Capítulo 425
Isabel, con humildad y algo de temor por el desacuerdo posible, se acercó a Ana. Incluso llamó a un mesero para reforzar su solicitud. Con una voz suave, preguntó:

—El café se ha enfriado, ¿sería posible traer otra taza? A Ana le fascina el Blue Mountain.

El mesero asintió con una sonrisa cálida y comprensiva.

Después, Isabel se volvió hacia Ana, sus ojos implorantes:

—No tardaremos mucho, ¿podríamos charlar un rato?

Ana, en silencio, accedió a sentarse.

Isabel suspiró aliviada. Cuando el mesero regresó diligentemente con el café, Isabel mostró gran diligencia, aunque Ana apenas reconoció el gesto, aún herida por acciones pasadas de Isabel.

Consciente de sus errores, Isabel mantuvo la compostura y abordó el tema delicado con Ana. Sin entrar en detalles sobre la enfermedad de Mario, simplemente rogó por su apoyo, anhelando la reunificación familiar:

—Tienen dos hijos y ambos llevan el apellido Lewis. Ana, estoy convencida de que aún sientes algo por Mario. No busco tu perdón, solo esp
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