Capítulo 3
Tras salir por la puerta, los invitados que estaban parados fuera probablemente se dieron cuenta de lo que ocurrió en la sala del banquete y me miraron hacia con expresiones complejas.

Viendo al grupo de mayores de pie al sol durante tanto tiempo sin ni siquiera un sitio para sentarse, la culpabilidad me consumía.

Fue culpa mía, yo causé su mal rato y avergoncé a mis padres.

Hice una profunda reverencia a la multitud y me disculpé: —Lo siento mucho, se cancela la boda, tomemos esta ocasión como una reunión de familia y amigos, pasen a la sala de al lado para la cena.

Los invitados por fin tomaron asiento. Al mismo tiempo, la boda de al lado se estaba llevando a cabo.

Abrí todo el buen vino que era para la boda, y una copa tras otra, intentaba adormecerme con el alcohol.

Después de todo, fue una relación de tres años.

Era consciente de que Leonardo y Alicia eran ex novios, no solo eso, cuando estábamos en la universidad, su historia de amor se rumoreaba por todo el campus.

Sin embargo, Alicia me había jurado varias veces que habían roto del todo, y siempre fue transparente conmigo, hasta me daba todas las contraseñas de sus redes sociales.

Personalmente no me gustaba cotillear el celular de mi pareja, además, como me había dado su palabra, le di toda mi confianza.

No sospeché de ella ni siquiera cuando me propuso no vernos durante los meses antes de la boda, o cuando no constestaba mis llamadas y mensajes.

Pero aplazó nuestra boda sin decirme nada, dejó de lado a mi familia, y tan descaradamente besó profundamente a Leonardo en donde íbamos a casarnos.

Y todo con el pretexto de pensar por mi futuro.

¡No necesitaba que mi novia se sacrificara para que llegara al éxito!

Cuanto más pensaba en ello, más me enojaba, y me tragué de golpe todo el contenido del vaso.

Una mano me detuvo en seco, era Alicia, que se había cambiado de ropa y tenía los ojos enrojecidos.

—Roberto, vamos a casarnos ahora, ¿quieres? Puedo explicártelo. En realidad, solo estaba actuando...

—¿Ah, sí? Entonces enséñame tu celular.

Un destello de vergüenza cruzó el rostro de Alicia y, subconscientemente, escondió su celular detrás de la espalda.

—Roberto... Pensé que no te gustaba cotillear esas cosas, decías que no es propio de un hombre hacer eso...

Hice una mueca de desprecio, agité la mano y dije: —Alicia, vete de aquí, ya tengo a mis parientes y amigos tranquilizados, no aparezcas más, lo nuestro ya es imposible. Regresa y ocúpate de tus invitados si es que aún te queda algo de responsabilidad.

Alicia se mordió el labio y las lágrimas caían por sus mejillas, daría pena a cualquiera que la viera.

—Roberto, estamos prometidos, mis invitados también son tus invitados, ven conmigo a brindarles una copa, ¿quieres? Lo entenderán, ¡ya se los expliqué! Venga, vamos a tomarnos una copa con ello, luego subimos al escenario a proceder la ceremonia, y pasamos página, ¿te parece?

«Ahora me viene a decir pasar página, ja».

Ella sabía y recordaba muy bien lo que significaba eso, pero hace un rato se limitó a fingir que no lo entendía y se puso del lado de Leonardo.

Mis padres, al ver la situación, se acercaron con sus copas.

No soportaba verlos preocuparse por mí, y me apresuré a levantarme para conducirlos a descansar, pero mi madre se acercó y se puso delante de Alicia con bastante obstinación.

Probablemente iba a defenderme, por temor a que mis padres salieran heridos si empezaran a discutir, puse mi brazo delante de ellos en modo de protección, pero, para mi sorpresa, vi que mi madre agarraba la mano de Alicia y decía:

—Alicia, mi niña, ¡tienes que perdonar a Roberto! Es demasiado joven, y le da mucha importancia a quedar bien ante la gente. ¡Sé que tú eres muy comprensiva, no se lo tengas en cuenta!

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