Libres

Arianne toma un sorbo del café que ordeno mientras esperaba, fue una noche sin dormir dando vueltas sin dejar de pensar en Malcolm, nunca imagino que el amor se sintiera así, y que fuera tan dependiente del bienestar de alguien.

El señor Ryan no se veía bien, su ropa arrugada, un descuido a su arreglo y un olor a licor mezclado con su olor masculino, no lograba tener paz imaginando que era responsable de su deficiencia. Inmediato se negaba a reconocer esa culpabilidad.

—Estas mal Arianne, el señor Ryan ya no es un niño, además cualquier mujer podria levantar su ánimo. —Bebió otro sorbo de café esta vez un tanto furiosa —es un desgraciado, solo vino a probar que me tenía a sus pies y yo como tonta casi caigo.

Un hombre alto se quedó un momento de pie tras de detrás de ella escuchándola conversar sola

—Pero si eres un tonta Arianne —exclamo con fuerza llamando la atención de un par de meceros y algunos comensales.

El hombre se acercó tomo la silla y se colocó frente a ella.

—Espero no
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