Con una última mirada a mi cuerpo, comenzó a levantarse de la cama y se dirigió hacia el armario. Lo abrió y se puso la primer cosa que encontró antes de dirigirse a la salida. Yo estaba confusa hasta que recordé lo que había dicho sobre cerrar los ojos. -Lo... ¡Lo siento! - Grité tratando de levantarme de la cama y fallando miserablemente. ¿Qué había pasado con mis piernas? ¿Por qué no dejaban de temblar? Él se detuvo dándome la espalda. -Te dije las reglas, Lizzie. Todo o nada, ¿Recuerdas? -Lo hago, lo siento. Quizá sonaba un poco necesitada pero ¿Qué más daba? Por alguna razón el hecho de que se fuera después de hacerme sentir así... me sabía mal. No se sentía correcto. Había dicho que tendría un enorme dolor de bolas si no completábamos el acto... pero también habló sobre poder hacerlo con cualquier persona. ¿Y si salía de aquí y encontraba a alguien más? Algo dentro de mi pecho dolió con ese pensamiento, así que lo arrojé al fondo de mi mente mientras miraba su es
-Respira, Lizzie. Respira conmigo... eso es. Dale un minuto a tu cuerpo para acostumbrarse a la invasión. Su voz sobre mi piel me causaba algunos escalofríos que efectivamente alejaban mi mente del dolor. Sus dedos comenzaron a tejer magia sobre mi cuerpo, así que después de algunos minutos yo estaba gimiendo de nuevo y estaba vez de placer. Me dió un casto beso en los labios antes de susurrar un "buena chica". Se deslizó suavemente casi fuera de mi cuerpo antes de volver a entrar con la misma lentitud. Esta vez no se sintió doloroso, solo incómodo, pero unido al resto de sensaciones en mi cuerpo no me importó y me relajé mirando sus ojos llenos de preocupación. Repetimos el proceso por algunos minutos hasta que incluso la incomodidad desapareció y volvió a crecer en mí el placer caliente que me tuvo gimiendo su nombre. Sin embargo, él no modificó su ritmo, por lo que comencé a volverme loca. -Más. Su mirada se suavisó y me sonrió de medio lado. -¿Más qué? -Más. -
Lentas caricias sobre mi brazo me despertaron. -Lizzie... necesitas comida. Yo tomé una de las jugadas de su libro: Le gruñí. Fue un poco torpe e incluso se escuchó más como un carraspeo. -¿Que juegue con el b**e? ¿A qué te refieres? Abrí los ojos y me encontré a Edson con la cabeza recostada en su mano. Parecía confundido, pero en sus ojos pude ver una chispa de picardía. -Yo no dije nada sobre un b**e. - Dije con un bostezo. -Lo hiciste. En lenguaje gruñido me dijiste que buscara uno para jugar. -¿Lenguaje gruñido? ¿Eso existe? - Pregunté intrigada. - ¿Me estás diciendo que cada que gruñes no es solo porque estás molesto, cansado o fastidiado? M****a, quiero aprender. Él se echó a reír. -Te estoy tomando el pelo, Lizzie. Solo quería que despertaras para que comas un poco. He estado escuchando algunos gruñidos de tu estómago que son fácilmente interpretables aún sin que exista el idioma. Suspiré. Quizá en otras circunstancias habría tomado mi almohada para quitarle esa s
-¿Cuándo exactamente te dió tiempo de preparar el agua? - Pregunté divertida. - Como bien comprobamos ayer durante mi crisis emocional, el agua no se queda caliente por más de treinta o cuarenta minutos. - La llené antes de despertarte. Nunca tardas más de quince minutos en comer, así que por eso aun está caliente. - Dijo con orgullo. -Que cronometres mi ritmo de comida es escalofriante. - Dije medio en broma. -Me gustas.- Dijo encogiéndose de hombros y luego me depositó lentamente en el agua. Le sonreí un poco. A mí me gustaba un poco demasiado este hombre. Mitad lobo o no, si me veía en un futuro teniendo una relación más formal con él. No se escapó después de una noche, eso era una señal, ¿No? Me concentré en el agua caliente y gemí encantada. El hombre lobo tenía razón y mis músculos se lo agradecían. Al igual que el día anterior, Edson entró conmigo y solo me sostuvo en sus brazos. Era bastante relajante. -Yo tenía una bañera en casa. - Susurró sobre mi pelo mie
