Capítulo 453
Ana no esquivó la situación. Lo miró fijamente y le dijo:

—No puedo ayudarte. Se han ido al extranjero y no sé cuándo regresarán, y cuando lo hagan... no creo que vivan en el mismo lugar. Debes saber que en estos últimos dos años, mi hermano ha ganado mucho poder en la Ciudad de México, incluso más que yo. Si realmente quieren esconderse, no tengo forma de encontrarlos.

Alberto creyó en sus palabras. Lo único en lo que podía aferrarse era a la bondad de Ana. Pero cuando ella lo dijo, una sonrisa sarcástica se dibujó en su rostro:

—Pensé que para ti, la bondad no tenía ningún valor.

Sin más que decir, Ana se puso sus lentes de sol y se levantó.

—Si tengo noticias, te lo haré saber.

Pero Alberto tomó su mano. Como tantos años atrás, agarró su mano y rozó suavemente la cicatriz en su muñeca… pero en aquel entonces, ella era como un pájaro asustado, y ahora tenía sus alas desplegadas, ya no era aquella mujer vulnerable.

Él la miró fijamente y finalmente dijo las palabras:

—Ana, me gustas.

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