Capítulo 250
La atmósfera en la habitación seguía siendo animada.

Leo estaba allí; su relación con Mario había sido tensa desde siempre debido a Ana.

Cuando se encontraban, apenas se saludaban.

Al llegar la madrugada, pocos hombres quedaban en la habitación.

Mario seguía recostado en el sofá, fumando sin expresión alguna, rodeado de colillas en el cenicero.

Leo lo miró con desdén y burlonamente comentó: —¿Qué pasa, señor Lewis? ¿Problemas en la vida sexual con tu esposa que vienes a ahogar tus penas en el alcohol? Es doloroso estar enamorado. Ana sufrió por ti durante años, y ahora parece ser tu turno.

Mario le respondió con desprecio: —¡Nuestra relación está bien!

Dicho esto, apagó su cigarrillo y se levantó, diciendo: —Incluso si Ana no me quisiera, ella sigue siendo mi esposa. ¡Leo, nunca podrás tenerla!

Leo provocó a propósito: —¿Ah sí? Creo que tengo una oportunidad con ella.

Mario lo ignoró y se dirigió al baño.

Al abrir el grifo dorado, unos brazos femeninos lo rodearon por detrás.

La m
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