Capítulo 258
Ana abrió el mensaje, era un documento enviado por Alberto pidiéndole que lo imprimiera. Decidió dejarlo de lado por el momento y levantó la vista para hablar con Mario. Pero Mario ya se estaba dirigiendo hacia las escaleras, diciendo con indiferencia: —Si tienes algo que decir, podemos hablar cuando regrese del extranjero.

En medio del agradable clima primaveral, Ana se sentía helada por dentro. Observó a su esposo alejarse, a la distinguida figura de Mario, y dijo suavemente: —Mario, siempre dices que no te trato como a un esposo, pero ¿alguna vez me has tratado como a tu esposa? Tus aventuras, tu ambigüedad con Sofía, puedes decir que lo haces para molestarme. Pero sabes muy bien qué papel jugó Cecilia en nuestro matrimonio, y ahora, para ir al extranjero a verla, ni siquiera tienes tiempo para escucharme...

Mario se detuvo. Después de un momento, se giró y la miró en silencio: —Entonces, ¿de qué quieres hablar?

Ana estaba a punto de hablar cuando el teléfono de Mario sonó en su bol
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