Capítulo 148
Después de un rato, Mario finalmente se detuvo. Apenas separando sus labios de los suyos, murmuró: —No tienes permiso para gustarte de él.

Ana lo empujó, respondiendo con frialdad: —¡Voy a pedir algo de comer! ¿Qué es eso de gustar o no gustar? ¡Qué infantil!

Pero él la atrajo de nuevo hacia sí.

Mario la besó otra vez, elevándola mientras la besaba.

A pesar de los años de matrimonio, Ana recién experimentaba la intensidad y locura de Mario en el aspecto sexual. Cuando finalmente la soltó, las piernas de ella temblaban incontrolablemente...

Ella le avergonzaba incluso recordar lo que acababa de suceder.

¡Mario era un animal! Su apariencia refinada no era más que una fachada. En realidad, no era diferente de los hombres lascivos y vulgares... incluso podría ser más extremo.

Ana no estaba enamorada de él. Había amado profundamente a Mario, había visto su elegancia, su riqueza, y el cariño y ternura que mostraba cuando era necesario... Todo eso sería irresistible para una joven que reci
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