La noticia llegó a Samuel, dejándolo en un completo estado de shock, su mare... su madre estaa muerta... y aunque él mismo le había asegurado a Ana que su madre estaba muerta para él, tener la certeza de que ahora realmente lo estaba le proporcionaba un vacio en el estómago y en el corazón. —¿Sigue allí, señor Thompson? —Si... si, aquí estoy— dijo con voz apenas audible, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas— su cuerpo ha sido encontrado esta mañana aún no sabemos si se ahorcó ó si fue una riña entre las reas, ya que se niegan a hablar. Puede venir por el cuerpo cuándo usted lo desee. —Gra... gracias...— dijo y cortó la comunicación, se dejó caer sobre el sofá con la vista en la nada, tenía deseos de gritar, de llorar, sentía como se desmoronaba por dentro pero no podía exteriorizarlo. —¡CARIÑO, YA LLEGUÉ!— gritó Ámbar al cruzar el umbral de la puerta— me fue increíble, los postres de nuestra boda serán fantas...— Samuel giró el rostro hacia ella y Ámbar dejó caer las bolsas
Samuel gruñó al observar la ardiente imágen, Ámbar sobre él, apoderándose de su ser aprisionandolo en su interior mientras sus caderas seguían un enloquecedor ritmo, sus mejillas enrojecidas, sus rizos rebotando alrededor de su rostro, sus ojos brillando a causa del placer, su boca entreabierta dejando escapar gemidos de absoluto éxtasis, mientras Samuel con las manos en las caderas le ayudaba a mantener el ritmo. —¡OH, sI!—gimió ella mordiendose el labio inferior, sus manos fueron directamente al amplio pecho de su esposo en busca de equilibrio que la ayudara a seguirse moviendo sobre él. Éxtasis... Pasión... Deseo... Amor.... Todo en un mismo momento, en una misma situación, los gruñidos masculinos se mezclaban y acompañaban de los gemidos femeninos... y si, aunque Samuel disfrutaba de aquella posición de sumisión donde era Ámbar quién tenía el control, necesitaba desesperadamente recuperarlo, asi que en un movimiento rápido la hizo girar, Ámbar gimió de sorpresa y son
Amores míos, bienvenidos sean todos a esta nueva historia. Quiero aclarar que está historia es con fines de entretenimiento y sin ánimos de ofender a ningún creyente. Gracias por la oportunidad que le dan a esta nueva historia. *******************—¡Mierd4, mierd4!— gemía frustrada Ámbar mientras salía corriendo de la estación del metro—¡Otra vez tarde, Ámbar!...¡Mi vida es un asco!—corrió desesperada evitando los transeúntes matutinos—¡Maldici*n!—exclamó al llegar frente al semáforo y ver qué tardaba una eternidad en cambiar para darle paso—¡Vamos!— en cuánto la luz cambio, salió corriendo, cruzó la calle y entró al edificio, no se detuvo a saludar a nadie, fue directa al ascensor, dónde marco el décimo piso y rogó porque el mismo se apresurara. —¡Llegas tarde de nuevo, Ámbar!— le dijo la recepcionista de piso, ella corrió hasta el lector de huella y registró su entrada. —¡Lo sé!—gimió frustrada al observar que el lector de huellas indicaba su hora de acceso a las ocho y un cuar
Samuel Thompson, terminaba su rutina matutina, asegurándose de que todo en el templo estaba listo, se encaminó al altar con la intensión de inclinarse y elevar plegarias de agradecimiento, cuando escuchó el sollozo de aquella mujer, se acercó lentamente a ella, su rostro cubierto por sus temblorosas manos, mientras su cuerpo se convulsionaba de llanto, aparentemente no lo estaba pasando nada bien. Un alma quebrantada en busca de nuestro Señor. Extendió su mano y la colocó en el hombro de la jóven. —¿Necesitas ayuda, hija mía?— la mujer elevó su rostro y le miró, se conmovió, al ver las lágrimas cubriendo sus mejillas, aquellos lindos ojos color miel le miraron con confusión.Ámbar, le miró confundida, tratando de comprender quién era aquel hombre... un sacerdote, obvio que un sacerdote, sus vestiduras así lo señalaban... ¡Rayos, pero era un sacerdote muy ardiente!, ¡perdóname Dios mío!—penso— Pero te has quedado uno de los mejores para ti; alto, muy alto, hermosos ojos verdes con u
