Estaba muda, la había sorprendido y él insistió en preguntar:
—¿Hablaba con su novio?
Reaccionó.
—¿Novio?—rio nerviosa—no tengo novio, es un familiar mío, solo eso.
—¿Sucede algo?
—No…
—¿Está segura de que no nos conocemos?
Esa m*****a pregunta y ella sin poder responderle: Claro, tal vez seas el padre de mi hijo. Entonces balbuceó:
—Yo… No, para nada…
—Ok, deseo que vaya al curso para que pueda aprender todo.
Su corazón retumbaba en su interior, no sabía cómo iba a salir de esa situación, es más, no tenía ni idea de qué hacer ante esa situación, jamás pensó que el hombre de esa noche ahora fuera su jefe, ¿y si se acordaba de ella? Dios mío, no podía dejar que eso pase y necesitaba el empleo, era para tirarse a llorar en esos momentos.
El pequeño Bruno miraba la comida que su madre le había dejado, era carne, ensalada y arroz, no le gustaba, él deseaba otra cosa, pero tenía prohibido usar la cocina, otra cosa era el microondas.
Le dijo a su niñera:
—Hable con mi mami y dijo que podía hacer una salsa de queso en el microondas.
—Bueno…
Fue a la cocina y sacó leche de la refrigeradora y un sobre de salsa de queso y lo mezcló, luego al microondas y esperó, luego salió la salsa y la llevó hacia la mesa y bañó las legumbres con esa salsa:
—Con salsa de queso todo sabe bien.
Comía con deleite su plato.
La mente de Dafne estaba dividida entre lo que le enseñaban y lo descubierto, cabía una posibilidad de que no sea cierto, que tal vez su mente le jugara una mala broma.
Tal vez el sujeto de esa noche usaba ese mismo tipo de colonia y eso era todo una mala asociación de recuerdos… Lo de la cadena, podía ser una moda, algo más. Aunque su voz la estremecía, era un tono que hacía vibrar lo más hondo de su ser.
Sacudió su cabeza y se concentró en empaparse de todo lo que la familia Montessori había logrado en 40 años en el país, era todo un lujo y degustar las comidas era otro.
—Estos embutidos, están sabrosos.
—Son la especialidad de la familia, es una receta única—explicó el chef.
El vino era otra cosa, bebió tan solo un poco y sintió tan rico en su boca.
—Me encanta.
—Debes de estar atenta a todo, mañana debes hacer un recorrido por uno de los restaurantes en donde te explicarán todos los detalles.
Sonrió, era el trabajo más importante de su vida y además el más inquietante, si lo conservaba su situación económica mejoraría, tal vez hasta podía cambiarse de departamento por uno más céntrico y amplio y solo tal vez… El padre tan soñado para Bruno estaba cerca.
Esa noche, abrazando el catálogo para estudio y un sanduche de jamón ahumado y una salsa especial para su hijo, llegó a casa. Lo encontró viendo televisión.
—Bruno, mi amor.
—Mami—dijo entusiasmado.
Lo abrazó con fuerza, en ese momento era lo que su corazón más quería y le dijo:
—Te traje un rico sanduche de donde trabajo.
Él tomó el envase y lo abrió, luego olió, eso le pareció extraño y le preguntó:
—¿Qué es eso Bruno?
—Los chefs de la tele hacen eso, es para poder fijar olores y aromas.
Ella rio a lo tonto y le dijo:
—Pero tú no eres un chef, querido.
—Quiero ser uno…
Eso llamó su atención y lo vio comer un bocado y quedarse pensativo.
—¿Por qué deseas ser un chef?
Bruno la miró con sus ojos verdes intensos… Dios mío, tenía el color de ojos de ese hombre.
—Es lo que me gusta, hoy me comí los vegetales con una salsa de queso, eso me gusta, creo que se puede comer cualquier cosa con una salsa de queso.
—¿Te gustó el sanduche?
—Sí, es exquisito.
Podía ver sus mejillas sonrosadas, su hijo era su mayor bendición y no quería que nada lo afectase.
¡Qué día! Ahora tenía que solucionar lo del seguro, se contactó con el asegurador y le dio los datos de Montessori. Iba a andar sin auto una semana, ni más ni menos.
Bruno miraba el catálogo con suma atención y de cuando en cuando mordía su sanduche, había la imagen de un chef presentando un plato que se juzgaba delicioso. Siempre le impresionaron los hombres con ese sombrero blanco, es más, se soñaba usando uno y presentando una rica comida a todos.
Cuando salió lo encontró bastante absorto mirando el folleto:
—Tengo que estudiar eso y aprendérmelo de memoria.
