Capítulo 266
Mario acarició suavemente la mejilla de Ana y luego, sin poder resistirse, tocó el suave lóbulo de su oreja. Esa área era particularmente sensible para Ana, y cada vez que Mario quería mimarla, solía morder suavemente ahí, lo que solía hacer que Ana respondiera con mayor ternura y cuidado.

Llevaba mucho tiempo reprimiendo sus deseos, y al recordar los momentos íntimos que habían compartido, su voz se tornó ligeramente ronca al hablar: —Voy a traer el coche. Pide a las sirvientas que suban a buscar un abrigo para ti, hace fresco afuera.

Se levantó y se alejó, dejando a Ana observando su espalda.

Mario siempre había sido impecable en su apariencia. En ese momento, llevaba una camisa gris oscuro y un traje hecho a mano que destacaba su elegancia y distinción. No era de extrañar que tantas jóvenes se sintieran atraídas por él.

Ana bajó la mirada y acarició suavemente su vientre. Reflexionaba con calma que, después de todo, no era tan difícil fingir una relación amorosa con Mario.

La sirvi
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