ERES TÚ. Marcelo estaba en su habitación, en pleno proceso de recuperación, cuando recibió una llamada de su abuela. Al contestar, notó la preocupación en su voz. ―¿Abuela? ¿Qué sucede? ¿Está todo bien? ―Marcelo, ¿dónde está April? Estoy muy preocupada. Las cejas del hombre se fruncieron. ―¿Qué? April, no está aquí. Del otro lado de la línea se escuchó un jadeo lleno de asombro. ―¿Cómo que no está? Ella… ella dijo que iba al hospital. ―¿Qué? ¡April no ha venido en ningún momento! ¿Estás segura de lo que dices? ―Marcelo se apresuró a bajarse de la cama y comenzó a buscar su ropa ―¿Abuela desde cuando salió? ―Una de las empleadas dijo que desde el mediodía. ―la anciana estaba muy asustada ―¡Por la virge ragazzo! ¿Dónde está? ―No lo sé, abuela, pero voy inmediatamente para allá. ―Sí, tienes razón, lo mejor será que vengas. ―No te despegues del teléfono, si ella se comunica me llamas de inmediato. ¿De acuerdo? ―Si querido, lo haré. Marcelo colgó la llamada y llamó de inmediat
NO MERECE SER FELIZ.―¡Vivían, estás loca! ¿De qué daño hablas? ―April estaba muy confundida y asustada ―¿Tienes idea de las consecuencias? ¡Vas a ir a la cárcel!Ella se carcajeó como si lo que ella hubiera dicho fuera algo divertido.―¿Crees que me importa? ―su sonrisa se esfumó ―Ya nada es igual después de perderla, y el único culpable es Marcelo. ¡Él no merece ser feliz!April negó con la cabeza, la mirada de Vivían era la de alguien que había perdido la razón.―Vivían… recapacita, eres una chica joven, tienes un apellido. ¡¿Por qué vas a dañar tu vida así?! Déjame ir, déjame ir y te juro que le pediré a Marcelo que…De repente, una bofetada silencio abruptamente a April.―Cierra la boca ―ordeno mirándola con odio ―Tú eres igual que él, incluso voy a llegar a pensar que tú y Marcelo… lo hicieron juntos.―¿Qué? ―April la miró confundida, su labio sangraba después del golpe ― Yo… yo no sé de qué hablas. Vivían…―¡Te dije que te callaras! ―grito fuera de sí ―Cierra la boca, ¿no te da
NO MERECE SER FELIZ (II)Mientras tanto en el barco abandonado, el terror y la ansiedad se apoderaba de April a cada minuto.―Vivian… escúchame… ―April intentaba hacerla entrar en razón ―No tengo idea de que persona estás hablando, pero estás confundida, Marcelo y yo no matamos a nadie.―¿No? ―ella se echó a reír, sus tacones resonaron en el piso del antiguo barco pesquero ―¿Es que tu amado Marcelo no te lo dijo? ¿No fue capaz?―¿Decirme que? ¡Habla de una vez, entonces!―¡No me des órdenes perra! ―la abofeteó ―Sin embargo, voy a decírtelo solo por que me da la gana, no porque me lo ordenas.April soportó el dolor y apretó sus manos con fuerza.«Por favor, mi amor, ven por mi» rogó en su corazón.―El mato a Julieta ―murmuro Vivían con voz quebrada ―El me la arrebató.Las cejas de April se crisparon, pero no se atrevió a hablar, no en ese momento. Vivían estaba perdida en sus recuerdos y con la mirada fija en un punto cualquiera continuo.―Yo la amaba, pero ella lo amaba a él ―susurro
SOMBRAS TENEBROSAS.April quedó perpleja al ver a Owens entrar, su mente se negaba a aceptar que él fuera cómplice de Vivían. Observó cómo caminaba hacia ella con una lentitud que recordaba a un animal salvaje acechando a su presa. El miedo en los ojos de April parecía divertirlo, como si disfrutara de su sufrimiento.Las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos mientras le preguntaba a Owens por qué lo estaba haciendo.―Tú… tú… ¿Por qué estás haciendo esto?Owens transformó su rostro en una expresión oscura y malvada.―¿Aún no lo sabes, querida? ―curvo sus perfectos labios en una sonrisa cargada de maldad ― No tienes nada que ver en esto ―se alzó de hombros de manera despreocupada ―Eres solo un daño colateral en mi plan. Mi verdadero objetivo es Marcelo.Las lágrimas de April cayeron mientras le suplicaba que le dijera por qué intentaba hacerle daño.―Por favor, dime, ¿por qué? ¿Por qué quieres hacer esto?Owens soltó una risa burlona.―No es personal. Ya te lo dije, eres solo una ficha