—¿Esto lo hacen tus jefes?
—Sí y son muy profesionales.
Bruno la miró con sus ojitos verdes y preguntó:
—¿Cuándo crezca puedo ser Chef?
Era toda una pregunta y le respondió:
—Claro, cuando crezcas podrás ser lo que desees.
Bruno sonrió emocionado y lo llevó a cambiarse para dormir.
—Creo que a mi papá le debe gustar la cocina.
Eso sorprendió a Dafne.
—¿Por qué piensas eso?
—Me encanta, me gusta mucho…
Dafne sonrió y lo hizo recostarse y entonces le comentó:
—Sea lo que sea que le guste a tu padre, si tú lo tienes es maravilloso.
Contemplar a su hijo dormir en tanta paz sin saber lo que lo rodeaba era complicado, se recostó a mirar el techo y pensar en esa noche, tenía que recordar algo más…
Bebió algunos cocteles, se sentía la reina del mundo, su primer reinado, en ese momento era como una diosa que había llegado a lo alto y… No recordaba del todo, era confuso… Luego se saltaba su mente a la puerta de la habitación, a los besos de ese sujeto con la nube en su rostro, su voz… Su premura por tocarla y conseguirla… Luego la rosa… La cadena en el piso, cerca de su zapato de taco. No, no podía sacarlo del todo.
Lauren estaba revisando su móvil cuando pensó en la chica nueva, la relajosa, esa… Era raro, sentía que la conocía, normalmente para él todas las mujeres eran iguales, ahora esta tenía un bello cabello negro y un cuerpo de dar mil vueltas, perfecto.
Sus ojos grises tenían una mirada culpable… Eso lo cautivaba y además se ponía nerviosa a su lado, eso también le gustaba, pero sentía que la conocía, aunque no sabía de dónde.
Giacomo lo llamó en ese momento:
—Hola, ¿todo bien?
—Sí, todo…
—Papá te llamó, ¿verdad?
—Sí, me dio un ultimátum sobre el tema…
—¿No has visto las redes sociales?
—No…
—Esa novia tuya dice pestes de ti y papá está muy molesto.
Él revisó y Celia lo acusaba de ególatra, de aprovechado y otras cosas más de grueso calibre.
—Rayos…
—Escucha, sé que es tu vida, pero… Es la imagen de la familia, haz lo que nuestro padre dice y formaliza con alguien.
Cómo si fuera fácil aquello.
—Escucha, no es tan fácil.
—Tienes tres meses para conseguirlo.
—¿Consideras que en tres meses encontraré una futura esposa?
—Hermano, has tenido seis años para saber lo que quieres… Estimo que debes pensar en lo mejor.
Cerró sus ojos y maldijo su suerte, entonces juzgó que debía hacer algo para engañar a su padre y a toda la familia. Llamó a Dante, su mejor amigo.
—Dante, necesito tu consejo…
—Bien, para qué soy bueno.
—Debo conseguir una novia oficial para dentro de tres meses y casarme.
Eso sí era todo un plan.
—Escucha mujeres dispuestas a casarse, hay miles, ahora que te agraden muy pocas.
—Dame una idea…
—Es que…
—Piensa por mí…
Dante entonces le dijo lo primero que se le ocurrió al ver a su esposa devorando un libro romántico:
—Un matrimonio contractual.
—¿Eso en qué me convendría?
—Bueno, tú pones las reglas con la persona y ella mediante ese contrato firmado las obedecería.
—Entiendo…
—Es una gran ventaja, el personaje del libro que lee mi esposa hizo eso con la chica.
—Entiendo… yo tendría el control.
—Así es…
—Gracias por todo.
Ahora tenía que armar un documento en donde estaría estipulado todo lo que esperaba de esa relación.
Entonces…
Lo bueno de ir en taxi es que le daba tiempo de poder estudiar los productos con suma atención.
Livana Montessori había ganado premios por sus postres, Giacomo el segundo había ganado premios a la excelencia en creación de las mejores salsas para carnes y otros por el vino de la familia. Entonces pensó en Lauren, no se decía de él nada, solo salía en las fotos de la familia.
Cuando llegó entró con el folleto y se encontró con Nicole que estaba contenta.
—Hola, querida, ¿cómo te va?
—Genial, estoy estudiando todo esto y espero poder estar lista para todo.
—Esa es la actitud…
Vieron llegar a Lauren y este se acercó a ellas:
—Señora, ¿lista para la jornada?
Asintió un poco nerviosa:
—Iremos a supervisar uno de los restaurantes para que te familiarices con lo que deseo.
