OliviaEl eco de mis gritos aún resonaba por los pasillos de la mansión cuando finalmente logré liberarme por un momento de las manos del hombre de Daemon. Mi corazón palpitaba con fuerza, no solo por el esfuerzo físico de enfrentarlo, sino también por la mezcla de furia y desesperación que ardía en mi interior.Sentía una fuerza inesperada, como si cada parte de mí se negase a ser sometida. Recordaba cada detalle de la amplia sala en la que me encontraba, con sus paredes adornadas de arte que apenas podía apreciar en medio del caos. Mis zapatos repicaban contra el suelo de mármol mientras me lanzaba contra mi captor, una y otra vez, mi mente concentrada únicamente en encontrar la manera de hacer suficiente escándalo para llamar la atención de alguien que pudiera ayudarme.El hombre de Daemon era fuerte, eso se lo concedo, pero mis uñas lograron mermar su agarre. Envuelto en un traje oscuro y con la expresión de quien hubiera preferido estar en cualquier o
Olivia Mientras permanecía sentada en esa sala de estar opulenta y sombría, con la luz que apenas se filtraba a través de los vidrios me puse a pensar en todo lo que me habían dicho de mi madre. El aire estaba cargado de una mezcla de tensión y murmullo, como si las paredes mismas guardaran secretos que sólo aquellos que pertenecían a este mundo podían entender. Dimitri estaba frente a mí, su expresión era dura y decidida, estaba listo para desenterrar las verdades que mi madre había escondido en las sombras de su pasado. —El verla partir no fue fácil para el jefe Pavel, pero la dejó ser feliz al lado del hombre que ella amó incondicionalmente, —comenzó a decir, su voz resonando en la quietud del lugar. —Tu madre no solo fue una mujer de la mafia; era la jefa. La única mujer en un mundo de hombres. La única mujer que se atrevió a, no solo ser parte, sino a dominarlo. A medida que las palabras fluían, mi corazón se aceleraba. La imagen de una madre fuerte, poderosa e imponente
OliviaCuando tu madre y Pavel firmaron esos convenios, no simplemente estaban dictando un futuro. Estaban sellando tu destino, Olivia —Dimitri seguía contándome sobre la historia de mi madre, con sus ojos fijos en los míos, profundizando en la realidad que tan cuidadosamente intentaba evitar.Sentí que mi corazón latía con más fuerza con la idea de que, sin importar sus deseos o preparación, mi madre debió asumir un papel en la mafia rusa supongo que de forma abrumadora. Mi mente se inundó de dudas: ¿Qué sabía yo realmente sobre el funcionamiento de este mundo?Aquello era muy distinto a lo que había escuchado de la mafia italiana. La tensión en mi pecho se apoderó de mi cuerpo, como si los muros del lugar me apretaran en un abrazo mortal.—No sé nada de esto, Dimitri. He crecido con historias y leyendas, pero entre las páginas de los libros no hay espacio para la realidad. No tengo la más remota idea de cómo actuar en esto. No entiendo cuál es el motivo de Daemon para traerme aquí.
