Olivia
Caminaba por el largo pasillo de la casa de vacaciones de su infancia, sintiendo cómo cada paso resonaba en el silencio tenso que la rodeaba. Las paredes, antes testigos de risas inocentes y juegos, ahora parecían susurrar secretos oscuros.Estaba aquí por lo que me mencionó Daemon, y era efectivamente cierto. Mi padre estaba fingiendo solo para darle ventaja al jefe de la Bratva.Me había dado tres días de ventaja, pero decidí venir antes, porque quiero terminar con todo ésto.El personal de seguridad dejó que ingresará sin problema y recorriendo los pasillos de la casa de Roma, llegué al estudio, y lo encontré con el ceño fruncido, una sombra de desesperación cruzando su rostro. El ambiente se tornó más denso al instante.Él sabía por qué estaba aquí, y no tenía cara de estar arrepentido, asustado si, pero no arrepentido.—Papá, ¿de qué se trata todo esto? —pregunté, intentando que mi voz sonara firme.Mi padreOliviaNo sabía qué hora era, pero sentía mi cuerpo entumecido por estar sentada. Había pasado la mayoría del tiempo dormitando porque el estar embarazada me daba más sueño de lo normal. Aunque era un punto negativo, trataba de permanecer siempre alerta ante todo.Los hombres que me estaban escoltando se encontraban en un área del avión alejada de mi pero sin quitarme sus ojos de encima, siempre vigilantes de lo que hacía y hasta sorprendidos porque no hice ningún berrinche ni hablé.Solo acepté la captura de su jefe por ideales más importantes que estar llorando.Lloro por la distancia con mi esposo, más no porque fui secuestrada por ese maldito.Suspiré y traté de estirar mis piernas y brazos entumecidos y a los minutos la voz del piloto resonó en la cabina donde estaba, dando aviso de que estaríamos próximo a aterrizar en tierras rusas. Ahí fue que me di cuenta de todo lo que había dormido durante el viaje.Efectivam
OliviaEl silencio en el resto del viaje desde la pista de aterrizaje hasta la mansión de Daemon era palpable, como un manto pesando sobre mis hombros. Dimitri, hombre de confianza de Daemon y aparentemente mi guardián, miraba por el retrovisor de la camioneta negra, con su expresión endurecida por la concentración. No hubo más palabras entre nosotros, ni la necesidad de ellas. La tensión que se respiraba era suficiente para llenar el vacío.A medida que atravesábamos las calles de Moscú, el paisaje se deslizaba ante mis ojos como una película borrosa, la realidad se sentía lejana, casi irreal.Las luces de la ciudad iluminaban el camino, pero en mi mente solo había oscuridad, un propósito que crepitaba en el aire como un fuego que esperaba ser avivado. Sabía que las miradas que encontraría en la mansión no serían cálidas. La mafia rusa no era conocida por su amabilidad, y yo no era más que una intrusa en su territorio, la dama de la mafia italia
OliviaDimitri me dejó en una habitación de un tamaño considerable, pero donde no tenía oportunidad de escaparme o entretenerme.La habitación era amplia y sombría, iluminada solo por un par de luces fluorescentes que parpadeaban suavemente como si compartieran mi ansiedad. Las paredes eran de un blanco desgastado, manchadas por el tiempo y el sufrimiento que habían visto, supongo. La habitación era todo lo contrario a la opulencia de la mansión, supongo que en esta área albergaban a sus víctimas o a aquellas mujeres que traficaban ellos para volverlas esclavas exclusivas de la Bratva.A cada paso que daba, el eco resonaba, recordándome lo sola que estaba. Dimitri había cerrado la puerta tras de mí con un golpe seco, y desde entonces no había señales de que alguien viniera a buscarme.La incertidumbre me oprimía el pecho, un peso que se hacía más pesado con cada segundo que pasaba. Miré a mi alrededor, en busca de una salida, pero las únicas ventanas que había eran de cristal reforzad
OliviaEl eco de mis gritos aún resonaba por los pasillos de la mansión cuando finalmente logré liberarme por un momento de las manos del hombre de Daemon. Mi corazón palpitaba con fuerza, no solo por el esfuerzo físico de enfrentarlo, sino también por la mezcla de furia y desesperación que ardía en mi interior.Sentía una fuerza inesperada, como si cada parte de mí se negase a ser sometida. Recordaba cada detalle de la amplia sala en la que me encontraba, con sus paredes adornadas de arte que apenas podía apreciar en medio del caos. Mis zapatos repicaban contra el suelo de mármol mientras me lanzaba contra mi captor, una y otra vez, mi mente concentrada únicamente en encontrar la manera de hacer suficiente escándalo para llamar la atención de alguien que pudiera ayudarme.El hombre de Daemon era fuerte, eso se lo concedo, pero mis uñas lograron mermar su agarre. Envuelto en un traje oscuro y con la expresión de quien hubiera preferido estar en cualquier o