Salieron en su auto, era otro auto por supuesto, deportivo y caro, no decía nada, eso la tenía incómoda y restregaba sus manos nerviosas sin saber qué decir.
—No estés nerviosa, no muerdo…
—No estoy nerviosa—mintió.
Entonces Lauren dijo de pronto:
—Ya sé de dónde te recuerdo…
La mirada de Dafne era de terror absoluto, Dios mío, ¡se había acordado de todo!
—¿Has estado en Grecia?—No…—¿Australia?—No, no he viajado mucho.—Entonces me equivoqué.El corazón de Dafne se aquietó y respiró aliviada y él comentó:—Siento que te conozco, pero no recuerdo de donde.—Mi rostro es común…Lauren la miró de soslayo y no tenía un rostro común, era bella, muy bella, como una preciosa muñeca.Llegaron al restaurante Ícaro, tenía el monograma del sol y la M en medio.—Montessori Ícaro es un restaurante que se caracteriza por sus entradas con platillos netamente italianos con un toque asiático, además de sus postres.Le seguía el paso y todos lo saludaban con respeto y él asentía:—Cuidamos de todos los detalles—señaló las luces.Hermosos candelabros clásicos iluminaban en el entorno, era un restaurante en donde la imagen de Ícaro cerca del sol se podía sentir, además de detalles de dorado en las paredes.Los menús eran tan elegantes y tenían el monograma de la familia en alto relieve y con letras doradas, Dafne pasó su mano sobre él y Lauren se acerc
Estaba junto a él que estaba herido en el hombro, los gritos de la mujer retumbaban en todo el salón maldiciendo la vida de Lauren a los cuatro vientos, mientras los comensales estaban impresionados con lo pasado. Llamaron a una ambulancia y lo llevaron de emergencia al hospital.—Todo va a salir bien—repetía ella nerviosa.¡Santo Dios! No podía creer lo que había pasado, cuando llegaron al hospital lo trasladaron hacia emergencias y a ella la detuvieron.—¿Es usted familiar?Ni lo pensó y dijo de pronto:—Soy su novia.Le dieron pase y no podía imaginar lo que esa respuesta iba a causar, le dijeron que iban a realizarle estudios y ella daba vueltas en la sala de espera.La familia Montessori se movilizaLa noticia impactó al círculo Montessori que fueron inmediatamente al hospital para tener razones de Lauren y cuando llegaron…—Dígame algo sobre mi hermano, Lauren Montessori.—El señor Montessori está siendo intervenido en estos momentos para sacarle la bala.—¿Quién autorizó eso?—
Julia trabajaba una masa, sentía que eso la relajaba, el aroma a canela se extendía por toda la cocina, mientras tarareaba una vieja canción de su tierra, entonces esbozó una sonrisa, le dio ganas de bailar, siempre le daba ganas de bailar al ritmo de la música de su tierra, tantos recuerdos se agolpaban en su interior. Jean Carlo entró con una cesta de hierbas. —Es una mañana muy calurosa, como las mañanas en Saluzzo. —Hermosas mañanas en Saluzzo, Dio bendiga a Saluzzo—decía ella rociando un poco de harina—hace tiempo que no vamos por allá. —Certo, pero todo funciona de maravilla en la villa, en tutto lado. Entonces Julia pensó en Lauren: —Me preocupa nuestro figlio… Esa vida que tiene tan llena de excesos, las mujeres queriendo su cabeza… —Approvo a quella ragazza. —Yo también… Pero tu hijo siempre lo arruina todo. —Esta vez no… La mujer entonces dejó todo de lado y llamó a su hija: —Livana, ¿has hablado con Lauren? —Mamá, el mundo no gira en torno a Lauren. Ella se eno
Lauren estaba con la boca abierta ante este hecho, la mujer tenía la mirada baja y el silencio que imperaba se rompió cuando él dijo: —¿Cuántos años tiene? —Seis… Eso cambiaba todo… —¿Por qué no lo dijiste antes? —Quería el empleo y en algunas empresas el requisito es soltera o sin cargas. Lauren intentaba asimilar lo dicho: —¿Y el padre? Silencio. —¿Tiene padre el niño? Ella lo miró y se dijo para ti: El padre eres tú, idiota. Entonces se encontró diciendo: —Soy madre soltera. No lo hubiera imaginado, no de ella, se la veía bastante distinta… —Eso cambia las cosas. —Por eso esto es una locura. —Aunque… Su mente comenzaba a pensar en una idea. —¿Aunque? —Podría funcionar, eso me daría mayor sentido de responsabilidad ante mis padres… —Espere, no meteré a mi hijo en algo como eso. —Considéralo, necesitas dinero, tienes un hijo, yo necesito un compromiso formal, ¿qué más formal con una madre soltera? Ella se levantó molesta y le dijo rotunda: —¡No me voy a prestar
