Michael no podía creer lo que acababa de escuchar¿Su esposa se atrevía a soñar con ese médico mientras dormía a su lado?Los celos se apoderaron de él y sacó la muralla de cojines que le había permitido hacer entre ellos ¿Poner distancia para que? ¿Para soñar con ese hombre, para traicionarlo?Si no podía ir a sus sueños a evitar que continuara pensando en él, la despertaría, en ese instante era incapaz de razonar solo estaba pensando en lo que sea que su mujer fantaseaba.—Sophie, ¿qué... qué estás diciendo? —preguntó Michael con la voz ronca por el sueño. Se inclinó hacia ella y le acarició el rostro tratando de despertarla.Sophie seguía atrapada en su pesadilla y murmurando palabras incoherentes nombrando nuevamente al médico, haciendo que él perdiera la poca cordura que le quedaba —Sophie, despierta. Es solo un sueño —dijo, mientras la sacudía.Finalmente, Sophie abrió los ojos dándose cuenta de que estaba en su habitación, a pesar de estar a oscuras, reconocía las sombras que
Sophie se ocultaba escuchando la conversación entre Laura y Michael un dolor punzante se instaló en su pecho por las palabras de esa mujer, casi le costaba respirar.“¿Por qué me duele tanto esto si él es un asesino?” Se preguntaba Sophie, con una sensación horrible recorriéndole el cuerpo. Sabía que debía deshacerse de cualquier sentimiento hacia ese hombre y planificar su huida lo antes posible.Permaneció en silencio, su corazón latía desbocado, tanto que tuvo que llevarse la mano al pecho como si así pudiera calmarse mientras aguardaba la respuesta de Michael. Observó cómo dejaba su taza de café a un lado y se preparaba para hablar. Sin embargo, antes de que pudiera pronunciar una sola palabra, el mayordomo se acercó discretamente a ellos.— Señor, disculpe la interrupción, pero el señor Robert requiere su presencia.Michael se levantó de su asiento, listo para seguir al mayordomo. Mientras tanto, Sophie aprovechó la oportunidad para marcharse rápidamente de su escondite, busca
Emma entró en la habitación de Sophie con una sonrisa burlona en su rostro. — Acabo de ver a la mujer esa, Laura irse de la mansión, bastante disgustada —comentó, casi riéndose — Dudo que realmente sea la amante de Michael.Sophie cerró el diario de su madre con un suspiro y lo guardó en el cajón de su mesita de noche. Luego, se sentó para prestar atención a Emma.—¿Estás segura de eso? —preguntó, aunque en el fondo sabía todo lo que había visto y escuchado de ellos y no tenía dudas.—Vi cómo Michael la trataba, y no parecía nada amable —añadió Emma, observando la reacción de Sophie.—No me importa. Michael podría tener mil amantes y me daría igual —respondió Sophie, intentando ocultar su verdadero sentir.Emma la miraba con sospecha, sabía que no era cierto, conocía a su amiga y podía ver qué en realidad ese hombre le importaba.— ¿Por qué no dejas de luchar por lo que sientes e intentas ser feliz con Michael? Van a tener dos bebés y al fin y al cabo es tu esposo.— Emma, tú eres l
Sophie, se vio arrastrada a una habitación de invitados por un desconocido que le tapó la boca, con el corazón desbocado y un mar de lágrimas en sus mejillas.Instintivamente, abrió la boca para morderle la mano, pero se contuvo cuando el hombre se llevó un dedo a los labios, pidiendo silencio, en ese momento lo reconoció, era el guardaespaldas que su esposo le acababa de presentar, el tal Alex.— Soy Thomas, no grites — susurró antes de quitarle la mano de la boca.Instintivamente fue directa a mirar el color verde de sus ojos, había muchos ojos verdes pero los suyos tenían salpicaduras azuladas como si unas gotas de ese color hubieran caído de un pincel inexperto manchandose y dándole un tono inconfundible.Sophie se lanzó a sus brazos al reconocerlo.—Pensé que nunca te volvería a ver —dijo entre lágrimas — especialmente después de cómo te fuiste cuando supiste de mi embarazo.Thomas la abrazó con fuerza intentando transmitirle seguridad. — Me costó aceptarlo al principio, pero