VESTIGIOS DEL PASADO. La noche envuelve la ciudad mientras las luces de neón destellan en las calles mojadas. Salvatore apretaba el volante con fuerza mientras perseguía a su hermano Marcelo, quien se conducía a toda velocidad por las sinuosas calles de Chicago. Marcelo, con el ceño fruncido, manejaba con habilidad, zigzagueando entre el tráfico y desafiando los límites de la velocidad. Sabía que Salvatore lo estaba siguiendo de cerca, pero en ese momento lo único que persistía en su mente era llegar hasta April. Encontrar a su mujer. La lluvia mojaba el asfalto, haciendo que las calles resbaladizas sean aún más peligrosas. A pesar de eso, Marcelo no mostraba signos de desacelerar. Su determinación era palpable mientras se esforzaba por escapar de su hermano. Finalmente, con un chirrido de neumáticos, Salvatore logró cerrar la distancia y obligó a Marcelo a detenerse. Los autos quedaron en silencio, solo interrumpidos por el sonido persistente de la lluvia que caía sobre ellos. Sa
ALIANZAS. ―No necesito una mujer que me incordie la vida ―desafió Cassio, su voz llena de determinación. ―Puedo ganar la candidatura, sin ataduras innecesarias. Del otro lado de la línea, su padre no se inmutó. ―No voy a joderte por un simple capricho, Cassio ― respondió con frialdad ―Recuerda que es imperativo que te conviertas en senador para nuestros negocios. Cassio apretó los puños, sus ojos oscureciéndose mientras recordaba la promesa que le había hecho a su difunta madre. Se había comprometido a alejarse del bajo mundo y no seguir los pasos de su padre. Y estaba decidido a cumplir esa promesa. ―¿Me estás escuchando, Cassio?― preguntó su padre al otro lado de la línea. ―Sí ― respondió, con una mueca en los labios. ―Entonces ponte en marcha. Consigue una mujer con la que casarte y muestra una buena imagen. No podemos permitir que Stevens te gane. El hijo de puta acaba de convertirse en padre y eso suma puntos a su imagen. Las cejas de Cassio se fruncieron. ―¿Me estás pidi
SED DE VENGANZA. April logró romper las ataduras de la silla con el pedazo de vidrio, sus manos estaban sangrando, pero el dolor no le importaba en ese momento. Una vez liberadas sus manos, desató rápidamente sus pies. Estaba decidida a escapar de ese lugar y no permitir que Vivían y Owens se salieran con la suya. Miró a su alrededor y vio que había agua detrás de ella, lo que confirmó que estaba en un barco. Por un instante, pensó en lanzarse al agua como una forma desesperada de escapar, pero recordó que no sabía nadar. La cautela se apoderó de ella y decidió buscar una salida por tierra firme. Con el corazón latiendo con violencia debido al miedo y la adrenalina, April se quitó los zapatos y se arriesgó a correr descalza. No iba a quedarse de brazos cruzados. Cada paso que daba era un acto de valentía y determinación. Sin embargo, apenas había recorrido un tramo cuando sintió cómo su cabello era sujetada con fuerza y su cuerpo fue jaloneado hacia atrás con violencia. Un grito de
BÚSQUEDA DESESPERADA. Cassio, Marcelo y Salvatore se reunieron con los hombres de Cassio en un lugar apartado, listos para emprender el rescate de April. Sus rostros reflejaban determinación y una mezcla de ansiedad y rabia. Sabían que el tiempo era crucial y que cada segundo contaba. El grupo avanzó sigilosamente hacia el sitio donde se suponía que April estaba cautiva. Se movían con cautela, manteniéndose ocultos entre las sombras mientras se acercaban al barco abandonado donde se encontraban sus enemigos. Los hombres de Cassio, expertos en combate, se desplegaron alrededor del barco, asegurando todas las posibles salidas. Se movían con precisión militar, sus armas listas y sus sentidos agudizados. En silencio, rodearon estratégicamente el barco, formando un cerco impenetrable. Al llegar al barco, Cassio lideró el grupo con Marcelo y Salvatore a su lado. La tensión era palpable mientras avanzaban con sigilo por la pasarela de acceso al barco. Cada uno de ellos estaba preparado pa