El tráfico estaba fatal esa mañana, justo tenía su primera entrevista con su jefe, miró una forma de salir del atolladero y se metió por una calle alterna; sin embargo, un tipo tuvo la misma idea, su auto era un convertible del año y prácticamente se cruzó frente al suyo y ¡zas! Chocaron.
—Oiga—se acercó, no lo veía bien—me chocó.
Él se rio y dijo descaradamente:
—No nena, tú me chocaste a mí.
—Te cruzaste en mi camino, era mi giro y tú te metiste arbitrariamente.
Lauren había tenido un mal día con su departamento destrozado por la loca de su ex.
—¿Decías muñeca?
Se las traía con un galán de medio pelo y le dijo:
—Oye galán, me debes la reparación.
—¿Tienes seguro?
—Claro.
—Entonces solucionado.
Solo eso. Ella consultó su reloj y maldijo subiendo a su auto, el sujeto seguía dentro del suyo obstruyéndole el paso.
—Oiga, algunos tenemos vidas que vivir.
Lauren enarcó una ceja, como si le importara la vida de los demás. La mujer pitó varias veces, criatura molesta, pensó él, le dio marcha a su auto y de retro golpeando el auto de ella de nuevo, si jodió el de él se jodió. Toma por cretina, luego salió a toda velocidad de la escena.
Dafne solo pudo pensar: Esto no se va a quedar así bonito, creyó que podía escaparse, eso se volvió personal, fue tras él, llamó al 911 y les pidió ayuda:
—Convertible, negro, placas—sorteaba unos autos hasta poder estar detrás de él—se las dicto, tome nota…
Lo vio entrar en el estacionamiento de las empresas Montessori y ella detrás, cuando lo vio bajar lo tomó del brazo:
—¿A dónde estimas que vas?
El sujeto estaba sorprendido, esa mujer estaba loca:
—Escucha, no sé qué quieres, solo habla con tu aseguradora.
—Me chocaste de adrede la segunda vez.
Ambos vieron entrar a la patrulla y les gritó
—¡Es él!
Lauren no podía juzgar lo que le pasaba:
—Me chocó dos veces, la segunda de adrede.
—Dije que le pagaría los daños.
—Y no me dio ni tarjeta, este sujeto supone que todos estamos para perder el tiempo, tengo cuentas que pagar, amigo, y mi auto a diferencia del tuyo me es necesario.
Ante esto, Lauren sacó una tarjeta y la dio a la joven:
—Bien, comuníquese con mi agente de seguro.
Había ganado un round, no estaba tan mal, ahora podía ir a su entrevista de trabajo más segura de sí misma.
Entró casi corriendo y vi a la recepcionista:
—Hola, tengo una entrevista con…—verificó el papel que le dio Nicole—Lauren Montessori.Ella revisó y le dijo:
—Piso tres, oficina dos.
Agradeció y corrió al ascensor, tenía tres minutos para llegar y hubiera llegado antes, si no fuese por el idiota del auto.
Cuando la puerta se abrió había hecho varios ejercicios de respiración en el camino para relajarse y se apersonó en un sitio tan elegante y exclusivo. La recepcionista era tan elegante.
—Buenos días, el señor Lauren Montessori.
—¿Tiene cita?
—Sí, para una entrevista de trabajo, es en un minuto.
—La atenderá en un momento.
Le indicaron una puerta y ella tocó y entró, la oficina era elegante, piso de mármol negro reluciente, todo el ambiente era muy exclusivo con cuadros caros en las paredes, las sillas la chiflaron, eran tan pachoncitas y de un tono blanco inmaculado.
No había nadie visible, así que se sintió rara, se acercó a ver uno de los cuadros cuando…
Lauren frunció el ceño viendo a la mujer observando una de sus pinturas.
—¿Quién es usted?
Dafne dio la vuelta y se topó con el sujeto del incidente, Dafne consultó con la tarjeta y decía Lauren Montessori, ¡Pasumecha! Ese era su futuro jefe.
—¡Tú eres Dafne Daniels!
¡Rayos! Esa voz se le hacía conocida… Sacudió la cabeza y preguntó:
—¿Usted es el jefe?
—Así es.
Estaba en problemas y trató de sacar su lado profesional:
—Espero podamos hablar de mis capacidades.
—De manejo, nulas, de impulsiva y gritona, no me interesa, esta despedida.
Eso le pareció un descaro y le dijo:
—¿Cómo puede despedirme si no me ha contratado?
—Entonces tienes el puesto y ahora te despido.
Era muy confuso ese sujeto, al igual que bello, muy bello, sacudió su cabeza, percibió lo fuerte de su colonia… Era fuerte, sexi:
—No puede hacerme esto.
