Capítulo 13

Loredana despertó desorientada. Se frotó los ojos y miró alrededor. Poco a poco reconoció los muebles de su habitación de hotel. ¿Cómo había llegado allí? Lo último que recordaba era estar en el auto de Paolo y luego se había quedado dormida.

Él debía haberla llevado a su habitación en lugar de despertarla. Debía molestarle que hubiera hecho las cosas a su manera, pero en su lugar se encontró sonriendo. A veces podía no ser un completo idiota.

Pasar el día en su compañía no había estado tan mal como se imaginó. Al menos ninguno se había matado en el intento —nos es que la idea no hubiera pasado por su mente unas cuantas veces— y eso ya era todo un éxito.

Se sentó en la cama y tomó su celular del velador. Paolo también debería haberlo colocado allí.

Eran las seis y cuarto. Había dormido alrededor de unas tres horas y pese a ello todavía se sentía cansada.

Soltó un suspiro al ver algunas llamadas perdidas. Sabía que se trataba de Aurelio incluso antes de ver los detalles. Si no lo hubie
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