Lauren tomó el control de la situación y comenzó a explicarle las cosas al pequeño: —Estos cestos para helado son hechos de camote. —¿Qué es camote? —Es una batata o papa dulce, se pueden hacer chips con ellas o tortas, incluso estas cestas para helados innovadores—partió un pedazo—prueba. El niño probó y entonces le dio su opinión: —Sabe rico, crujiente y es diferente. —¿Te gusta lo diferente? —No me molesta. —Podemos combinar con helado de arroz con leche, ¿has probado el arroz con leche? —Sí, creo que sí. —Prueba este—le daba una pequeña porción—¿y bien? Era tan delicioso, sus mejillas se pusieron sonrosadas. —Es delicioso, muy rico. —Tenemos helados de ciruela verde, roja y amarilla, son helados diferentes, más tropicales queremos hacer un homenaje a comidas de otros países. —Es simplemente delicioso. Lauren sonrió y le indicaba los pasteles: —Un postre no solo debe de verse bien, debe saber bien y ser una fiesta en la boca de un comensal. El niño veía los distinto
Cuando Livana vio esas personas se extrañó. —No recuerdo haber invitado a ese hombre. Julia entonces le dijo sorprendida a su hija: —Descuida es un amigo mío. Ella fue a recibirle un tanto nerviosa: —Florentino. —¡Julia! Ella esbozó una dulce sonrisa: —¡Cuánto tiempo, querido! —Veo que la vida no te ha tratado tan mal. —La vida me ha tratado bien, ¿y a ti? Florentino dijo entonces: —A veces he tenido que enfrentarla. Lauren miraba al sujeto un tanto desconcertado por la familiaridad de su madre con él, no era que no hubiera cordialidad, notó que había afecto. Dafne veía la mesa llena de diversos bocaditos y comentó: —Nunca había visto nada tan exquisito. Su hijo se empinaba para tomar un vaso de un postre. —Bruno, hijo, deja que te den. —Pero yo deseo probar ese postre, dicen que es un flan de café. —Espera a que te den. Lauren se acercó y vio la carita de lluvia del niño: —¿Qué le hiciste? —Quería tomar uno de esos vasos y le dije que no. Lauren entonces le pasó
Estaba muda viendo la mirada de sorpresa de ambos hombres y solo pudo decir: —Buscaba el baño… Florentino miró a Jean Carlo y le dijo en tono de advertencia. —Hablaremos luego. Salió rozando a la joven y ella un poco atontada por el alcohol, ¡Qué momento más incómodo! Jean Carlo le dijo: —Lo que escuchaste… —Descuide, no sé nada. Se recompuso para volver al salón principal, Lauren reía junto a Bruno, estaban muy cercanos y ella tenía que hacer algo, se acercó a ellos: —¿Todo bien? —Mamacita, Lauren me va a enseñar a cocinar. —¡Claro qué no! Tenía que detener eso y le dijo a su hijo: —Eres todavía muy pequeño y no es correcto que te expongas. Lauren la tomó del brazo y le dijo a la joven: —Cariño, no desilusiones al niño, con un maestro como yo estará seguro. ¿Maestro? ¿Ahora era maestro? Entonces Lauren la notó rara y preguntó en voz baja: —¿Estás ebria? —Un poquito… Es el licor de los postres. Lauren estaba sorprendido porque nunca conoció a alguien que se embriagara
¡Qué noche tan rica!, pensó Dafne removiéndose en la cama, podía sentir que su piel vibraba, sonrió tontamente dando pequeños gemidos de placer. Entonces lo recordó todo y se sentó aterrada: ¡Qué hiciste Dafne! Estaba sola en la habitación, todo estaba en silencio, miró todo a su alrededor y no reconoció nada, estaba desnuda y ni señas de Lauren: —¡Eres una tonta! ¡Caíste como idiota! Buscó con qué cubrirse y salió, fue a la habitación de Bruno y no estaba, entonces bajó apresuradamente y no lo encontró en la sala y entonces recordó: la cocina. Bruno miraba todo lo que Lauren tenía dispuesto para el desayuno. —Te voy a dar una clase, ¿sabes de dónde salieron los wafles? —No… —Bien, te lo diré para que sepas lo interesante que es su origen—picaba—nacieron como las hostias de consagración, lo que dan en las iglesias a los fieles y eso dio pie a que se hicieran preparaciones más ricas de ellas. “Entonces los franceses le dieron su toque… y comenzaron a ponerle rellenos. —¡Qué int