mi mano con la suya. —Lo sé, amor —asegura—, pero no puedo evitarlo. Acerca su boca a mi frente y deja un beso corto. Yo sonrío, complacida con su gesto. Tomo su mano y entrelazo nuestros dedos, para reconfortarlo. Esperamos así, juntos y en silencio, a que la doctora aparezca. Yo estoy acostada en la camilla, lista para la ecografía, pero la doctora tuvo que salir un momento y aquí nos quedamos, a la espera. Jenny Parker fue la ginecóloga escogida por ambos para atender todo el embarazo y, hasta ahora, todo ha ido bien y estamos conformes con la decisión. La clínica, según Will
REGALO ANTICIPADO. Ashley Moon. Suspiro frustrada cuando ninguno de los resultados de la búsqueda me convence. Hay muchas cosas, todas me gustan y a la vez, no me parecen suficiente. No sé si es la emoción excesiva que siento o que el tiempo corre y yo sigo en las mismas. Trevor duerme en su cuna a pocos metros de mí, mientras yo estoy sentada en la cama con la laptop sobre los muslos, buscando qué regalarle a mi esposo este catorce de febrero antes de que mi pequeño se despierte. Rezando, además, para que William no llegue todavía y tenga que volver a posponerlo todo. El tiempo es oro y yo ando malgastándolo con mi indecisión. Pellizco el puente de mi nariz cuando las imágenes en la pantalla, con excesivo rojo y dorado, comienzan a desesperarme. Quiero hacer algo especial en este San Valentín, es importante para nosotros por varias razones y no quiero pasarlo por alto. Sobre todo porque el año anterior fue una completa locura. Levanto la mirada y veo a mi pequeño a través de la
SORPRESA.Ashley Moon.Me tapo la boca para no soltar la carcajada y despertar a Trevor en el proceso. Necesito que siga durmiendo si pretendo encontrar algo que me convenza al fin. Pero es inevitable recordar ese día y no querer morirme de risa. Ver a Will tan desencajado fue tan extraño e increíble, que seguimos riéndonos de eso a pesar de que ya ha pasado casi un año.Sigo en mi búsqueda viendo cada pequeño detalle sin que nada me convenza en lo absoluto. En definitiva, esto me pasa a mí por dejar estas cosas para último minuto. Y la verdad es que me siento de lo peor, porque mi atención ha estado al completo en la fiesta de cumpleaños de nuestro pequeño, que será mañana, y olvidé que hoy es San Valentín.Con los ánimos por el piso, pero decidida a encontrar algo, continúo buscando en distintas páginas y las pocas cosas que me gustan realmente, no tienen entrega inmediata. Así que ya empiezo a desesperarme, no dejo de ver el reloj y cuento los minutos, porque la hora de su llegada
MI VIDA ENTERA.Ashley Moon.Abro los ojos cuando siento un beso en mi frente. El azul más hermoso me espera y cuando reacciono, me doy cuenta que me quedé medio dormida con mi pequeño encima. Me sobresalto, aunque obviamente no pasa nada, él sigue pegado a mi pecho, dormitando, ajeno a mi preocupación.—Tranquila, preciosa. —Will me dedica la mejor de las sonrisas, cálida y amorosa—. Yo me quedé velando tu sueño.Me guiña un ojo para relajarme y no tengo más que hacer, que suspirar aliviada y más enamorada que nunca. Incluso, emocionada. Trevor cumple un año mañana y si algo puedo decir, es que la maternidad no es sencilla, pero como se disfruta con un padre como Will. Si yo fallo, por cansancio, más que por otra cosa, él está presente para cubrirme.Mis ojos se aguan un poco y él lo nota. Vuelve a acercarse, con actitud más seria ahora, pero más que enamorada de su expresión.Sus dedos cubren mis mejillas y el pulgar roza con suavidad mis labios. Me sacudo con la corriente que me p
SAN VALENTÍN RETRASADO. William O’ Sullivan. El gorgojear de Trevor en su cuna me despierta. Abro un ojo perezoso y lo veo, a través de las barandas de su cunita, con sus manos agarrando sus pies y moviéndose sin cansancio de un lado a otro, jugando consigo mismo. La pelusa rubia que tiene en la cabeza está revuelta y su pequeña boca, se abre y se cierra, como si tuviera una profunda conversación con un amigo imaginario. Sonrío al verlo. Y mi pecho se calienta con el amor más natural y verdadero que un padre puede sentir. Ashley duerme, acurrucada contra mi cuerpo, pegada completamente a mí y desnuda. Su cabeza está en mi pecho y su mano sobre mi abdomen, demasiado cerca de la zona que en las mañanas busca su atención. Y casi todo el tiempo, en realidad. La mía está apoyada en su espalda, sintiendo su tibia y cremosa piel. Y con unas ganas tremendas de seguir bajando y acunar su trasero, apretarlo como quiero y despertarla con un buen mañanero. Pero el deber llama y mi bebé, de m
—¡Ashley, apúrate!El grito de Adelfa me hace dar un brinco. Apuro el movimiento de mis manos para terminar de doblar las dichosas servilletas y colocarlas en su lugar. No le respondo, porque la conozco y sé, que insistirá de igual manera.—¡Ashleeeeyyyy! —grita, otra vez.«Ya decía yo», pienso y ruedo los ojos.Termino con la última servilleta y suspiro aliviada, mientras seco el sudor que corre por mi frente, con el dorso de mi mano. Este pequeño espacio, al que no deberían llamar almacén, es demasiado caluroso. Arreglo todo y salgo, como alma que lleva el diablo, antes de que mi queridísima jefa vuelva a llamarme.—Ashley, ¿dónde estabas chiquilla? —pregunta Adelfa, cuando llego sofocada a su lado. Me mira de forma acusadora y sus manos están apoyadas en su cintura.—¿No me pediste arreglar
«Tres años ya», pienso y resoplo internamente, desanimada conmigo misma y mis prioridades, por ser tan soñadora. Lo hago mientras prácticamente arrastro a Steph hasta la recepción.—¿Por. Qué. Diablos. Hiciste. Eso? —pregunta mi posible ex mejor amiga, haciendo hincapié en cada dichosa palabra que sale de su boca. De más está decir que su rostro está rojo de rabia.—Cálmate, tigresa —digo, rodando los ojos ante su exagerado enfado—. Te evité un mal rato.—Y se supone que... ¿debo agradecerte que me alejaras de un mal rato como ese? —pregunta ella, sin entenderme del todo—. Amiga, con él, pasaría un millón de malos ratos —continúa, volteándose otra vez para ver al exclusivo cliente.—No de él Steph, de Adelfa, que es bastante recia con las relaciones clie
Diez minutos. Solo diez minutos tengo para relajar mi cuerpo y calmar mis nervios. Diez míseros minutos que no alcanzan para nada y se van corriendo.—Aquí está el pedido, Ash —dice Monse, poniendo la taza repleta de café y un platillo, sobre el mostrador.Con manos temblorosas, tomo la taza y la coloco sobre la bandeja.«¿Por qué tiemblo?», me reclamo interiormente.Nunca antes me había sentido así. Mi fascinación por el cliente más hermoso y elegante de la cafetería siempre ha quedado en segundo plano cuando de mi profesionalidad se refiere. Pero también hay que tomar en cuenta que, nunca antes, nunca, me había hablado. Mucho menos, tocado. El punto exacto donde tuvimos contacto, en mi codo, lo siento arder. Un ligero roce de sus dedos, para llamar mi atención, fue suficiente para que mi mente obsesiva no pueda controlarse.&m