Ana cerró la puerta tras de si, con una enorme sonrisa iluminando su rostro sintiédose satisfecha de haber cumplido con su cometido, recordó las llamas que parecían cobrar vida co los minutos, las fauces del fuego abriéndose para consumirlo todo. Mientras Ámbar quedaba inconciente en el piso, la pequeña niña lloraba con angustia y Melina gritaba aterrorizada por ayuda. En cuánto cerró la puerta, cerró los ojos.—Gracias dios por permitirme llevar a cabo mi misión..—Lo has hecho bien, Ana— escuchó la voz unto a ella— estoy orgulloso de ti, no me has decepcionado. Después de aquello corrió a su auto, debía marcharse de allí, aunque no habían vecinos cercanos, no podía correr riesgos, en cuánto abrió la puerta del vehiculo escuchó un grito que la paralizó.—¡MANOS ARRIBA, ANA THOMPSON!— la respiración de Ana se detuvo— ¡NO SE MUEVA!— maldijo cuando se giró y se encontró con seis hombres, seis oficiales de policia que corrían hacia ella empuñando sus armas, apuntandola directamente, p
Ana sintió como si le hubiesen abofeteado, el desden en el rostro de su hijo le dolió tanto o más que cualquier golpe fisico, por primera vez sintió que todo lo que había hecho, había sido un error, no se creía capaz de lidiar con el desprecio de su hijo, él era lo que más amaba en el mundo, claro, después de dios, su hijo era todo lo que amaba. —Soy tu madre— le dijo con dolor caminando hacia las rejas, se sostuvo fuertemente de ellas como si quisiera arrancarlas para poder tocar a su hijo, pero Samuel dio un paso atrás, manteniendo la distancia de ella, eso fue como una daga directa a su corazón.— ¡soy lo único que tienes, solo me tienes a mi en este mundo Samuel, yo te di la vida, yo soy tu madre!—No eres mi madre— dijo con rabia— no te reconozco, no sé quien eres, no sé si realmente siempre has sido un mounstruo despiadado o en qué momento te covertiste en ésto— la señaló con las manos, sus ojos se llenaron de lágrimas— ¡Me arrebataste a mi padre, no eres más que una asesina sin
Para Ana fue una noche larga, muy larga, quizás la más larga que había tenido en toda su vida, pasado el medio dia del siguiente día, un policia se acercó a su celda, golpeó los barrotes. —Arriba señora, le trasladaremos al centro penitenciario para mujeres. —¿Cómo se atreven?— preguntó indignada— piensan meterme en ese lugar lleno de mujeres pecadoras y promiscuas. —Si tiene alguna queja puede colocarselas al juez. Ahora, de pie, saque las manos que le pondré las esposas. Ana no podía creerlo, esperaba que dios la librara de aquella situación pero era obvio que no sería así.El trayecto fue triste y silencioso, se sentía abrumada por aquello, estar en una prisión nunca había estado en sus planes de futuro. La fachada del lugar era increiblemente deprimente, con tonalidades grises y blancas... La ingresaron como un vulgar reo, le entregaron un uniforme y le dieron la oportunidad de cambiarse, le quitaron sus prendas. —Necesito mi camandula — dijo cuando vio como colocaban todas su
La noticia llegó a Samuel, dejándolo en un completo estado de shock, su mare... su madre estaa muerta... y aunque él mismo le había asegurado a Ana que su madre estaba muerta para él, tener la certeza de que ahora realmente lo estaba le proporcionaba un vacio en el estómago y en el corazón. —¿Sigue allí, señor Thompson? —Si... si, aquí estoy— dijo con voz apenas audible, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas— su cuerpo ha sido encontrado esta mañana aún no sabemos si se ahorcó ó si fue una riña entre las reas, ya que se niegan a hablar. Puede venir por el cuerpo cuándo usted lo desee. —Gra... gracias...— dijo y cortó la comunicación, se dejó caer sobre el sofá con la vista en la nada, tenía deseos de gritar, de llorar, sentía como se desmoronaba por dentro pero no podía exteriorizarlo. —¡CARIÑO, YA LLEGUÉ!— gritó Ámbar al cruzar el umbral de la puerta— me fue increíble, los postres de nuestra boda serán fantas...— Samuel giró el rostro hacia ella y Ámbar dejó caer las bolsas
