La sonrisa en ella se amplió cuando, con la ayuda del espejo retrovisor, logró ponerse el bellísimo collar. La manera en que resaltaba en su cuello y cómo la hacía lucir elevada en elegancia y presencia. Lo acarició de manera delicada, pero no dudó en tomar la bufanda que enrolló en su cuello, la misma que Darcy le había dado, y se cubrió con el abrigo que apenas colocó en sus hombros.
Era un día frío y le tomó un poco más de tiempo llegar porque algunos tramos de la vía estaban resbalosos, al parecer con cierta presencia de hielo. Abrió la puerta del copiloto y sacó la caja con los chocolates, las dos flores y su bolso. En la parte de atrás sacó la maleta para no hacer doble viaje, ya que ciertamente con el día tan helado solo quería refugiarse en los brazos de su novio y pasar el tiempo con sus niñas.Suspiró de manera pesada y pasó hacia el interior de la casa. Se encontró con mucho silencio, pero no se anunció, buscando solo el interior de la cocina donde enEl pelirrojo arqueó la ceja cuando, al intentar detener a su socio, este por poco le deja ir un derechazo. Darcy solo suspiró de forma pesada, viéndolo de pies a cabeza, pero buscó el interior de la casa, por lo que aquel Wesley, que estaba resistiendo la urgencia de soltar una carcajada al ver lo bien que el plan de telenovela funcionó, lo siguió.Las niñas yacían en la escalera, ambas llorando, y cuando vieron a su agitado padre buscar el segundo piso, no dudaron en salir corriendo de él. Darcy, en ese punto, estaba caóticamente envuelto en mucho y nada de lo que sentía era bueno o incluso coherente. Sin dudarlo, buscó la habitación de sus hijas, pero al ver el collar en su mano, lo metió en el bolsillo de su pantalón.— Niñas, abran —pidió cuando encontró el seguro.— ¡No! —gritó Zoey— ¡Vete, no queremos verte!— Por favor, por favor, abran. Debemos hablar.— La trataste horriblemente y por eso fue —indicó Zarah con la voz cortada—. Nu
Salió corriendo apenas se estacionó en el área de emergencia del hospital en cuestión. No había llamado a nadie en su casa y no sabía bien qué tan grave estaba su novia, pero su agitado corazón le indicaba que donde debía estar era con ella. El caos continuaba llenando su mente y todo lo que hizo, dijo y pensó se volvían dedos que lo señalaban como culpable de lo que había pasado. Pasó de manera inmediata al área de emergencia donde las exigencias del caballero apenas fueron entendidas por el equipo del área. Cuando el enfermero se puso de pie y le pidió que respirara para poder entenderle, él solo se llevó el cabello hacia atrás, soltó un pesado suspiro y de nuevo se acercó a ellos. —Necesito saber sobre Susannah Gray —indicó al caballero—. Estuvo en un accidente de automóvil, acabo de pasar por el área hace como unos veinte minutos, y me indicaron que venía a este hospital. —Permítame. El enfermero empezó a revisar. Si bien no tenían registr
Los grandes ojos de la pelirroja no se hicieron esperar cuando vio al caballero salir de su armario donde se había cambiado. Había ido a ducharse, pues tenía dolores en todo el cuerpo; claramente, el golpe que Darcy le dio se manifestó en moretones y rasguños en su rostro. Sin embargo, solo suspiró, frunciendo el ceño, cuando se sentó en el borde de la cama.Portia no podía creer lo que veía. Por supuesto, cuando hizo la sugerencia a Wesley, no imaginó que lo tomaría tan literal. Para ella, una cosa era separar a Darcy de la empleada y otra muy distinta era atentar contra su vida. Aunque no podía negar que sentía alivio ante la idea de no tener que hacer mucho para que eso se cumpliera.—Estoy seguro de que tengo unas costillas rotas —indicó el pelirrojo al ponerse de pie para responder mejor.—Hay que llevarte al hospital.—No, si lo hago, me asociarán con el accidente. ¡Me escapé! —indicó serio y firme—. Retrocedí la camioneta y me fui —Wesley,
Las dos pequeñas apretaron la mano de su papi mientras esperaban en el pasillo del hospital para poder ingresar a la habitación donde Sunny había sido trasladada. Esta había sido decorada con hermosas flores dispuestas en grandes jarrones por Benito, Darcy y Raymond cuando las pequeñas llegaron con ellas. Sentían el corazón agitado y Zoey se limpiaba las lágrimas cada vez que le bañaban el delicado rostro rojizo; tenían miedo. Ese día, sin poder describirlo, revivieron el miedo que habían sentido hace dos años cuando su padre les dio la noticia. Especialmente Zoey ha pasado orando, con el celular en su mano, esperando que papi les diera más información sobre Sunny. Ninguna de ellas quería perderla, no querían que se fuera de casa y, en todo caso, querían que volviera como su madre, su aliada, su amiga, y esa mujer que las acompañaría para continuar creciendo, que las guiaría y les enseñaría con ese amor y paciencia que ha usado desde siempre. Darcy miró cómo Zara
