Capítulo 423
A sus 22 años, Mario, con una expresión fría y las manos en los bolsillos, asintió con la cabeza.

Al observar el objeto, frunció el ceño sin querer:

—¿Esto es un pañal desechable, verdad?

La empleada no cesaba de elogiar el producto:

—¡No mancha las sábanas y puedes moverte todo lo que quieras durante la noche sin problemas! Después de probarlos, no querrás dejar de usarlos.

Mario pensó en aquella joven enorme que había visto fuera y consideró que serían perfectos para ella.

Sin embargo, mantuvo su expresión indiferente y no dijo nada.

Al salir, varios cajeros se reunieron para chismear:

—Increíble, ¡qué guapo estaba ese chico! Por su porte, su familia debe de ser muy adinerada. Llevaba un reloj que he visto en anuncios, creo que cuesta más de dos millones.

Al salir del lugar, Ana aún yacía obediente en el asiento trasero.

Le lanzó una bolsa negra:

—Busca un baño público para cambiarte, y luego te llevo a casa. Pero llama primero a tu tía Carmen…

La advirtió de nuevo:

—Si hablas
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