Capítulo 462
Sabía que Ana estaba molesta, pero no quería que ella lo viera en un estado tan lamentable. Por un lado, apreciaba su preocupación y la ternura que le brindaba, pero, por otro lado, se despreciaba a sí mismo.

Ana estaba en el segundo piso, en el balcón, observando en silencio a Mario. Desde que se reencontraron, él había estado peculiarmente sarcástico con ella. Antes, sus palabras ácidas solían llevar un tono de coqueteo, pero hoy no era el caso. Ana lo observaba mientras él estaba sentado en el auto. Por fuera, parecía igual que siempre, pero ella sabía que algo había cambiado en su interior… ¿Estaría preocupado ese hombre tan orgulloso, incapaz de mover las piernas o el brazo derecho?

Así continuaron hasta altas horas de la noche. Ana se duchó y ahora estaba sentada frente al tocador en la habitación de invitados, aplicándose cremas tranquilamente, cuando una mano la abrazó. Mirando en el espejo, vio a Mario.

Él llevaba puesta una bata blanca de baño y apoyaba su rostro en el delgad
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