¡Esto tiene que ser una jodi** mier**!

Olivia

Son las tres de la tarde, me dormí solo en ropa interior y con el envase de sopa al lado, ni me fijé cuando me dormí, estaba tan cansada.

Me levanté de la cama, me estiré con mucha pereza y llevé lo que tenía en la mano a la basura.

Entré en la ducha, me despojé de la ropa interior y me metí bajo la lluvia artificial. Una ducha con agua fría no arreglaría mis problemas, pero al menos me relajaría.

Me duché, lavé mi cabello con los productos que compré y al salir me envolví en un albornoz y cubrí mi cabello con una toalla para que escurriera el agua.

Sinceramente, no sé qué hacer en estos momentos. Tengo que hacer entender a mi cabeza que estoy escapando y no de vacaciones.

Me senté en la cama y tomé el celular que tenía cargando y comencé a revisar todas las noticias del día para ver si habían puesto algo sobre mi desaparición, pero dudo mucho que coloquen algo si no quieren que mi futuro esposo note mi ausencia.

Aunque se suponía que nos veríamos hace unos dos días por primera vez, papá debió llamarlo para posponer la visita.

Y no me importa lo que haya hecho, ya estoy aquí y no volveré por mi propia voluntad.

Me recosté del espaldar de la cama y me metí en mis redes sociales de manera incógnita para que no se viera que estaba en línea. Cuando ingresé a I*******m con curiosidad, fui al buscador y coloqué Enzo para ver cuántos resultados me salían. Como imaginé, me salieron miles.

Me mordí el labio y busqué la manera de que me salieran los Enzos de Italia. Lo supuse por su buen dominio del idioma, y creo que puede ser italiano. Yo hablo varios idiomas, pero el italiano no me sale tan fluido.

Al cabo de unos minutos, me di por vencida y enojada por mi imprudencia, dejé el teléfono de lado para levantarme y vestirme con ropa interior fresca, porque aunque el aire acondicionado se encontraba encendido, igual tenía calor.

Me detuve frente al espejo del baño luego de haberme puesto un conjunto de lencería de encaje color azul cielo y comencé a peinar y secar mi cabello con el secador que estaba en uno de los estantes. Me agradaba lo bien preparado de estas habitaciones, posiblemente me quedé varios días aquí antes de seguir el camino, y ya a este punto no tengo ni la remota idea de dónde estoy, yo solo sigo el mapa del celular cuando manejo, ya que la camioneta no tiene ningún sistema GPS instalado aún, mi padre estaba esperando al mecánico de confianza para que le recomendara a alguien para colocar el sistema completo. Pero yo me la traje hasta acá y ahora no será posible esa instalación.

Me agrada lo que estoy haciendo, por muy loco que parezca.

Creo que merezco un poco de libertad.

Pasaron las horas y estaba tan aburrida, no había nada bueno que ver en la TV, ni nada más que hacer encerrada.

Y me daba un poco de miedo salir por ahí sola. Aunque entrando al motel, me fijé en que en la esquina había una especie de bar. Debería ir a tomarme una cerveza aunque sea y esperar no encontrarme con un guapo italiano con frases que den escalofríos y espasmos en lugares que no debería sentir.

No me malinterpreten, no soy una jodida santa, claro que no. He sabido hacer las cosas, pero tener el apellido Manchester siempre me limitaba a explorar más.

No puedo quejarme, ahora soy la víctima, pero antes era el victimario y mi padre pagaba las consecuencias. Siempre fui un dolor de cabeza para él, puedo entender por qué se quiere deshacer de mí.

Pero no podía hacer nada más, mi madre había muerto y a los años llegó Amanda, pero las cosas no fueron como papá creía, yo seguía siendo un dolor en sus testículos.

Me escapaba, le huía muchas veces a mis guardaespaldas y sobre todo hice muchas, pero muchas cosas ilegales.

Él nunca supo en específico qué era lo que hacía, y yo tampoco le iba a decir.

Hasta que un día, en una reunión de esas secretas que tenía con algunos mafiosos, uno de ellos me reconoció y me saludó con confianza.

Yo no hacía cosas tan malas, solo iba a ciertos lugares con ciertas personas que cuando nos veíamos en un ambiente normal fingíamos no conocernos para pasar desapercibidos.

