¡Lo quiero a él!
¡Lo quiero a él!
Por: DannyaRent
1. Imprudente

Hola, bellas, llegamos con una nueva aventura.

Si están en busca de una historia sencilla, romántica y con cliché, llegaron al lugar indicado para acompañarme en las actualizaciones diarias, aún no tengo la fecha exacta, pero ya saben, les estaré avisando por mis redęs søciales, bienvenidas y mil gracias por tanto.

Nos vemos pronto, un abrazo.

¡Lo quiero a él! Es una novela escrita por Dannya Menchaca. (DannyaRent) registrada en SafeCreative bajo el código: 2403157342081

*Se prohíbe su distribución parcial o completa, ya que estará infringiendo con los derechos de autor.*

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El dolor punzante en mi hombro me hace abrir los ojos, para darme cuenta que estoy en el hospital, la intensidad de la luz de inmediato me provoca dolor de cabeza.

—Belamy, ¿cómo te sientes? —pregunta mi hermana acercándose, visiblemente preocupada.

—Me duele el hombro y la cabeza —respondo con la voz ronca—. ¿La niña está bien? —interrogo intentando incorporarme y me detiene para que vuelva a recostarme.

—La pequeña está bien, salió ilesa —explica—. La cubriste con tu cuerpo.

Cierro los ojos y vienen a mi mente los recuerdos de la noche anterior, en la que acudimos a un incendio a las orillas de la ciudad en una bodega abandonada, en la que al parecer vivían personas sin hogar, tenían un fogata sin saber que había materiales altamente inflamables en una de las habitaciones. Llegamos, y aunque fue complicado, después de unas horas logramos controlar el fuego, estábamos organizando el equipo para retirarnos cuando de pronto escuchamos el llanto de lo que parecía un niño en el segundo piso, la estructura del edificio podría colapsar en cualquier momento con los daños que había provocado el incendio, así que sin que nadie pudiera detenerme, corrí lo más rápido que me fue posible para rescatarlo sin importarme los gritos de mis compañeros a mis espaldas.

Al llegar, noté que el techo estaba a punto de ceder, por lo que al localizar el lugar del que provenía el llanto, me encontré con una pequeña de unos cuatro años, me percaté del peligro que corría y me abalancé para cubrirla con mi cuerpo, lo único que puedo recordar son los gritos de mis compañeros advirtiendo el peligro y un fuerte golpe en mi espalda que me hizo perder el conocimiento.

—Asher se fue hace unas horas —me informa Giovanna.

—¿Está molesto? —pregunto abriendo los ojos.

—Bastante, dice que fuiste imprudente y que te expusiste sin pensar en las consecuencias.

—Lo fui, pero ver a esa niña en peligro, no me permitió pensar en nada, me imaginé el llanto de Georgia cuando la escuché.

—Entiendo, pero ahora tendrás que enfrentar las consecuencias, aunque tienes suerte de que solo tuvieras una lesión en el hombro y varios golpes que no pasarán de dejarte marcas.

—¿Es grave lo del hombro?

—No, pero si estarás de baja por algunas semanas —advierte sin quitarme la vista de encima, ya que sabe perfectamente que no sé estar sin trabajar—. Podrías quedarte unos días en nuestra casa mientras te recuperas —sugiere.

—No es necesario, Gio, estaré bien en el apartamento.

—Mi pequeña estaría feliz de tener a su tiyo en casa.

—No me chantajees con mi princesa —la señalo y se ríe.

—No perdía nada con intentarlo —se encoge de hombros.

Giovanna y yo somos muy unidos, nuestros padres fallecieron hace algunos años, fue un golpe muy fuerte, una pérdida devastadora en nuestra familia. Después de eso, decidí mudarme a Portland para estar más cerca de ella. Hasta ese entonces, estuve viviendo en Florida, tenía un apartamento cerca de la playa y trabajaba en una estación de bomberos por la misma zona.

No puedo quejarme, tenía una buena vida en ese lugar, pero perdí muchos años alejado de mis padres, aunque los visitaba eventualmente, no es lo mismo y lo descubrí muy tarde, por esa razón ahora estoy cerca de Giovanna y no me arrepiento, menos ahora que tengo una preciosa sobrina de tres años que es mi adoración, es la única mujer que ha logrado dominarme, ya que esa es mi debilidad, las mujeres.