Emma tenía cara de culpabilidad, y Robert no podía evitar sentirse celoso, sobre todo porque ella se mantenía en silencio.No era tampoco tonto, el mismo se sentía atraído por mujeres bellas y entendía que a ella le pudieran atraer otros hombres sin necesidad de estar con ellos, pero no podía evitar tener celos y querer ser el único que captara su atención.La agarró del brazo con firmeza y la guió hasta una habitación vacía, donde la acorraló entre su cuerpo y la pared.—¿Te gusta Alex? —preguntó Robert de nuevo, mirándola a los ojos y a escasos centímetros de sus labios dejando que su aliento le calentara la boca al hablar.Emma titubeó, su corazón estaba desbocado, parecía que se saldría de su cuerpo en un instante teniéndolo tan cerca, no podía pensar en nadie más. La presencia de Robert lo llenaba todo, su calor, el recuerdo de su cuerpo sobre él de ella cuando estuvieron juntos.—Robert, yo... — intentó responder Emma pero le era completamente imposible hacerlo.Él se inclinó m
Michael avanzaba por el pasillo pensativo había tomado una decisión basada en la necesidad de hablar con Sophie, de aclarar las cosas, su mente no paraba de dar vueltas en todo lo que le decía, Laura, los bebés… Sin embargo, se detuvo abruptamente al escuchar unos sonidos que no esperaba.Eran gemidos. La ira se apoderó de él ante la idea de que su esposa estuviera con otro hombre. Empujó con brusquedad la puerta de donde provenían esos sonidos, preparado para lo peor.—¡¿Qué estáis haciendo?! —exclamó al abrir la puerta.Pero la escena que encontró no era la que había imaginado. Era Robert, arrodillado entre las piernas de Emma, y ella, apoyada en la pared, claramente satisfecha, sujetándole el cabello. Ambos se sobresaltaron al ver a Michael.Se acomodaron rápidamente la ropa, claramente avergonzados.—Robert, estás en horario de trabajo. Deja el placer para después — gruñó frunciendo el ceño.Sin esperar respuesta, cerró la puerta y se alejó procesando lo que acababa de ver. Tras u
— Odio quererte — estas palabras resonaban una y otra vez en la mente de Michael mientras avanzaba por los pasillos de la mansión, llevando en brazos a su esposa inconsciente. Se debatía entre el alivio de saber que ella lo quería y la frustración de admitir que odiaba tener esos sentimientos por él. Lo urgente ahora era llevarla al hospital para que recibiera atención médica. Aunque la enfermería de la empresa estaba más cerca, la falta de un médico ahí complicaba las cosas.De repente, Alex, el escolta de Sophie, apareció a su lado, su presencia inesperada en medio de la tensión.— Señor, ¿está todo bien con su esposa? —preguntó Alex, preocupado, observando la figura inerte de Sophie en los brazos de Michael.—Me encargo yo de esto —respondió Michael secamente, su voz reflejando la urgencia de la situación— Solo vigila a Sophie cuando no esté presente.A pesar de su molestia, Michael sabía que no podía estar siempre con Sophie. Recordó con amargura el incidente con Daniel, y cómo
Sophie se sintió incómoda al encontrarse con la mirada de Alex, que en realidad era Thomas, su antiguo prometido. La situación era extrañamente complicada, y solo ella conocía la verdad detrás de esa fachada. En un acto reflejo, retiró su mano de la de Michael.Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percató de que Michael podría haber notado ese gesto. — ¿Por qué me has soltado la mano cuando él ha entrado?— preguntó Michael y se levantó de la cama para mirarla desde arriba — ¿Hay algo que no se de ese hombre?Habla Sophie ¿Qué relación te une a Alex?Sophie se sobresaltó ante la pregunta inesperada de Michael y le sonrió mientras se esforzaba por mantener la calma.—¿Qué relación podría unirme con él? No es más que el escolta que tú me has asignado, lo acabo de conocer —respondió ella, intentando sonar lo más convincente posible.Michael la observó detenidamente, buscando alguna señal en su rostro que delatara una mentira. Sophie se mantuvo firme bajo su mirada, aunque p