Parpadeó rápidamente ante la luz que le pusieron en el rostro, la cual siguió de un lado a otro y de arriba abajo mientras el médico la movía. Las manos del médico fueron seguras al revisar su rostro y su cuello, pidiéndole movimientos claros al menos en las zonas de su cuerpo que podía mover. Suspiró pesadamente al ver el área donde estaba.
Las flores la sorprendieron; colores hermosos y una belleza clara perfumaban todo el lugar. Dos osos a cada lado y mantas que reconocía cubrían su cuerpo. En la sala estaban su padre, las dos pequeñas rubias y Charlie, quien le sonrió débilmente.Reaccionar se sintió como despertar de una siesta larga e incómoda que le dejó el cuerpo adolorido, lo cual, después de todo, era comprensible. Aunque fue capaz de ver el daño que causó ese extraño accidente, el médico le señaló las zonas de fracturas en su cuerpo, además de los lugares donde se dieron los golpes más importantes. Estuvo segura de que lo vio dudar al revisar algo en elEl mayordomo dio un par de pasos hacia atrás cuando la alta figura de la visita llegó de manera sorpresiva y ciertamente inesperada. En esas grandes zancadas que había dado en ese caótico día que parecía no acabar nunca, exploró el interior de la mansión que apenas había visitado unas cuantas veces, pero hoy encontró ciertamente diferente, como vacía y un poco descuidada.Cuando vio que el empleado venía tras él, no dudó en dirigirse hacia donde escuchaba las risas femeninas. En el salón, al calor de la chimenea, el grupo se sorprendió al ver a Darcy Upton, con la mandíbula apretada y una mirada oscura.—Llama a la policía —señaló Gertrudis Heathcliff a su hijo mayor, pero este no se movió cuando Darcy clavó su mirada en él.—Si la policía viene, es por tu hija.—Darcy, querido —Gertrudis cambió de inmediato de tono, sonriéndole con debilidad—, qué sorpresa verte por aquí. Podrías haberte anunciado para que tuviéramos tiempo.—¿Dónde está?—¿Dónde está quién? —preguntó con seriedad el
Se puso de pie un poco alterado cuando miró que continuaba aguardando y nadie llegaba a darle información. Ya habían pasado media hora desde que fue llevado a esa oficina en la estación de policía, y no es que estuviera nervioso por ser acusado, sino porque la noche al fin había llegado y necesitaba, en ese punto donde ya no hay más que desesperación, ir con su novia, verla, besarla, dejarle claro que siente mucho todo lo que ha pasado. Charlie le había señalado que las niñas almorzaron y volvieron al hospital donde ya estaba el hermano y la abuela de Sunny. La joven durmió bastante, pero cuando despertó se alimentó un poco, continuando con las pruebas que el médico hizo, pero el corazón de Darcy se hizo pequeñito cuando Charlie le señaló que cada vez que ella estaba por quedarse dormida lo llamaba. No sabe si sus acciones vienen de la culpa, de la idea de hacer su propia justicia, de no permitir que se salieran con la suya después del daño que Wesley y Portia co
Aunque lo intentó, ninguna de las menores se quiso mover o, peor aún, retirarse. Cuando miró que ya pasaban de las ocho de la noche, suspiró. El doctor había venido y las enfermeras lograron controlar la presión que se había agitado en Sunny ante el despertar de sus emociones. Se esperaba, sin duda, que fuera un poco complicado para ella ubicarse en tiempo y espacio, pero debía vivir el momento en el hospital para poder controlar lo que pudiera alterarse. Ya para ese momento, las visitas fueron controladas por orientaciones médicas y, si bien Lorenzo también quiso protestar y quedarse con su padre, Raymond se mantuvo firme, indicando que debía volver a casa con su abuela y por la mañana regresar y llevarle ropa. Cuando la puerta se abrió, todos vieron a los Gray salir; Raymond apretó los labios al ver a Darcy y luego a las niñas. — Creo que pueden pasar. Iré a dejar a mi madre e hijo a la estación. — No, no, Charlie los llevará —indicó Darcy con rapidez
La sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio cómo las dos pequeñas se ayudaban para cargar un enorme bolso que habían armado para llevar y pasar todo el día, si era posible, con Sunny en el hospital. Se sentía nervioso, en ese punto sintió que la panza se le cerraba y su agitado corazón latía a un ritmo anormal, temiendo lo que pudiera encontrar cuando se viera realmente en sus ojos. Sabía que no quería perderla, no quería ni siquiera pensar en la posibilidad de que eso sucediera. No quería imaginar que habría una oportunidad de que él y sus hijas volvieran a casa sin Sunny. La quería en su vida, no solo como la niñera de las gemelas, sino como la mujer que estaría a su lado, su apoyo, su guía, su luz. —Listas, papi —indicó Zarah, cargando un nuevo oso que llevaría consigo. —Está bien, mi amor, vamos entonces. Tras enterarse mejor de lo sucedido y de que Sunny había terminado en el hospital, los empleados se organizaron para ir todos a visitar
Los empleados observaron con curiosidad cómo el cuerpo policial sacó documentos, computadoras e incluso adornos de la oficina de Wesley Hale. Con los brazos cruzados, él vigilaba el momento. Tenía la mandíbula apretada y parecía incapaz de ocultar cuánto lo afectaba ese momento.Todos sabían cuánto Darcy confiaba en su socio, la forma en que le permitía estar presente en su oficina, casi como un jefe y un aliado. Le confió la empresa en su peor momento, e incluso Wesley estuvo ahí cuando el mundo de Darcy se vino abajo. Lo trataron con respeto y cariño, sus hijas lo llamaban tío. Por eso, Darcy parecía no superar lo que le había sucedido al hombre al que consideraba su socio y hasta un amigo.Cuando Darcy suspiró, Charlie se acercó a él.—Se llevarán todo lo necesario para encontrar pruebas de las transacciones y alianzas que hizo —indicó Charlie, mientras Darcy escuchaba y asentía—. Wesley ha despertado —lo miró unos segundos—. Sigue diciendo que la culpa
Estaban todos pendientes del movimiento del médico, quien revisó nuevamente a Sunny. De manera táctil, verificó algún tipo de inflamación que no se haya tomado en cuenta. La joven estaba bien despierta, y eso era bueno. Se había alimentado bien, estaba consciente de su entorno y de las personas que estaban con ella, pero también de lo que había vivido. Esto permitió que el capitán de la policía tuviera un espacio, un poco mayor de una hora, con ella para tomar sus declaraciones. Fue un shock, no solo para Sunny, sino también para su padre, darse cuenta de que el accidente no fue en realidad algo como tal, sino una decisión premeditada de un hombre que, aunque apenas la conocía, no tuvo reparo en causarle daño. Aunque era claro que todo fue dirigido hacia ese Darcy que en ningún momento la había dejado. El sábado había llegado y se esperaba que para el lunes o martes le dieran de alta si continuaba con el mismo comportamiento que, para el médico, era correcto. Cua
La sonrisa en ella se amplió cuando su hermano se acercó con un nuevo video que había encontrado en internet. Se lo pasó mostrando cómo fue recibida la colección de Upton Perfumería, y todos parecían coincidir en una sola cosa: era especial, ciertamente muy especial. Los influencers que el equipo buscó no solo parecían genuinamente emocionados de pertenecer al grupo limitado, sino también de haber recibido un hermoso paquete con esa colección. Estaba sola con su hermano y su abuela. Su padre tenía que hacer unas gestiones bancarias ese lunes, y las niñas aún no habían llegado, aunque ya casi eran las diez de la mañana. Tenía nuevas flores, globos y su camilla estaba acompañada de peluches porque Zarah había ido trayendo parte de su colección para que su niñera se sintiera acompañada por esos osos valientes y sanadores. Aunque podía imaginar que Darcy estaba ocupado, y mucho, no podía negar que se sentía un tanto solitaria en ese momento y le hacía falta despertar
Se aferró al cuello de Darcy, quien la tomó en sus brazos y la bajó con delicadeza en la mansión de los Upton. Todo el personal, la familia de Sunny y, por supuesto, las gemelas se encontraban pendientes de ella, tratando de que su traslado fuera lo más delicado y seguro posible, ya que finalmente había logrado salir del hospital. El reposo había sido recomendado, con muchos cuidados y, ciertamente, pocos movimientos bruscos, no solo para sanar sus huesos quebrados, sino también para mantener seguro el fruto en su vientre que aún se sostenía, pese a todo lo vivido, de manera milagrosa. Fue colocada en una silla de ruedas especial y solo sonrió al notar que avanzaba hacia una habitación que parecía haber sido acondicionada para ella en el primer piso. Auxiliado por Raymond, Darcy dejó a Sunny en la cómoda cama comprada especialmente para ella, con funciones similares a las de una camilla de hospital. Él, sin duda, había pensado en todo, porque no solo la quería de