Abrí la puerta y miré a Sara que tenía los ojos cerrados sentada en la cama. -¿A quién mataste? - Dije agitada después de ponerme una bata a toda prisa. -Whoa, ¿Qué te hace pensar que he matado...? - Le arqueé una ceja y ella se echó a reír. - Ah, la pequeña Lizzie me conoce taaaan bien. Aunque, ya no estoy tan segura de que seas pequeña. Ella miró detrás de mí y luego me dió pulgares arriba. Yo traté de no sonrojarme mucho. -Debo de darle la razón a Jo, pareces alguien con un gusto mal sano por la violencia. - Dijo Edson interviniendo felizmente. - ¿Qué hay con lo del banco? - Cuando hablé sobre un cadáver no me refería a tener uno ahora mismo con el cuál lidiar. -Dijo divertida. - Lo estuve pensando, el tipo que encerré en el armario de la cocina tiene mucho dinero y se necesitan recursos para ayudar a tu manada. ¿Qué tal si lo golpeo un poco y hago que te ceda este lugar? Aunque te buscaran a ti y al resto de las chicas, no habría poblema y podríamos evacuar con la adec
Edson.La luna llena con Lizzie había sido jodidamente mágica.No me echó de su cama como si fuera un jodido pervertido, así que era una victoria. Solía ocultar mi naturaleza dominante bajo una buena capa de "lobo ejemplar". Con ninguna de mis parejas sexuales me había soltado tanto como lo había hecho con Lizzie.De hecho solo estaba probando sus límites cuando le hablé duramente, pero su bonito rubor y el hecho de que no me haya rechazado aún cuando lo que hicimos quizá era demasiado fuerte para ser su primera vez... me hizo sentir humilde.Quizá fuera porque Lizzie era demasiado asombrosa como para que alguien hubiera desaprovechado la oportunidad de estar con ella que pensé en que no había posibilidad de que fuera virgen.Me gustó demasiado que lo fuera.Ser su primero y que me regalara todos sus dulces sonidos... Suspiré mientras preparaba una nueva ronda de palomitas en la cocina.No dejaba de sorprenderme. Más temprano, después de que Cedric me diera un breve reporte de lo
Lizzie. El ambiente, a pesar de todo lo que había pasado era bueno. Quizá porque Sara les había mostrado los videos de las cámaras del vecindario en el proyector gigante. Más temprano, mientras Edson se ofrecía a preparar palomitas, el cachorro se había acercado a mí. Me tensé debido a que mi cuerpo aun recordaba el dolor de sus caninos. Miré hacia arriba y vi a la madre de Edson mirándome sin expresión; más concretamente buscaba algo en mi cuello. Supongo que no encontró nada porque apartó la mirada. De acuerdo, eso fue extraño. El cachorro se detuvo y finalmente se transformó. -¿Cómo está tu brazo? Parpadeé y la tensión fue saliendo poco a poco de mis hombros. -Estoy bien. - Dije con cautela. Él asintió. -Pensé que te llevarías a mi hermano. -Lo imaginé cuando gritaste que no lo arrestara. -Mamá dice que tengo que ofrecerte una disculpa, pero no sé a qué se refiere. Te puedo dar un colmillo, es lo que normalmente me pedían cuando no obedecía. Yo fru
En algún punto de la noche unos fuertes brazos me sostuvieron. Desperté ligeramente. -Duerme, Lizzie. Sonreí ante la voz cansada de Edson. -¿Circunstancial el que te metas en mi cama? -Mucho. Me reí un poco y me acurruqué antes de volver a dormir. Por la mañana desperté y no estaba sola en mi cama. No era Edson quien estaba aquí, sino que tenía un cachorro mirándome fijamente. Miré discretamente hacia abajo para comprobar que no estuviera desnuda. No recordaba quitarme la ropa antes de colapsar, pero no estaba de más el asegurarme de que no estaba pervirtiendo a un menor... aunque técnicamente él era quien estaba en mi habitación y no al revés. -Uh... buenos días. - Dije por fin ante el silencio. - ¿Sabe tu madre que estás aquí? No respondió, no se movió ni tampoco parpadeó. Y eso no fue escalofriante. Justo cuando estaba por levantarme, Edson abrió la puerta del baño usando solo una toalla y su una enorme sonrisa. El cabello brillante y las gotas que se perdían