Cuando tuve un par de prendas en mis manos, giré la cabeza lista para mandar a la mierda al tipo si seguía mirándome.Por suerte para él, había tomado la sabia decisión de mirar hacia la pared y darme la espalda.Más le valía al hombre perro pervertido haber cerrado los ojos también.-Ya estoy presentable. - Dije poniéndome los zapatos. -¿A dónde quieres llevarme?-Será una sorpresa. - Dijo meneando las cejas.El asunto de mi desnudez quedó atrás muy rápido al salir por la puerta. Comenzamos a caminar en medio de la noche; me guiaba con algunos toques suaves en el codo, pero en general no hablamos.-¿Y la limo? - Pregunté curiosa.-Solo la renté por veinticuatro horas. De haber sabido que te gustaba tanto, la habría contratado por más tiempo. Yo resoplé, pero no le dije nada más al respecto.Solo tenía curiosidad.-¿Tienes auto? -Tenía uno hasta hace... caray, quizá un año o algo así. Rose lo dejó inservible, así que he estado sin vehículo desde entonces.-Volvemos a hablar de Rose.
Debía admitir que para ser un chico que "No sabía por dónde empezar", había comenzado con un relato bastante entretenido. Después de algunas rebanadas de pizza, Rose se había convertido en algo así como mi heroína. -Déjame ver si entendí. - Dije cuando hizo una pausa para devorar lo que le había dejado de pizza. - El tal Bastian compró a una humana en una de estas subastas de las que me hablaste. Él asintió con la boca llena. - Y cuando la conociste fue la primera vez que oíste hablar del asunto de los raptos. -Los lobos procuramos no entrar en los territorios humanos más de lo estrictamente necesario. Si hay un secuestro de humanos masivo, es poco probable que nos enteremos. - Dijo encogiéndose de hombros. - Vemos sus películas, más no vemos las noticias en general. -Pero... dices que también han estado raptando lobos. - Dije frunciendo el ceño. - ¿Cómo es que no sepan sobre eso tampoco?-Piensa en nuestro mundo como... uh... varios pequeños países. Por cuestiones políticas, no
Esperamos ahí al rededor de veinte minutos a que la lluvia parara sin éxito. Para ese punto estaba a segundos de mandar todo al carajo y simplemente caminar bajo la lluvia.Quizás me resfriaría, pero valdría malditamente la pena. Estaba agotada física y mentalmente gracias a la montaña rusa de emociones de los últimos horribles días.-No parece que vaya a dejar de llover, Jo.-No. - Dije con un gran bostezo.-Escucha, ¿Por qué no te quedas esta noche? Tenemos cuartos disponibles.Yo asentí. Ni siquiera tenía fuerza para discutir.Regresamos al cuarto escalofriante.-De todos modos, ¿De quién es este lugar?- Era de los lobos malos, ahora es nuestro. - Dijo sin emoción en la voz. - Por eso está un poco desordenado, solo hemos estado aquí un día.-¿Planeas quedarte aquí o regresarás a tu territorio? Él me miró.-Esa es una pregunta que no quiero responder ahora mismo.De acuerdo.Seguimos en silencio hasta bajar al segundo piso de nuevo.Una por una él abrió las puertas y no encontró
Edson. Necesitaba hablar con Lizzie y algunas explicaciones de las lobas que se encontraban delante de mí. Quizá no en ese orden. -¿Dónde... se están quedando? - Dije aun jadeante en el piso. La humana no se contuvo al patear las joyas de la corona. Una de ellas señaló una habitación y yo les pedí que fueran hacia allá y me esperaran. Algunas se veían más felices que otras con mi petición. Con su interrupción ante mis avances con Lizzie, estaba seguro de que en este momento ella no querría saber nada de mí. No la culparía. Si de pronto un montón de hombres desnudos entraran cuando nos encontrábamos en un punto interesante, yo también habría hecho algo al respecto. No me desquitaría con ella, nunca con ella... pero quizá habrían algunas gargantas degolladas en el suelo. Ella había sido mucho más diplomática al solo echarnos de la habitación. En cuanto desapareció el dolor me levanté como un potrillo recién nacido y me dirigí hacia la habitación de las lobas apoyán
