La secretaría de Michael consultó en su computadora, sus dedos se movían ágiles sobre el teclado mientras buscaba la información necesaria para explicarle lo sucedido.― Parece que se realizó una transacción de una suma considerable en el hospital de una ciudad cercana ―informó la secretaria.Laura contuvo el aliento, no era una tienda sino un hospital ¿Cuantas posibilidades había de que Sophie hubiera perdido la tarjeta y alguien pagara facturas hospitalarias con ella? No, lo cierto era que la otra posibilidad era la que más le aterraba.― Yo me encargaré de esto, Michael no puede saber nada por ahora, su estado es muy delicado ― Advirtió Laura fijando la mirada en los ojos de la secretaria de su socio.La secretaria asintió, aunque no le gustaba ocultarle cosas a su jefe, era consciente de que no podían darle falsas esperanzas porque de un accidente como el que tuvo la señora Sophie, no podía haber supervivientes.― Estoy de acuerdo, y mantenerme informada — pidió la secretaria, lle
Daniel se sentía como un barco a la deriva en medio de una tormenta perfecta. La noticia que Laura le había dado lo había sacudido hasta lo más profundo de su ser. Su mente, por lo general aguda y calculadora, ahora no le dejaba pensar con claridad.Se movía de un lado a otro en su oficina, incapaz de encontrar calma en ningún rincón. El teléfono sonó con insistencia, su tono estridente rompiendo el silencio de la habitación. Daniel lo tomó con manos temblorosas, su corazón latiendo con fuerza desbocada en su pecho.― Sí, voy a hacerlo ―dijo Daniel con voz firme pero tensa, su determinación cortando a través del aire cargado de incertidumbre.Decidió viajar al lugar indicado por Laura, el hospital donde habían sido realizados los cargos a la tarjeta de Sophie. No había tiempo que perder. Sus pasos lo llevaron al aeropuerto, donde una sensación de urgencia lo envolvió mientras se dirigía hacia la puerta de embarque.En unas horas estaba en la ciudad que Laura le había dicho y caminó a
Daniel se acercó a Sophie con delica, la tomó de la mano y la miró directamente a los ojos para ser más creíble, tenía que ser muy convincente con lo que iba a decir . Las palabras se amontonaban en su garganta, esperando ser liberadas.― Sophie, soy tu esposo ―dijo Daniel sin soltar la mano con la que la sostenía Sophie parpadeó, su cabeza era un lío en ese instante, era cierto que no recordaba nada, pero una esperaba que si alguien le confesaba ser su pareja y el padre de sus hijos sentiría algo en el pecho que le diría que era verdad, pero en su pecho solo había frío, no sentía por ese hombre.― No lo recuerdo... pero tampoco tengo motivos para no creerte ―respondió Sophie acariciando la cabecita de su bebé quien acababa de soltar el pecho quedando completamente dormido y sin hambre.Daniel asintió mostrándole comprensión no era momento de presionar, sino de mostrarse comprensivo y buen esposo y padre ya tendría tiempo más adelante de manipularla.En ese momento, el llanto agudo de
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Michael se preparaba para enfrentar uno de los momentos más difíciles de su vida: el entierro de Sophie, su corazón parecía no palpitar en su pecho, solo sabia que lo hacía porque la cruel muerte no lo había llevado a su reino .― Todavía presiento que... que podría estar viva ― confesó Michael arreglándose la corbata negra frente al espejo de la habitación.Laura lo observaba con incredulidad a través del reflejo que proyectaba el espejo, sentía miedo porque todavía no se había contactado con Daniel, aún así, lo mejor era sacarle esa idea de la cabeza.― Michael, no puedes seguir aferrándote a esa idea. Ya sabes que las posibilidades son casi nulas.— dijo mientras caminaba hasta él y le ayudaba a arreglarse la corbata ― ¿ Y si no todo fue como parece, Laura... si Sophie realmente nunca me engañó? Hay cosas que sucedieron secretos que ella descubrió y no puedo contarte — siguió hablando Michael mientras se dejaba ayudar.Laura frunció e