Tengo la edad suficiente para decir que he disfrutado de la vida, no he sido un hombre al que le llamen la atención las fiestas y lo que eso conlleva, pero nunca he podido resistirme a las mujeres, mi hermana dice que eso es mi perdición y en parte tiene razón, ya que he tenido varios problemas por ese motivo. No me considero mujeriego, pero el no querer tener una relación estable, me ha ocasionado malos entendidos bastante vergonzosos con las chicas con las que he salido. Claramente deseo formar una familia, pero siento que aún no ha llegado ese momento y no estoy deseoso de que llegue.

—Buenos días —saluda una enfermera–. ¿Cómo se encuentra señor Rusher?

—Soy Belamy —corrijo risueño—. La palabra señor, me queda grande aún —respondo divertido y se ríe—. Y por otra parte, creo que estoy bien, a excepción de mi hombro.

—¿Duele mucho?

—Algo.

—Ahora mismo le pondré un medicamento para controlar el dolor —dice.

—¿En cuanto tiempo podré regresar a mi trabajo? —pregunto y ella me mira sorprendida.

—Su accidente pasó durante la madrugada —me recuerda—. Me imagino que su doctor responderá esa pregunta, pero estoy segura que necesitará de algunas semanas para recuperarse.

—Belamy, entiende que debes descansar —me recrimina Gio—. Olvídate del trabajo al menos por ahora.

—Recomiendo seguir los consejos de su hermana —sugiere la enfermera—. Ha pasado una noche difícil, preocupada por usted.

—Entiendo, pero estaré aburrido sin hacer nada —bufo.

—Puedes buscar algo que te distraiga o a alguien —sugiere mi hermana.

—¿Estarás ocupada el resto de la semana? —Le pregunto a la enfermera y suelta una enorme carcajada—. Suelo ser bueno conversando, no te aburrirías conmigo y te pagaría bien por cuidarme.

—Estaría encantada de acompañarte durante tu recuperación y no dudo que la pasaría bien, pero creo que a mi esposo no le gustaría la idea de que me pase una semana con un atractivo bombero —bromea haciéndonos reír—. Puse un medicamento en tu intravenosa, probablemente pronto te sentirás un poco mareado.

—Gracias, te estás perdiendo una gran oportunidad —lloriqueo y mueve la cabeza sonriendo mientras sale de la habitación—. ¿No tienes que ir a la oficina? —vuelvo mi atención a Gio.

—No —contesta y noto algo de tristeza en su voz—. No hay mucho que hacer.

—¿Qué pasa? —indago—. ¿Por qué esa cara?

—August me dio un ultimátum con respecto a la agencia.

August es su esposo, mi mejor amigo y el que se encarga de los negocios de la familia.

—¿Por qué? —interrogo.

—Dice que no es rentable, tenemos tiempo en números rojos, y aunque tengo el dinero para sostenerla, él insiste en que un negocio así no debe continuar.

—¿Qué opciones te da para mejorar?

—Ninguna, ya quiere que la cierre —resopla—. He contratado publicidad y otras cosas, pero nada funciona.

—¿Eres consciente de que August tiene razón? —inquiero sin querer hacerla sentir mal.

—Sí, pero tengo muchas personas esperando una oportunidad, son buenos actores, solo necesitan que alguien los descubra, además está Andreina, su permiso de trabajo es solo para mi empresa, al cerrarla, tendrá que regresar a su país —suspira—. Ella es la proveedora de su familia en México.

—No sé qué decirte.

—Cásate con ella Belamy —dice de pronto.

—¿¡Qué!?

—Andreina es una buena chica, guapa, trabajadora y…

—¿Por qué todo el mundo insiste en qué me case? —resoplo recordando a mi amigo Ethan.

—No quiero que te cases, pero puedes ayudar a solucionar su estatus legal —sugiere—. De esa manera no me sentiría tan mal si cierro la agencia.

—¿Me estás proponiendo un fraude?

—¡No! —exclama—. Pero es una buena solución, no puedes negarlo y estoy segura que ella te haría muy feliz, cocina delicioso y le encantas.

Siento la boca seca, y aunque quiero seguir debatiendo para defender mi postura, los ojos me pesan demasiado llevándome a un sueño profundo.

