Me quedé desconcertado y pregunté a mi madre incrédulo: —Mamá, la culpa es de Alicia, ¿qué estás diciendo?

Yo intentaba separar su mano de la de Alicia, pero mi madre me apartó de un manotazo.

—Inútil. ¡Ese era tu jefe! ¿De qué te servirá enemistarte con él? Alicia hizo ese favor por tu bien.

—Si te llevas bien con tu jefe, este te subirá de sueldo. ¿Acaso es más importante la dignidad que el dinero?

—Hoy ha venido mucha gente. Si no te casas, ¿cómo me mirará la gente?

Una amargura surgió en mi corazón y, mofándome de mí mismo, levanté los ojos para encontrarme con mi padre, que no estaba lejos, cargado con una bolsas de regalos caros, y acompañado de Leonardo, que me miraba con una sonrisa burlona.

Este último se encontró con mi mirada y se acercó a darme una palmada en el hombro.

—Ferrero, muchas gracias por prestarme a tu prometida, me salvaste.

Alicia, al ver a Leonardo, se calló, quedándose a su lado como una chica tímida.

Leonardo tomó la mano de Alicia delante de la multitud y me dijo: —Mira, si dejas que Alicia me acompañe a lidiar con mis invitados, cuando regresemos a la oficina, te daré un aumento de sueldo.

Parecía que Alicia había bebido bastante, por eso soltó las palabras sin pensar:

—Eso está claro, ya que acepté celebrar una boda contigo, me ocuparé de estar a tu lado hasta que la ceremonia termine.

—Esto no tiene que ver con Roberto.

Ante eso, hasta mi madre se sentía humillada, pero como Leonardo estaba allí, mantuvo la boca cerrada.

Me burlé y pregunté: —¿Por qué?

Alicia recuperó algo de sobriedad al escuchar mi enojo, ella creía que mi rabia era por ella, o algún intento de volver con ella, y un destello de emoción iluminó sus ojos.

Saqué mi celular y abrí la aplicación de la empresa para poner en acción una decisión que tomé.

—¿Por qué todos piensan que tengo que vivir de este trabajo?

—¿Por qué debería vivir bajo la sombra de Leonardo?

—¡Renuncio!

Tras un largo silencio, la gente por fin se dio cuenta de que quería dimitir.

Mis padres fueron los primeros en detenerme: —¿Estás loco? Es difícil encontrar trabajo hoy en día. Ahora que tienes la oportunidad única de conseguir un ascenso...

Alicia también me agarró del brazo para persuadirme: —Roberto, no tienes que pelearte con Leonardo por mí, no te hará ningún bien...

Con una mueca, solté poco a poco los dedos de Alicia.

—Señorita, tu marido está aquí, mejor no te acerques tanto a mí, no quiero que rumoreen de nosotros.

—Y, bueno, mi renuncia no me hará bien, pero no me afectará solo a mí.

Yo era una persona discreta y nada competitiva.

De hecho, cedí el puesto de director a Leonardo porque rechacé la oportunidad de estudiar en el extranjero para estar con Alicia.

En los cinco años transcurridos desde la fundación de la empresa, había sido quien más contribuyó al rendimiento de todo el equipo de proyectos, y casi todos los proyectos de clase S estaban en mis manos.

Si Leonardo aceptara mi renuncia en este momento, significaría que el jefe le dará una buena bronca y quizá ni siquiera pudiera manejar el desastre que dejaré.

Pero después de todo lo que dije, no le quedaba más que aceptar.

En la cara de Leonardo pasó rabia y vergüenza, luego apretó los dientes y desbloqueó su celular.

—Bien, que conste que renunciaste por voluntad propia, Roberto. ¡No te arrepientas!

Dicho esto, aprobó mi solicitud de renuncia.

Como había solicitado la renuncia inmediata, al segundo automáticamente salí de todos los sistemas de la oficina, y no tenía ni que dejar claro lo que quedaba de mi trabajo por teminar, por lo que Leonardo tendría que ocuparse de todo el caos por su cuenta.

Alcé la comisura de los labios mientras miraba a la pareja que tenía delante.

—Espero que su amor dure eternamente, no salgan a perjudicar a otros.

Agarré mi abrigo y me di la vuelta para marcharme, pero antes de llegar a la puerta recibí una llamada del jefe superior.

—Ferrero, ¡por fin tomaste una decisión prudente!

Un año antes, mi jefe vino a conversar conmigo y me había pedido ir a gestionar la empresa nueva que está en la ciudad de al lado.