Edson. -Bien chicas. Estoy seguro de que podrían darme muchos más detalles, pero creo que ya he entendido lo suficiente. Ahora les hablaré de lo que es una verdadera manada y lo que se supone que es un Alfa. Les hablé de mi niñez en Skyblue. De la libertad de cada lobo para transformarse cuando quisiera y no cuando se lo ordenaran. Les hablé del Alfa Noa, de su excelente trabajo y de los lobos que protegían nuestro hogar. -Contribuimos haciendo lo que nos gusta hacer. - Dije en tono cansado. Estaba seguro de que había amanecido hacía un par de horas. - Soy consciente de que no han tenido la libertad de descubrir qué les gusta, así que por el momento no les pediré que me ayuden en la manada. Nos dedicaremos a ello cuando decidamos en dónde vamos a establecernos; también quiero que tomen en cuenta que no voy a ser su Alfa eternamente... no, escúchenme. Las lobas se habían tensado y por el vínculo me llegó su miedo. -Es una larga historia, pero en resumen ésta no es mi manada sino la
Lizzie. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me quedé dormida, pero algún instinto me dijo que debía abrir los ojos inmediatamente. ¿La razón? No me encontraba sola en la habitación. Obligué mis ojos a abrirse; estaba lista para entrar en acción, pero me detuve al ver que habían cerca de diez mujeres mirándome inseguras. Al menos, éstas mujeres no estaban en pelotas ofreciendo "servirme". Me incorporé un poco. -¿Qué sucede? - Susurré con voz ronca. Ellas se movían nerviosamente y eso me puso alerta. Me quité el sueño restante de los ojos. -¿Necesitan ayuda? -Si... pero no es el motivo por el que vinimos a verla. - Dijo una de ellas. Eso me confundió. Miré a la chica con curiosidad mientras inhalaba aire ruidosamente. Quizá un gesto para armarse de valor. -Nosotras... escuchamos algo de lo que pasó. Me tomó al menos medio minuto saber de qué estaba hablando y fruncí el ceño. -¿Edson también quiso... hacer algo así con cualquiera de ustedes? ¿Las ha obligado a algo?
-¿Podría trabajar en mi escritorio lo que resta de la semana, señor? Lo primero que hice al cambiarme e ir a la estación fue abrir la puerta de la oficina del tío Jeff. Levantó su vista de los múltiples papeles que tenía en su escritorio para mirarme sorprendido. No era para menos, con el premio de la placa dorada sobre la mesa, todos los oficiales de la oficina estaban ocupados en sus propias investigaciones personales para buscar un ascenso. La gran pila de papeles frente a él debían de ser múltiples solicitudes para utilizar recursos. -Seguro. Tenemos suficiente personal en las calles y solo un par de voluntarios aquí. - Dijo con un suspiro cansado. - ¿Te encuentras mejor? -No, pero no podía quedarme quieta en mi habitación. Prefiero hacer algo de papeleo pendiente y revisar algunos expedientes. Me miró con sospecha. Levanté una mano inocentemente. -Prometo que no es una investigación personal. - Dije dándole a entender que no revisaría el expediente de mi familia.
-Jugoso. - Murmuró Bites cuando le entregué la hoja y mis anotaciones sobre la competencia de cada policía implicado en cada caso. Incluso me tomé la molestia de escribirle los sectores en los que se investigaban. -¿Cómo conociste a este tipo? - Preguntó Sara dándole un vistazo a la tienda de empeño. -Casualidad. -Bien poli. Estoy seguro de que me arrepentiré de decirte esto, pero tu cuenta ha sido saldada. - Dijo guardando la hoja. Casi podía ver las ruedas de su mente girar. -Toma mi consejo y no hagas nada estúpido con eso. En vez de revender la información, solo cuida tus negocios y deja que mis compañeros investiguen los de los demás. Él me sonrió calculadoramente. -Por supuesto. -Dame otro teléfono. - Dije aprovechando su felicidad y él solo sacó uno del mostrador. -¿Cuánto te debo? -Cortesía de la casa. Un placer hacer negocios, estamos en contacto y todo eso. Sara resopló y ambas salimos de ahí. -Siete imitaciones en el mostrador, electrodomésticos de d