Capítulo 711
Dulcinea se puso las gafas de sol de nuevo y esbozó una ligera sonrisa antes de dirigirse hacia la puerta de la mansión.

La luz del sol de la tarde iluminaba el lugar, pero Catalina sentía un escalofrío. Mirando la espalda recta y delgada de Dulcinea, no pudo evitar preguntar:

—¿Aún tienes algo de amor por el señor Fernández?

Dulcinea hizo una pausa, pero no se giró. Tras un momento de reflexión, le dio a Catalina una respuesta contundente:

—No.

Dicho esto, salió por la puerta principal.

Afuera, un reluciente automóvil negro la esperaba con un conductor alemán ya listo para abrirle la puerta.

Dulcinea se subió al coche, sentándose con la espalda recta.

Mientras el coche recorría la avenida de Berlín, los rayos de sol se filtraban por las ventanas, creando un ambiente nostálgico que le recordó su primera cita con Luis.

Recordó cómo su corazón latía con fuerza cuando él le tomó la mano.

Solo habían pasado unos años y la relación entre ellos se había convertido en un cúmulo de resentimien
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