Ámbar entró a su departamento y cerró la puerta tras ella, para dejar escapar un largo y profundo suspiro. Caminó hasta la mesa donde depositó la caja que cargaba. —Hogar, dulce hogar—dijo con ironía, arrojó su bolso en la mesa y tomando una silla se sentó. —¿Qué haré?, las deudas no me esperarán y con el dinero que tengo a penas y alcanzo a vivir un par de meses, pero... ¿Y luego qué?—volvió a suspirar ¿sería justo llamar y pedir ayuda a sus padres?— No— se negó — lo haré solo en un caso extremo, no quiero tener que tolerar otro discurso de lo poco ágil que soy para solucionar mis problemas. Tomó su celular y marcó el número internacional de su padre, no obtuvo respuestas, luego marcó el de su madre, si, sería una llamada costosa y no estaba para eso, pero necesitaba saber de ellos. —Hola cariño, que bueno saber de tí— fue la respuesta de su madre. —Hola mamá, ¿Cómo están? —Oh, muy bien. Tu padre y yo, estamos viviendo la vida que siempre quisimos— Ámbar presionó los dientes con
—¡NO ME MIRES ASI!—exclamó Ámbar a su amiga, Jessie la miraba pasada, sin siquiera pestañear. —Por todos los cielos, dime que es una broma.—le pidió, incapaz de ocultar su asombro. —No, no lo es. El hombre que conocí hoy, es un sacerdote, su nombre es Samuel Thompson. —¡No me jodas Ámbar!, ¿Ahora te enamoras de sacerdotes?, ¿Qué rayos te pasa?—No te exacerbes— le sugirió— prometiste no juzgarme, además no he dicho que sea amor, al menos no aún, solo es atracción física, es que si lo vieras me entenderías. —¡Pero es un cura, Ámbar!—¿Y eso qué?, También son hombres, ¿O no?, he escuchado de sacerdotes que se casan. —¿Estás hablando de casarte con el cura? Además esos no son cualquier sacerdote. Ámbar los sacerdotes hacen votos de castidad, no enloquezcas, perderás tu tiempo, él jamás se fijaría en ti. —¡Jess, no lo digas de ese modo!—exclamó frustrada—¡Si lo haces sonar como un reto, se convertirá en una meta!—¡Hablo en serio, Ámbar!— la miró fijamente a través de la pantalla—¡E
Samuel, se quedó pensando el resto de la tarde en aquella jóven, Ámbar Hobbs, parecía realmente afligida, lo que se llamaría, un alma abatida, estaba pasando por muchas situaciones y le alegraba que ella pudiese refugiarse en Dios. Era una joven muy hermosa, como para vivir tantas malas situaciones... Sus ojos le resultaban un rasgo muy bonito, ojos color miel, color ámbar... cómo su nombre. Entrada la tarde decidió que sería buena idea visitar a su madre, quién seguramente se sentiría complacida de verlo, la amaba mucho y ella siempre se preocupaba por su bienestar, su madre era un refugio de ternura y bondad...Samuel, entró a la casa de su madre, ella lo recibió con una enorme sonrisa. —¡Hijo mío, que alegría verte!— le besó la mano en señal de respeto, y luego le dió un gran abrazo.—¡Hijo de mi alma y de mi amor!—exclamó con orgullo. —Siempre es bueno venir a casa, madre. Es bueno recordar que soy un hijo, con un refugio materno. —Samuel, Samuel, hijo mío— su madre le sonrió.
¡Lo había intentado, sí que lo intentaba, pero no daba resultado!Pasaba de medio día cuánto Ámbar entró con paso firme a la iglesia, habían unas pocas personas en los banquillos, de rodillas elevando plegarias, en apariencia, almas abatidas que buscaban un milagro o, cercanía con Dios.Y luego estaba ella, con intenciones egoístas y prohibidas, que no podían ser controladas. Caminó hasta la segunda hilera de banquillos y se sentó...—Aquí estoy, de nuevo... sabes que una parte de mi quiere resistirse a esta necesidad que siento, pero... me conoces, ¿Para que mentirte?, sabes que el deseo que siento por él es mayor, sé que querrás castigarme por mis deseos y pensamientos, pero... ¿Será un precio muy alto?... estoy dispuesta a pagarlo, dame la penitencia que debo cumplir, pero quiero verlo, necesito verlo de nuevo, mi cuerpo me lo pide.. Batallé toda la mañana para evitarlo, pero... heme aquí. —Has vuelto, hija mía. —aquella voz la hizo estremecer. —Padre Samuel— se giró hacia el