26. Quizás

Su jefe también consigue estar en su misma posición, y comparten miradas que solamente tiene aquella allegada unión.

—¿Quieres regresar a la fiesta?

—¿Usted quiere regresar?

Maximiliano niega.

—Es muy tarde, debes estar cansada.

—Sí, fue un día muy largo —Maya echa una carcajada y saborea la húmedad de la noche. Con aquel vestido el ardor se deja hacia un lado. Ella alza las cejas—. Hurra por ese nuevo hotel, señor.

Maximiliano entrecierra sus ojos por la sonrisa que le brinda, y confirma su adulación con el mismo gesto.

—¿Quieres que te deje en la fiesta otra vez?

Maya entonces se levanta cuando él le dice aquello.

—¿Usted…—ella trata de murmurar— no va a regresar?

—Debo ir a otro lugar —un gesto reconfortante es lo que le brinda, y se coloca aún más ensimismado en ella que lo único que puede hacer es acercarse—. Vamos. No quiero que por mi culpa te digan diciendo sosa.

Se detiene es seco. Se endereza y ha doblado el cuello al instante hacia su propia dirección. No hace otra cosa q
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