—¿De verdad estás de mi lado, Daniel? —preguntó Laura mirando a Daniel dubitativa, tratando de entender sus motivos. A pesar de su desconfianza, no pudo evitar sentir esa curiosidad ante su propuesta que sabía no sería satisfecha todavía.—Por supuesto, Laura. — Daniel asintió — Pero debes entender que nuestras acciones tienen que ser cuidadosas. No podemos simplemente destruir a alguien así sin pensarlo, no se puede lanzar una bomba como esa y esperar que no te salpique, te estás poniendo tú en riesgo, a Michael no le importa asesinar al mensajero y no sabes lo literal que estoy siendo con esto.Laura frunció el ceño tratando de entender lo que Daniel le estaba diciendo.—No entiendo... siempre pensé que querías a Sophie para ti. ¿Por qué querrías ayudar a esa pareja?—Mis razones son mías, Laura —respondió Daniel negando, no pensaba informarle de que quería realmente — Pero puedes estar segura de que te ayudaré a conseguir lo que deseas, siempre y cuando actúes como yo te diga, si
Michael estaba realmente feliz de la sonrisa sincera que su esposa le estaba dedicando, solo a él. Hacía mucho que no la había visto mirarlo así, tal vez nunca, ni siquiera podía estar enfadado ya. Había salido a comprar cosas para sus hijos y ahí estaba, hablándole de los planes que tenía para la habitación de los bebés, demostrándole que por fin se había hecho a la idea y que le hacía tanta ilusión como a él. Cuando de repente, el doctor hizo que ese momento terminara demasiado pronto para él.Quería más, necesitaba más de esa sonrisa de su esposa, de verla feliz, de hablar de los bebés que estaban en camino.—Espera, Sophie —dijo Michael deteniéndola y caminando hasta ella—. Cuando termines tu visita con el doctor te llevaré a comer a un buen restaurante, quiero que me sigas explicando todo eso.Sin darle opción alguna a Sophie para responder, pasó un brazo tras su cintura, la atrajo contra su cuerpo y la besó. No fue un beso apasionado, al fin y al cabo sabían que estaban en p
Sophie parecía una figura de hielo, estaba estática, atónita por las palabras de Daniel ¿Cómo podía decirle algo así? Para ella, Daniel se había convertido en una figura paterna, un guía, nunca alguien con quien consideraría una relación romántica, ni siquiera podía planteárselo, era atractivo pero como mínimo debía doblarle la edad.—Daniel, yo... no puedo verte de esa manera — admitió Sophie desviando la vista al suelo.Él no se daría por vencido tan fácilmente, pasó un brazo tras su cintura y la atrajo hacia él. Sophie sintió una oleada de incomodidad al notar la cercanía física, algo se sentía muy extraño en ese toque, en tenerlo a tan poca distancia de su cuerpo, solo quería apartarse urgentemente de él.—Yo puedo hacer que te enamores de mí —insistió Daniel llevando la otra mano al delicado mentón de la chica y haciéndola mirarla.Sophie se apartó de él, empujándolo lejos de ella con más fuerza de la que pretendía, era como si todo su cuerpo le gritara que lo mantuviera lejos.—
Michael no podía creer lo que escuchaba en ese instante. ¿Qué demonios estaba diciendo Sophie? Pestañeó dos veces, intentando procesar sus palabras, y negó.—Sophie, hace mucho tiempo que no he tocado a Laura. Te lo dije y no sé por qué no me crees.Ella no podía creer que Michael pudiera ser tan cínico de mentirle en su propia cara.Se levantó y se secó las lágrimas con furia, dando dos pasos hasta estar muy cerca de su rostro.—No es algo que me contaron. Yo lo escuché todo: sus gemidos, tu voz ahogada por el esfuerzo y, sobre todo, las palabras que terminaron conmigo.—Pero Sophie… eso no es verdad —intentó explicar él.—Vete, vete, Michael —le cortó Sophie empujándolo para que saliera del baño y la dejara sola.Cuando consiguió que saliera, cerró la puerta y se apoyó en ella para seguir llorando tranquila, quería sacar toda la angustia, todo el dolor que parecía ensuciar su alma.—Sophie... por favor, abre la puerta—rogó Michael desde el otro lado — No he estado con Laura desde mu