—¿Y tú si puedes traerme a la policía y armar un escándalo?
Era su round contra los hombres y tenía que ser su futuro jefe.
—Escuche, comenzamos mal.
—Realmente muy mal…—tomó asiento.
Ni siquiera le dijo que se sentara y entonces tomó la iniciativa:
—Necesito este trabajo.
—¡Qué pena!
—Soy muy buena trabajadora.
Nada, como una roca, ni pena le daba, era terrible, entonces intentó darle por su lado…
—Usted es un hombre inteligente y se ve que es ante todo un hombre bueno y considerado…
Lo veía asentir, parecía que le encantaba que se humillaran ante él y ese perfume la ponía mal.
—Continúe…—la animó.
Sabía que se burlaba de ella y que no lo conmovía de nada, era humillante, entonces le dijo:
—Sé que no le importa, total…—miró a todos lados—usted vive bien, come de lo mejor y se ve que la vida de los demás le importa muy poco.
Tomó su cartera y lo miró altiva:
—No voy a rogarle a un hombre que ni manejar bien sabe.
Caminó hacia la puerta lo más digna posible, con la cabeza en alto, conteniendo las lágrimas y ocultando su frustración, entonces…
—Espere, señorita Daniels.
Se detuvo cuando giraba el pomo de la puerta.
—No quiero quedar como un hombre cruel y despiadado ante una… dama.
Había tanto sarcasmo en su tono de voz, se dio la vuelta para ver sus ojos verdes intensos, mirarla fijamente.
—Tal vez me excedí, no esperé todo esto, pero… Revisé sus datos y me pareció que tenía lo que necesito.
Dafne se relajó y se acercó con cautela:
—Tome asiento por favor. ¿Nos hemos visto antes?
Es que era tan confuso, se le hacía familiar y a la vez…
—No, no creo yo… No.
—Comenzamos muy mal… Mi nombre es Lauren Montessori, soy el vicepresidente de los emporios gastronómicos Montessori, nuestras empresas necesitan un supervisor y usted es la más apta para el puesto.
Se removió en su puesto, algo tenía ese sujeto que la ponía mal:
—¿Le interesaría trabajar para nosotros?
—Por supuesto, sería todo un honor.
Entonces el tono de la entrevista cambió:
—¿Es soltera?
—Sí…
—¿Tiene novio?
—No, por el momento.
—¿Disponibilidad de tiempo para viajar conmigo?
—Sí, claro—aunque pensó en su hijo—Soy muy profesional.
—Empezaría su capacitación en este instante y supervisaré sus… movimientos dentro de la empresa personalmente.
Se estremeció por el tono de voz usado en la palabra “movimientos”, intentó sonreír, al menos la tormenta había pasado.
Iba a tomar un curso sobre la historia de cómo comenzó la familia Montessori en el negocio gastronómico, era impresionante la cantidad de restaurantes que habían puesto en las diferentes ciudades e internacionalmente, con las estrellas Michelines ganadas por sus creaciones y calidad.
Pasó dos horas maravillándose de la historia de los inmigrantes italianos y cómo de la nada fundaron un imperio gastronómico.
En la mente la voz de Lauren Montessori flotaba causando extrañas sensaciones en su interior, intentaba recordar de dónde podía haber conocido a ese sujeto, le entregaron un folleto con todos los productos de la empresa para que los estudiara y le dieron un pequeño tour gastronómico con la degustación de los embutidos, salsas insignes de la familia.
No entendía a ese tal Lauren Montessori, parecía ni saber freír un huevo, no tenía ese aire de chef, ¿entonces qué hacía en las empresas?
El video contaba la historia y eventos especiales en los que habían participado y entonces vio un evento en el hotel, Resort Paradise, los Montessori habían hecho el bufete para ese evento: El de la reina Miss Tropical, el que ella había ganado… Engulló saliva, Lauren Montessori, podía ser el hombre con el que había tenido una noche loca y era más aterrador: Podía ser el padre de Bruno, entonces recordó la cadena del sol y la M, eme de Montessori.
Su corazón latía velozmente y tuvo que salir del sitio para respirar, sintió miedo y pesar, estaba aterrada ante la idea de que la vida la haya acercado al posible padre de su hijo…
Su móvil sonó en esos momentos y era su hijo, Bruno:
—Mami, ya llegué.
Tenía que portarse serena ante los hechos y le dijo con toda la dulzura que había en ella:
—Hola, amor, te dejé el almuerzo de calentar en el microondas, come todo, llegaré por la tarde.
