Capítulo 426
Mario se quedó perplejo por un momento, pero luego, su corazón empezó a latir con fuerza.

Ana había vuelto, y con los niños…

Al ver que Mario no reaccionaba, el conductor Mateo habló con un tono aún más alegre:

—Oye, la pequeña Emma ha crecido mucho, ¿y el pequeño Enrique ya camina, cierto? Se ve muy bien, es igualito a ti.

Emma, Enrique…

El corazón de Mario latía acelerado, y sin poder contenerse, exclamó:

—¡El hijo de Ana y yo, claro que se parece a mí!

Con las piernas temblorosas, abrió la puerta del coche y vio a Ana.

Ella estaba acomodando las maletas en la cajuela. Emma, una niña de seis años, encantadora y alta, estaba a su lado, y Enrique, que apenas superaba el año, estaba en brazos de su niñera, tal como había dicho el conductor, muy parecido a Mario.

Los ojos de Mario se llenaron de lágrimas; era la primera vez que realmente veía a Enrique.

También había pasado mucho tiempo desde que había visto a Emma.

Los extrañaba profundamente.

Ana cerró la cajuela y justo cuando iba a
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