EnzoLa noche caía sobre el cielo de Sicilia, y las sombras se extendían como un manto siniestro, más pesadas que el aire denso de mis pensamientos. Me encontraba en un rincón oscuro de mi estudio en el ala que compartía con mi mujer dentro de la fortaleza, el mismo lugar donde compartimos risas y sueños. Hoy, sin embargo, todo era diferente. La risa se había extinguido, reemplazada por una angustiante preocupación que me mantenía en un estado constante de alerta.Olivia había tomado la decisión más difícil de su vida: entregarse a los hombres de la mafia rusa. Lo había hecho por nosotros, por nuestro futuro. Sabía que había un plan, pero cada minuto que pasaba sin tener noticias de ella era como un reloj de arena, cada grano al caer se convertía en un peso más sobre mi pecho. La idea de que ella estuviera en manos de aquellos hombres me llenaba de un temor profundo, una mezcla de rabia y desesperación que amenazaba con consumir todo lo que había construi
Olivia El sol se filtraba a través de las rendijas de las persianas de la pequeña habitación en la que me mantenían. Aunque aún estaba encadenada a la dura realidad de mi situación, en mi mente, la imagen de Enzo y la pequeña vida que crecía en mi interior me proporcionaba un refugio, un lugar cálido al que escapar. Pero la llegada de Daemon lo cambiaría todo.No había pasado mucho tiempo desde que los hombres de Daemon me habían arrebatado de mi vida cotidiana, y cada segundo que pasaba sin saber de Enzo era una tortura. ¿Estaría bien? ¿Había recibido mi ubicación en tiempo real gracias a mis aretes? La conexión que teníamos se extendía más allá de los cuerpos, hasta el alma, y sentía que cada pulso de mi corazón estaba conectado al suyo.Era la mañana siguiente cuando escuché el sonido de pasos firmes y calculados que se acercaban a la habitación donde me dejó Dimitri. Sabía que era él —Daemon— el hombre que resultaría ser la manifestación de todos mis miedos. La puerta se abrió y,
OliviaLa luz del día se filtraba a través de las cortinas, pero la oscuridad que había crecido en mi interior era más profunda que cualquier sombra. Daemon había vuelto esa mañana, como un espectro errante que persiste en la memoria, y una parte de mí sabía que su llegada significaba más que un simple regreso. Era una confrontación; una confrontación que había estado esperando, con el corazón palpitante y la mente agitada.Cuando entró, su presencia era innegable. Aquella mezcla de arrogancia y peligro emanaba de él como un perfume que lo había envuelto desde antes. Tenía esa forma de sonreír que lo hacía parecer encantador, pero en su mirada había un fuego que amenazaba con consumir lo que quedaba de mí. —Olivia, —comenzó con una voz suave, casi seductora. —Lo que te ofrezco es poder. Juntos, podríamos dominar el mundo.Lo miré, sintiendo el ardor de la ira subir por mi garganta. Era como si intentara envolverme en sus mentiras, seducirme con promesas de grandeza y control. —No me i
Enzo La noche caía sobre la fortaleza, y las sombras en mi despacho parecían alargarse, como si el mismo silencio estuviese esperando algo. Desde que se llevaron a Olivia, cada segundo se había convertido en una eternidad; los recuerdos de su risa, de sus abrazos, me atormentaban mientras las paredes se cerraban a mi alrededor. Me encontraba atrapado en un mundo donde el tiempo se desdibujaba, y la única constante era la presión que sentía en el pecho. No podía dormir, no tenía deseos de dejar mi mente en calma por más de tres horas al día. No era solo por ella; era el peso de la culpa y la impotencia que me mantenía despierto. Con cada minuto que pasaba, sabía que el tiempo corría en mi contra porque no sabía nada de ella. La angustia se convirtió en un eco constante, y cuando las horas se hacían interminables, mi mente encontraba un sinfín de escenarios horribles sobre su situación. El otro lado de mi vida se mani
EnzoEl vuelo desde Sicilia hasta Moscú me pareció una eternidad. Cada segundo transcurría con una lentitud agobiante, como si el tiempo se burlara de mi impaciencia. Desde la pequeña ventanilla del avión, pude ver cómo el paisaje cambiaba dramáticamente: de las costas bañadas por el sol de mi hogar a las vastas extensiones nevadas que anunciaban mi inminente llegada a Rusia.Intenté dormir un poco, aunque el torbellino de pensamientos en mi mente no me dejaba descansar. Olivia. Su nombre era un susurro constante entre cada segundo que pasaba, una letanía que acompañaba el ritmo de mi corazón. Hacía tantos días que no la veía, que no escuchaba su risa, que no sentía la calidez de su mirada. Me hice a la idea de que, una vez que aterrizara, mi vida podría cambiar para siempre.Llevábamos semanas planeando este momento, cada detalle calculado con precisión milimétrica. Sabía que no sería fácil penetrar la seguridad de la mansión de la mafia rusa, una fortale