La voz de su hijo se escuchó fuerte y clara, era tan solo un niño de seis años ajeno a los problemas del mundo y le gustaba que fuese así.
—Mami es que no quiero comer verduras.
—Mi amor, es lo que hay entonces tendremos una charla definitiva esta noche.
Entonces detrás de ella se escuchó…
—¿Mi amor? ¿Acaso no dijo que era soltera?
La voz de Lauren Montessori la hizo saltar en su puesto, estaba en problemas.
Estaba muda, la había sorprendido y él insistió en preguntar: —¿Hablaba con su novio? Reaccionó. —¿Novio?—rio nerviosa—no tengo novio, es un familiar mío, solo eso. —¿Sucede algo? —No… —¿Está segura de que no nos conocemos? Esa m*****a pregunta y ella sin poder responderle: Claro, tal vez seas el padre de mi hijo. Entonces balbuceó: —Yo… No, para nada… —Ok, deseo que vaya al curso para que pueda aprender todo. Su corazón retumbaba en su interior, no sabía cómo iba a salir de esa situación, es más, no tenía ni idea de qué hacer ante esa situación, jamás pensó que el hombre de esa noche ahora fuera su jefe, ¿y si se acordaba de ella? Dios mío, no podía dejar que eso pase y necesitaba el empleo, era para tirarse a llorar en esos momentos. El pequeño Bruno miraba la comida que su madre le había dejado, era carne, ensalada y arroz, no le gustaba, él deseaba otra cosa, pero tenía prohibido usar la cocina, otra cosa era el microondas. Le dijo a su niñera: —Hable con mi mami y di
—¿Has estado en Grecia?—No…—¿Australia?—No, no he viajado mucho.—Entonces me equivoqué.El corazón de Dafne se aquietó y respiró aliviada y él comentó:—Siento que te conozco, pero no recuerdo de donde.—Mi rostro es común…Lauren la miró de soslayo y no tenía un rostro común, era bella, muy bella, como una preciosa muñeca.Llegaron al restaurante Ícaro, tenía el monograma del sol y la M en medio.—Montessori Ícaro es un restaurante que se caracteriza por sus entradas con platillos netamente italianos con un toque asiático, además de sus postres.Le seguía el paso y todos lo saludaban con respeto y él asentía:—Cuidamos de todos los detalles—señaló las luces.Hermosos candelabros clásicos iluminaban en el entorno, era un restaurante en donde la imagen de Ícaro cerca del sol se podía sentir, además de detalles de dorado en las paredes.Los menús eran tan elegantes y tenían el monograma de la familia en alto relieve y con letras doradas, Dafne pasó su mano sobre él y Lauren se acerc
Estaba junto a él que estaba herido en el hombro, los gritos de la mujer retumbaban en todo el salón maldiciendo la vida de Lauren a los cuatro vientos, mientras los comensales estaban impresionados con lo pasado. Llamaron a una ambulancia y lo llevaron de emergencia al hospital.—Todo va a salir bien—repetía ella nerviosa.¡Santo Dios! No podía creer lo que había pasado, cuando llegaron al hospital lo trasladaron hacia emergencias y a ella la detuvieron.—¿Es usted familiar?Ni lo pensó y dijo de pronto:—Soy su novia.Le dieron pase y no podía imaginar lo que esa respuesta iba a causar, le dijeron que iban a realizarle estudios y ella daba vueltas en la sala de espera.La familia Montessori se movilizaLa noticia impactó al círculo Montessori que fueron inmediatamente al hospital para tener razones de Lauren y cuando llegaron…—Dígame algo sobre mi hermano, Lauren Montessori.—El señor Montessori está siendo intervenido en estos momentos para sacarle la bala.—¿Quién autorizó eso?—
Julia trabajaba una masa, sentía que eso la relajaba, el aroma a canela se extendía por toda la cocina, mientras tarareaba una vieja canción de su tierra, entonces esbozó una sonrisa, le dio ganas de bailar, siempre le daba ganas de bailar al ritmo de la música de su tierra, tantos recuerdos se agolpaban en su interior. Jean Carlo entró con una cesta de hierbas. —Es una mañana muy calurosa, como las mañanas en Saluzzo. —Hermosas mañanas en Saluzzo, Dio bendiga a Saluzzo—decía ella rociando un poco de harina—hace tiempo que no vamos por allá. —Certo, pero todo funciona de maravilla en la villa, en tutto lado. Entonces Julia pensó en Lauren: —Me preocupa nuestro figlio… Esa vida que tiene tan llena de excesos, las mujeres queriendo su cabeza… —Approvo a quella ragazza. —Yo también… Pero tu hijo siempre lo arruina todo. —Esta vez no… La mujer entonces dejó todo de lado y llamó a su hija: —Livana, ¿has hablado con Lauren? —Mamá, el mundo no gira en torno a Lauren. Ella se eno