Thomas había visto por las cámaras la salida apresurada de Michael de la habitación de Sophie, sonrió ladino y decidió aprovechar la oportunidad para acercarse a ella. —Sophie, ¿estás ahí? — Thomas llamó suavemente a la puerta de la habitación, pero no recibió respuesta. Con cautela, entró y se dirigió hacia el baño, desde donde escuchaba sollozos. Llamó de nuevo, esta vez con más insistencia. —Sophie, ¿estás bien? Por favor, abre.Sophie, al escuchar a Thomas, se levantó y abrió la puerta, sus ojos rojos e hinchados por el llanto se encontraron con la mirada preocupada de Thomas.—Estoy aquí, Sophie, no estás sola —dijo Thomas, abrazándola con fuerza mientras ella se refugiaba en sus brazos.— ¿Que te hizo ese desgraciado?Entre lágrimas, Sophie apenas podía hablar:—Thomas, gracias por estar aquí... No sé qué haría sin ti.Él la sostuvo más cerca y susurró con ternura:—Siempre estaré para ti, Sophie. No importa lo que pase, siempre podrás contar conmigo.La mantenía sujeta contra s
—Es la última vez que te permito tener ese tipo de confianzas con la señora —Advirtió Robert, una vez él y Alex se quedaron solos.—Pero ella necesitaba ayuda —se defendió Alex.—Si Michael te hubiera visto, ya estarías despedido, o peor —Robert insistió y de repente se quedó callado al ver a su jefe acercarse, aparentemente molesto.Robert se tensó, esperando que Michael tuviera algo importante que decirles, pero este pasó de largo sin siquiera saludarlos, como si no los hubiera visto, hasta detenerse frente a la puerta de la habitación de Sophie.Sophie, por su parte, se había tumbado en la cama leyendo el diario de su madre. Apenas había estado leyendo unos minutos cuando escuchó cómo llamaban a la puerta. Guardó el diario rápidamente antes de levantarse y caminar hasta la puerta para abrirla.Se había calmado pero cuando se encontró con Michael al otro lado los ojos volvieron a escoger y las lágrimas amenazaron con brotar de nuevo de su mirada.—Tengo las pruebas —Michael entró en
La mirada de Michael reflejaba el placer de escuchar en labios de Sophie lo que deseaba y necesitaba. Hundirse en su cuerpo, solo quiere eso, estar fin ella, poseerla.Apoyó la palma en el colchón, reptando por el cuerpo caliente bajo el suyo, sin dejar de marcar cada centímetro de piel, cada recoveco del cuerpo que tanto deseaba con los labios, la lengua e incluso los dientes. Se hundió en el ombligo y le puso más duro aún imaginar lo que venía después. Su nariz pegada en la ingle, inspirando el aroma de su mujer justo antes de colocarse entre las piernas. El primer golpe de sabor lo abrumó, como le afectaba sentirla, saborearla, jugando con la lengua en el clítoris de la chica, provocándola antes de dar una lamida intensa, aventurándose con los dedos en la búsqueda del origen de su humedad. — Michael.— Sophie quisiera estar gimiendo ese nombre sin parar por una eternidad, tenerlo en su cama, en su vida para siempre.Puedo sentir el calor de esa lengua entre sus piernas y no pudo ev
Las manos de Michael permanecían constantemente sobre el cuerpo de Sophie. Durante meses, su relación había florecido maravillosamente. Michael frecuentemente se tomaba días libres durante los cuales no salían de la cama, dedicándose plenamente el uno al otro. Cuando el hambre surgía, pedían comida; cuando la fatiga los alcanzaba, simplemente se relajaban, conversaban, y se besaban, volviendo inevitablemente a entregarse a la pasión que compartían. Era claro que estaban enamorándose, o más bien, aceptando sus sentimientos libremente, sin culpas ni presiones.Se encontraban disfrutando de una eterna luna de miel, interrumpida únicamente por el creciente vientre de Sophie, que anunciaba la inminente llegada de sus bebés y el final de su idílica vida en pareja.Michael emitió un gruñido cuando su teléfono móvil comenzó a sonar, cortando abruptamente su íntimo momento juntos en la cama. Con un resoplido, extendió el brazo, intentando desviar lo menos posible su atención de Sophie mientras