Samuel gruñó al observar la ardiente imágen, Ámbar sobre él, apoderándose de su ser aprisionandolo en su interior mientras sus caderas seguían un enloquecedor ritmo, sus mejillas enrojecidas, sus rizos rebotando alrededor de su rostro, sus ojos brillando a causa del placer, su boca entreabierta dejando escapar gemidos de absoluto éxtasis, mientras Samuel con las manos en las caderas le ayudaba a mantener el ritmo. —¡OH, sI!—gimió ella mordiendose el labio inferior, sus manos fueron directamente al amplio pecho de su esposo en busca de equilibrio que la ayudara a seguirse moviendo sobre él. Éxtasis... Pasión... Deseo... Amor.... Todo en un mismo momento, en una misma situación, los gruñidos masculinos se mezclaban y acompañaban de los gemidos femeninos... y si, aunque Samuel disfrutaba de aquella posición de sumisión donde era Ámbar quién tenía el control, necesitaba desesperadamente recuperarlo, asi que en un movimiento rápido la hizo girar, Ámbar gimió de sorpresa y son
Amores míos, bienvenidos sean todos a esta nueva historia. Quiero aclarar que está historia es con fines de entretenimiento y sin ánimos de ofender a ningún creyente. Gracias por la oportunidad que le dan a esta nueva historia. *******************—¡Mierd4, mierd4!— gemía frustrada Ámbar mientras salía corriendo de la estación del metro—¡Otra vez tarde, Ámbar!...¡Mi vida es un asco!—corrió desesperada evitando los transeúntes matutinos—¡Maldici*n!—exclamó al llegar frente al semáforo y ver qué tardaba una eternidad en cambiar para darle paso—¡Vamos!— en cuánto la luz cambio, salió corriendo, cruzó la calle y entró al edificio, no se detuvo a saludar a nadie, fue directa al ascensor, dónde marco el décimo piso y rogó porque el mismo se apresurara. —¡Llegas tarde de nuevo, Ámbar!— le dijo la recepcionista de piso, ella corrió hasta el lector de huella y registró su entrada. —¡Lo sé!—gimió frustrada al observar que el lector de huellas indicaba su hora de acceso a las ocho y un cuar
Samuel Thompson, terminaba su rutina matutina, asegurándose de que todo en el templo estaba listo, se encaminó al altar con la intensión de inclinarse y elevar plegarias de agradecimiento, cuando escuchó el sollozo de aquella mujer, se acercó lentamente a ella, su rostro cubierto por sus temblorosas manos, mientras su cuerpo se convulsionaba de llanto, aparentemente no lo estaba pasando nada bien. Un alma quebrantada en busca de nuestro Señor. Extendió su mano y la colocó en el hombro de la jóven. —¿Necesitas ayuda, hija mía?— la mujer elevó su rostro y le miró, se conmovió, al ver las lágrimas cubriendo sus mejillas, aquellos lindos ojos color miel le miraron con confusión.Ámbar, le miró confundida, tratando de comprender quién era aquel hombre... un sacerdote, obvio que un sacerdote, sus vestiduras así lo señalaban... ¡Rayos, pero era un sacerdote muy ardiente!, ¡perdóname Dios mío!—penso— Pero te has quedado uno de los mejores para ti; alto, muy alto, hermosos ojos verdes con u
Ámbar entró a su departamento y cerró la puerta tras ella, para dejar escapar un largo y profundo suspiro. Caminó hasta la mesa donde depositó la caja que cargaba. —Hogar, dulce hogar—dijo con ironía, arrojó su bolso en la mesa y tomando una silla se sentó. —¿Qué haré?, las deudas no me esperarán y con el dinero que tengo a penas y alcanzo a vivir un par de meses, pero... ¿Y luego qué?—volvió a suspirar ¿sería justo llamar y pedir ayuda a sus padres?— No— se negó — lo haré solo en un caso extremo, no quiero tener que tolerar otro discurso de lo poco ágil que soy para solucionar mis problemas. Tomó su celular y marcó el número internacional de su padre, no obtuvo respuestas, luego marcó el de su madre, si, sería una llamada costosa y no estaba para eso, pero necesitaba saber de ellos. —Hola cariño, que bueno saber de tí— fue la respuesta de su madre. —Hola mamá, ¿Cómo están? —Oh, muy bien. Tu padre y yo, estamos viviendo la vida que siempre quisimos— Ámbar presionó los dientes con