Abro los ojos y noto a través de la ventana que ha oscurecido, no tengo idea de cuántas horas dormí.

—¡Hasta que despiertas! —exclama Asher, acercándose a la cama—. ¿Cómo te sientes?

—¿Si digo que mal, el regaño será menor?

—No —contesta con seriedad—. Pero hablaremos de eso en otro momento —informa—. Te traje comida, Ivonne preparó lasaña de verduras, tu favorita, pasé a recogerla a su casa antes de venir —me entrega una bolsa.

—Gracias —digo abriéndola, el delicioso aroma de la lasaña inunda mis fosas nasales y no tardo en empezar a comer.

—Hablé con tu médico esta mañana, me dijo que estarás en reposo al menos tres semanas para que tu hombro sane bien —explica Ash, sentándose a mi lado.

—Está bien, aunque estoy seguro de que estaré bien antes —garantizo.

—No, Belamy, estarás de baja por cinco semanas —aclara.

—Pero, ¿por qué?

—Si regresas en tres semanas y tenemos un caso complicado, tu hombro puede empeorar, así que está decidido, estarás de baja cinco semanas.

—No puedes hacerme esto, Asher —resoplo—. Tal vez pueda ir a la estación y ayudar con otras cosas.

—No, tómate unas vacaciones, visita a tus amigos, ayuda a tu cuñado con el negocio familiar, invita a salir a la asistente de tu hermana o haz algo productivo, pero no te acerques a la estación durante ese tiempo —advierte.

—Pero Asher, no me parece justo que…

—Hay muchas cosas injustas en la vida, una de ellas es que un bombero de mi equipo estuviera en peligro de morir por imprudente.

—¿Es un castigo? —cuestiono.

—Yo diría que son unas vacaciones necesarias —rebate poniéndose de pie—. Ahora tengo que irme, en unas horas empieza mi guardia y mi mujer me está esperando para cenar.

—Gracias por la comida, sañudos a Hanna —digo antes de que salga.

Continúo disfrutando de la lasaña, al menos con la mala noticia no se me quito el hambre.

Unos minutos más tarde, entra a la habitación una preciosa enfermera de piel morena, cabello rizado y unos preciosos ojos oscuros.

—Hola —saluda risueña.

—Hola —respondo animado.

—¿Cómo te encuentras?

—Creo que mejor —contesto y al intentar encogerme de hombros suelto un quejido tocándome el hombro.

—Suele suceder —advierte sonriendo al mirar mi cara de dolor—. Yo seré tu enfermera por el resto de la noche, si necesitas algo, solo presiona el botón —señala al lado de mi cama.

—¿También me darás un baño de esponja? —pregunto divertido y se ríe.

—No lo necesitas, pero podría darte mi número de teléfono y ya veremos si me convences para ese baño —responde coqueta al tiempo que se abre la puerta.

—Hola, Belamy —me saluda Andreina.

—Si necesitas algo, llámame —comenta la enfermera guiñando un ojo y se va.

—Hola, Andreina —la saludo un poco avergonzado por el coqueteo que acaba de presenciar.

—Giovanna me pidió que te trajera esta ropa —señala una pequeña maleta—. Dijo que no podrá venir está noche porque Gigi está un poco enferma.

—¿Qué tiene? —me incorporo y se acerca.

—August la llevó a su revisión por la mañana y le tocaron algunas vacunas —explica—. Y cómo te imaginarás, está un poco inquieta.

—Pobre mi pequeña —resoplo.

—¿Y cómo te sientes? —interroga.

—Mejor, he dormido todo el día, así que ahora no tengo sueño.

—Bueno, si quieres puedo hacerte compañía —se sienta en la silla a mi lado—. No tengo nada que hacer —se ríe—. ¿De qué te gustaría hablar?

—Háblame de ti, creo que tú sabes mi vida entera por mi hermana y yo no te conozco —menciono y de inmediato empieza a contarme todo acerca de su familia con mucho entusiasmo.

Adreina es una chica muy atractiva, además como dice Gio, es muy agradable, tal vez tenga razón al animarme a invitarla a salir, quien sabe, puede ser que tenga el verdadero amor frente a mí y lo estoy dejando pasar por no darme la oportunidad.

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