Olivia Mientras permanecía sentada en esa sala de estar opulenta y sombría, con la luz que apenas se filtraba a través de los vidrios me puse a pensar en todo lo que me habían dicho de mi madre. El aire estaba cargado de una mezcla de tensión y murmullo, como si las paredes mismas guardaran secretos que sólo aquellos que pertenecían a este mundo podían entender. Dimitri estaba frente a mí, su expresión era dura y decidida, estaba listo para desenterrar las verdades que mi madre había escondido en las sombras de su pasado. —El verla partir no fue fácil para el jefe Pavel, pero la dejó ser feliz al lado del hombre que ella amó incondicionalmente, —comenzó a decir, su voz resonando en la quietud del lugar. —Tu madre no solo fue una mujer de la mafia; era la jefa. La única mujer en un mundo de hombres. La única mujer que se atrevió a, no solo ser parte, sino a dominarlo. A medida que las palabras fluían, mi corazón se aceleraba. La imagen de una madre fuerte, poderosa e imponente
OliviaCuando tu madre y Pavel firmaron esos convenios, no simplemente estaban dictando un futuro. Estaban sellando tu destino, Olivia —Dimitri seguía contándome sobre la historia de mi madre, con sus ojos fijos en los míos, profundizando en la realidad que tan cuidadosamente intentaba evitar.Sentí que mi corazón latía con más fuerza con la idea de que, sin importar sus deseos o preparación, mi madre debió asumir un papel en la mafia rusa supongo que de forma abrumadora. Mi mente se inundó de dudas: ¿Qué sabía yo realmente sobre el funcionamiento de este mundo?Aquello era muy distinto a lo que había escuchado de la mafia italiana. La tensión en mi pecho se apoderó de mi cuerpo, como si los muros del lugar me apretaran en un abrazo mortal.—No sé nada de esto, Dimitri. He crecido con historias y leyendas, pero entre las páginas de los libros no hay espacio para la realidad. No tengo la más remota idea de cómo actuar en esto. No entiendo cuál es el motivo de Daemon para traerme aquí.
EnzoLa noche caía sobre el cielo de Sicilia, y las sombras se extendían como un manto siniestro, más pesadas que el aire denso de mis pensamientos. Me encontraba en un rincón oscuro de mi estudio en el ala que compartía con mi mujer dentro de la fortaleza, el mismo lugar donde compartimos risas y sueños. Hoy, sin embargo, todo era diferente. La risa se había extinguido, reemplazada por una angustiante preocupación que me mantenía en un estado constante de alerta.Olivia había tomado la decisión más difícil de su vida: entregarse a los hombres de la mafia rusa. Lo había hecho por nosotros, por nuestro futuro. Sabía que había un plan, pero cada minuto que pasaba sin tener noticias de ella era como un reloj de arena, cada grano al caer se convertía en un peso más sobre mi pecho. La idea de que ella estuviera en manos de aquellos hombres me llenaba de un temor profundo, una mezcla de rabia y desesperación que amenazaba con consumir todo lo que había construi
Olivia El sol se filtraba a través de las rendijas de las persianas de la pequeña habitación en la que me mantenían. Aunque aún estaba encadenada a la dura realidad de mi situación, en mi mente, la imagen de Enzo y la pequeña vida que crecía en mi interior me proporcionaba un refugio, un lugar cálido al que escapar. Pero la llegada de Daemon lo cambiaría todo.No había pasado mucho tiempo desde que los hombres de Daemon me habían arrebatado de mi vida cotidiana, y cada segundo que pasaba sin saber de Enzo era una tortura. ¿Estaría bien? ¿Había recibido mi ubicación en tiempo real gracias a mis aretes? La conexión que teníamos se extendía más allá de los cuerpos, hasta el alma, y sentía que cada pulso de mi corazón estaba conectado al suyo.Era la mañana siguiente cuando escuché el sonido de pasos firmes y calculados que se acercaban a la habitación donde me dejó Dimitri. Sabía que era él —Daemon— el hombre que resultaría ser la manifestación de todos mis miedos. La puerta se abrió y,