Lauren estaba con la boca abierta ante este hecho, la mujer tenía la mirada baja y el silencio que imperaba se rompió cuando él dijo: —¿Cuántos años tiene? —Seis… Eso cambiaba todo… —¿Por qué no lo dijiste antes? —Quería el empleo y en algunas empresas el requisito es soltera o sin cargas. Lauren intentaba asimilar lo dicho: —¿Y el padre? Silencio. —¿Tiene padre el niño? Ella lo miró y se dijo para ti: El padre eres tú, idiota. Entonces se encontró diciendo: —Soy madre soltera. No lo hubiera imaginado, no de ella, se la veía bastante distinta… —Eso cambia las cosas. —Por eso esto es una locura. —Aunque… Su mente comenzaba a pensar en una idea. —¿Aunque? —Podría funcionar, eso me daría mayor sentido de responsabilidad ante mis padres… —Espere, no meteré a mi hijo en algo como eso. —Considéralo, necesitas dinero, tienes un hijo, yo necesito un compromiso formal, ¿qué más formal con una madre soltera? Ella se levantó molesta y le dijo rotunda: —¡No me voy a prestar
Lauren tomó el control de la situación y comenzó a explicarle las cosas al pequeño: —Estos cestos para helado son hechos de camote. —¿Qué es camote? —Es una batata o papa dulce, se pueden hacer chips con ellas o tortas, incluso estas cestas para helados innovadores—partió un pedazo—prueba. El niño probó y entonces le dio su opinión: —Sabe rico, crujiente y es diferente. —¿Te gusta lo diferente? —No me molesta. —Podemos combinar con helado de arroz con leche, ¿has probado el arroz con leche? —Sí, creo que sí. —Prueba este—le daba una pequeña porción—¿y bien? Era tan delicioso, sus mejillas se pusieron sonrosadas. —Es delicioso, muy rico. —Tenemos helados de ciruela verde, roja y amarilla, son helados diferentes, más tropicales queremos hacer un homenaje a comidas de otros países. —Es simplemente delicioso. Lauren sonrió y le indicaba los pasteles: —Un postre no solo debe de verse bien, debe saber bien y ser una fiesta en la boca de un comensal. El niño veía los distinto
Cuando Livana vio esas personas se extrañó. —No recuerdo haber invitado a ese hombre. Julia entonces le dijo sorprendida a su hija: —Descuida es un amigo mío. Ella fue a recibirle un tanto nerviosa: —Florentino. —¡Julia! Ella esbozó una dulce sonrisa: —¡Cuánto tiempo, querido! —Veo que la vida no te ha tratado tan mal. —La vida me ha tratado bien, ¿y a ti? Florentino dijo entonces: —A veces he tenido que enfrentarla. Lauren miraba al sujeto un tanto desconcertado por la familiaridad de su madre con él, no era que no hubiera cordialidad, notó que había afecto. Dafne veía la mesa llena de diversos bocaditos y comentó: —Nunca había visto nada tan exquisito. Su hijo se empinaba para tomar un vaso de un postre. —Bruno, hijo, deja que te den. —Pero yo deseo probar ese postre, dicen que es un flan de café. —Espera a que te den. Lauren se acercó y vio la carita de lluvia del niño: —¿Qué le hiciste? —Quería tomar uno de esos vasos y le dije que no. Lauren entonces le pasó
Estaba muda viendo la mirada de sorpresa de ambos hombres y solo pudo decir: —Buscaba el baño… Florentino miró a Jean Carlo y le dijo en tono de advertencia. —Hablaremos luego. Salió rozando a la joven y ella un poco atontada por el alcohol, ¡Qué momento más incómodo! Jean Carlo le dijo: —Lo que escuchaste… —Descuide, no sé nada. Se recompuso para volver al salón principal, Lauren reía junto a Bruno, estaban muy cercanos y ella tenía que hacer algo, se acercó a ellos: —¿Todo bien? —Mamacita, Lauren me va a enseñar a cocinar. —¡Claro qué no! Tenía que detener eso y le dijo a su hijo: —Eres todavía muy pequeño y no es correcto que te expongas. Lauren la tomó del brazo y le dijo a la joven: —Cariño, no desilusiones al niño, con un maestro como yo estará seguro. ¿Maestro? ¿Ahora era maestro? Entonces Lauren la notó rara y preguntó en voz baja: —¿Estás ebria? —Un poquito… Es el licor de los postres. Lauren estaba sorprendido porque nunca conoció a alguien que se embriagara