Capítulo 459
Ana no temía al trabajo duro, pero sí temía herir el orgullo de Mario.

Dos enfermeros altamente profesionales llegaron treinta minutos después para asistir a Mario. Una vez que terminaron de limpiar el baño, Mario se recostó cómodamente en la cabecera de la cama. La presencia de los dos enfermeros hombres en la habitación también incomodaba a Ana. Decidió esperar a que se retiraran antes de entrar.

Dentro de la habitación, la única fuente de luz era una lámpara de lectura encendida por Mario. Al verla entrar, él le hizo un gesto con la mano, invitándola a acostarse a su lado.

Su voz era suave, como si lo ocurrido hace un momento no hubiera sucedido. Ana se acercó y se recostó a su lado, dejándose envolver por sus brazos y el fresco aroma de Mario. Sus manos acariciaban suavemente sus delgados hombros, sin mostrar ningún indicio de deseo.

Después de un rato, la voz de Mario se tornó ronca:

—Tú también lo viste. Ni siquiera puedo bañarme sin ayuda, Ana. Estar con Víctor es lo mejor para
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