Capítulo 457
Tras pronunciar esas palabras, ambos quedaron petrificados.

Especialmente Mario.

¿Cómo pudo olvidar que Ana ahora estaba con Víctor, y él era solo su exesposo? Este tipo de intimidad era una traición; ¿cómo podía esperar poseerla?

Mario, ¡qué ridículo eres!

El ambiente se tornó un tanto gélido. Ana deseaba apartarse, pero Mario la mantenía firme. Susurró con voz apenas audible:

—Permíteme abrazarte un poco más.

Ana no objetó. En ese espacio tranquilo, sin la interrupción de terceros, se dejó llevar por la calidez de su gesto y apoyó su rostro en el cuello de Mario. Sus pieles se rozaban suavemente, emanando un calor reconfortante. En tono suave, murmuró:

—Mario, tarde o temprano llegará el momento en que debamos separarnos. Es inevitable.

Mario entendía que bastaba una palabra suya para que Ana abandonara a Víctor y regresara completamente a su lado. Pero, ¿qué ocurriría después? ¿Podría ofrecerle verdadera felicidad?

Bajó la mirada hacia ella y extrajo una cajetilla de cigarrillos de
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