Nunca me drogué con nada más que no fuera hierva, ni cometí un delito, bueno, al menos no que me descubrieran, pero sí me la pasaba en esos lugares viendo cosas que no debía ver.

Del resto siempre fui buena hija, estudiosa y buena hermana, al final intenté ser lo que él quería que fuera, una mujer de bien, pero eso lo dañó cuando me informó sobre mi casamiento.

Ese día nuestra relación se fracturó y dejé de verlo con respeto. Eso se gana y él lo hizo, pero en menos de diez minutos eso murió, todo su esfuerzo se vio dañado por sus decisiones tan ridículas.

A veces odio haber nacido mujer en esa familia.

Lo que sí sé es que si algún día llego a tener hijos, los voy a criar como hombres y mujeres de bien, y dejaré que ellos mismos tomen sus propias decisiones.

Sin pensarlo, terminé llorando de nuevo al ver que, aunque huyera, mi final siempre sería ser la salvación de la familia.

Suspiré profundamente y sollocé como no lo había hecho en todos éstos días que llevo corriendo contra el reloj.

Solamente pido que mi vida sea justa al momento de casarme y que cuando lo haga mi esposo me dé la oportunidad de desenvolver mi personalidad y profesionalismo de mejor manera, que no me corte las alas, que me deje volar con él.

Lo deseo muchísimo y espero que mis deseos se cumplan aunque llore por perder mi libertad.

*---

Enzo

Mi mente iba perdida en el camino mientras maquinaba muchas cosas, no solo la situación con la pequeña Olivia, sino en todo lo que me esperaba luego de casarme con ella y todo lo que conlleva esa unión.

Y no hablo de la inversión en las empresas de su padre, sino lo que conlleva tenerla a mi lado luego de eso.

Debo hacerme cargo de todo lo que me dejó mi padre y no puedo negarme, aunque lo quisiera, no puedo.

Tengo que dirigir dos mundos sin morir en el intento y sin arrastrarla a ella.

Pudiera hacerlo solo, pero ese maldito testamento me hace la vida imposible.

Espero encontrarla y enseñarle primero lo que soy y ver si puede confiar en mí.

Porque necesito su confianza en mí, necesito una mujer y no una niña.

Y la busco más que todo para evaluar si es lo que busco o no, y en serio espero que sí. Me muero de curiosidad por saber el porqué de su huida, y espero realmente que sea una razón lógica.

Aunque su padre me comentó en su momento lo caprichosa que podía llegar a ser. Pero no me explicó en qué sentido lo decía.

Sonreí un poco al recordar cómo bailamos en esa discoteca, o en cómo se llevó mi mirada desde que entró en ella sin intenciones de buscar nada más que diversión y, al parecer, un poco de libertad.

La vi cuando entró al local; ella era como ver un ángel de la muerte envuelto en una segunda piel de color negro, y esos ojos grises que me llevaron al abismo apenas los noté.

Normalmente no iba en busca de chicas, era todo lo contrario, las chicas iban por mí en modo cazadoras, sin embargo, Olivia no iba con la intención de cazar, aunque no fuera así, generaba todo lo contrario con ese andar elegante y esos movimientos de diabla que tenía al momento de bailar. Eso fue lo que me atrajo a ella como si fuera un imán.

Tenía una altura normal, pero un cuerpazo de modelo, de piel pálida, con un cabello tan largo y negro que te hacían viajar la mente a lugares donde no quisieras ir solo.

Sonreí de lado al recordar lo pequeña que era su cintura en comparación con mis manos. Un delito es esa mujer y estoy dispuesto a caer en esos movimientos hasta que la muerte nos separe.

*---

Arthur Manchester

Esto es una locura, ella se escapó en el peor momento. Es tan caprichosa como lo fue su madre.

Me bebí el whisky que tenía en el vaso de un solo trago, sintiendo cómo me quemaba la garganta, pero no me importó. Me enfurecía más el hecho de que mi hija haya violado toda la seguridad de la casa y se haya llevado mi camioneta nueva para escapar.

Debí ser más pasivo con ella y brindarle el apoyo que siempre le daba.

Pero no pude, y ella no entendió lo importante que es esto para la familia.

Ni siquiera Amanda logró hablar con ella y hacerla entrar en razón.

Sé que me odia, pero las reglas son reglas y no puede hacer nada.

Yo menos, que soy el que tiene las manos atadas.

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