El cielo estaba encapotado, reflejando la solemnidad que envolvía el corazón de quienes la amaban a Sophie. Emma, la mejor amiga de Sophie, llegó al lugar con el corazón pesado de tristeza. A su lado, Robert, su prometido y hombre de confianza de Michael, la acompañaba con gesto serio, su mirada reflejando el dolor que compartían por la muerte de la joven y esos dos pequeños que no habían llegado a nacer.Michael se encontraban junto a ellos, la ausencia física de Sophie pesando como una losa sobre sus corazones. El entierro, sin el cuerpo de Sophie encontrado, era un acto simbólico de despedida, una ceremonia marcada por la dolorosa falta de cierre.Emma se acercó al borde de la tumba, tenía un enorme peso en el corazón y las manos temblorosas, mientras depositaba una corona de flores sobre la tierra fresca, un tributo silencioso a la amiga que ya no estaba. ― Recuerdo cuando pasábamos las horas en los jardines del internado, tú y yo contra el mundo. Eras la luz en mis días oscuros
Emma notó la forma en que Laura y la secretaría de Michael hablaban entre susurros, sus expresiones estaban cargadas de una tensión apenas disimulada. Con cautela, se acercó a ellas, sintiendo la urgencia de descubrir el misterio que se ocultaba tras sus palabras. ― Robert, ve a ver cómo está Michael, por favor ―dijo Emma con tono preocupado, indicándole con un gesto que se dirigiera hacia donde estaba su amigo — Creo que no se siente bien.Robert asintió, bien lo había notado pero no quiso dejarla sola aun así cuando se lo pidió y le dio la excusa que necesitaba y se encaminó hacia Michael, quien se había metido en la parte trasera del coche para desaparecer de la vista de todos.Mientras tanto, Emma se acercó a Laura y a la secretaría, su determinación era palpable en cada paso que daba, dispuesta a descubrir la verdad sin importar las consecuencias.— ¿Ilusiones? ¿De que estas hablando,Laura?— preguntó Emma quien había llegado hasta ellas sin que se dieran cuenta.— ¿Nunca le han
Sophie y James se encontraban en el bullicioso aeropuerto, rodeados por el trajín característico de los viajeros y el sonido constante de anuncios y conversaciones. Sophie sostenía con ternura a los dos pequeños en brazos, mientras que James observaba el flujo de personas a su alrededor, sabía que debía salir cuanto antes de ese país, pero hasta que no lo hiciera tendría miedo de ser encontrados y que todo su plan fallara.― James, ¿estás seguro de que es correcto viajar tan pronto? Los bebés son tan pequeños, apenas han llegado al mundo ―dijo Sophie sintiendo que no sería para ellos bueno un vuelo tan lejano y sobre todo había algo que la aferraba a ese país algo que no la dejaba marcharse de ahí.Sabía que era pero su corazón se encogía solo de pensar en dejar ese lugar porque no conocía nada más podía ser que hubiera tenido una vida antes pero en ese instante ella era una persona que no recordaba nada y le costaba dejar las pocas cosas que conocía.― cuidados y viajarán cómodos. I
Michael miraba a su alrededor, el estudio en el que se refugiaba. Había cambiado mucho en los últimos meses, estaba lleno de retratos de Sophie y él juntos, también tenía un marco con una combinación de ultrasonidos de los bebés .Ni siquiera en el estudio estaba a salvo de sus demonios, cada rincón de la casa le recordaba a Sophie, su risa, su perfume, la calidez de su abrazo. Pero ahora todo eso se había ido, dejando un vacío que no sabía cómo llenar.Con el corazón oprimido y la mente en un torbellino de pensamientos contradictorios, se dejó caer en el sofá. Sintió la frialdad del cuero contra la piel del mueble, un reflejo perfecto de la soledad que ahora lo envolvía, solo quedaba frío.La tarde se volvió noche, y las estrellas, tímidas, comenzaron a asomarse en el cielo encapotado. En el interior de la lujosa residencia. Michael, sumido en la única compañía que le brindaba el alcohol, buscaba infructuosamente refugio del torbellino de emociones que lo asaltaban.La elegante botell