Parpadeó rápidamente ante la luz que le pusieron en el rostro, la cual siguió de un lado a otro y de arriba abajo mientras el médico la movía. Las manos del médico fueron seguras al revisar su rostro y su cuello, pidiéndole movimientos claros al menos en las zonas de su cuerpo que podía mover. Suspiró pesadamente al ver el área donde estaba.Las flores la sorprendieron; colores hermosos y una belleza clara perfumaban todo el lugar. Dos osos a cada lado y mantas que reconocía cubrían su cuerpo. En la sala estaban su padre, las dos pequeñas rubias y Charlie, quien le sonrió débilmente.Reaccionar se sintió como despertar de una siesta larga e incómoda que le dejó el cuerpo adolorido, lo cual, después de todo, era comprensible. Aunque fue capaz de ver el daño que causó ese extraño accidente, el médico le señaló las zonas de fracturas en su cuerpo, además de los lugares donde se dieron los golpes más importantes. Estuvo segura de que lo vio dudar al revisar algo en el
El mayordomo dio un par de pasos hacia atrás cuando la alta figura de la visita llegó de manera sorpresiva y ciertamente inesperada. En esas grandes zancadas que había dado en ese caótico día que parecía no acabar nunca, exploró el interior de la mansión que apenas había visitado unas cuantas veces, pero hoy encontró ciertamente diferente, como vacía y un poco descuidada.Cuando vio que el empleado venía tras él, no dudó en dirigirse hacia donde escuchaba las risas femeninas. En el salón, al calor de la chimenea, el grupo se sorprendió al ver a Darcy Upton, con la mandíbula apretada y una mirada oscura.—Llama a la policía —señaló Gertrudis Heathcliff a su hijo mayor, pero este no se movió cuando Darcy clavó su mirada en él.—Si la policía viene, es por tu hija.—Darcy, querido —Gertrudis cambió de inmediato de tono, sonriéndole con debilidad—, qué sorpresa verte por aquí. Podrías haberte anunciado para que tuviéramos tiempo.—¿Dónde está?—¿Dónde está quién? —preguntó con seriedad el
Se puso de pie un poco alterado cuando miró que continuaba aguardando y nadie llegaba a darle información. Ya habían pasado media hora desde que fue llevado a esa oficina en la estación de policía, y no es que estuviera nervioso por ser acusado, sino porque la noche al fin había llegado y necesitaba, en ese punto donde ya no hay más que desesperación, ir con su novia, verla, besarla, dejarle claro que siente mucho todo lo que ha pasado. Charlie le había señalado que las niñas almorzaron y volvieron al hospital donde ya estaba el hermano y la abuela de Sunny. La joven durmió bastante, pero cuando despertó se alimentó un poco, continuando con las pruebas que el médico hizo, pero el corazón de Darcy se hizo pequeñito cuando Charlie le señaló que cada vez que ella estaba por quedarse dormida lo llamaba. No sabe si sus acciones vienen de la culpa, de la idea de hacer su propia justicia, de no permitir que se salieran con la suya después del daño que Wesley y Portia co
Aunque lo intentó, ninguna de las menores se quiso mover o, peor aún, retirarse. Cuando miró que ya pasaban de las ocho de la noche, suspiró. El doctor había venido y las enfermeras lograron controlar la presión que se había agitado en Sunny ante el despertar de sus emociones. Se esperaba, sin duda, que fuera un poco complicado para ella ubicarse en tiempo y espacio, pero debía vivir el momento en el hospital para poder controlar lo que pudiera alterarse. Ya para ese momento, las visitas fueron controladas por orientaciones médicas y, si bien Lorenzo también quiso protestar y quedarse con su padre, Raymond se mantuvo firme, indicando que debía volver a casa con su abuela y por la mañana regresar y llevarle ropa. Cuando la puerta se abrió, todos vieron a los Gray salir; Raymond apretó los labios al ver a Darcy y luego a las niñas. — Creo que pueden pasar. Iré a dejar a mi madre e hijo a la estación. — No, no, Charlie los llevará —indicó Darcy con rapidez