Ámbar entró a su departamento y cerró la puerta tras ella, para dejar escapar un largo y profundo suspiro. Caminó hasta la mesa donde depositó la caja que cargaba.
—Hogar, dulce hogar—dijo con ironía, arrojó su bolso en la mesa y tomando una silla se sentó. —¿Qué haré?, las deudas no me esperarán y con el dinero que tengo a penas y alcanzo a vivir un par de meses, pero... ¿Y luego qué?—volvió a suspirar ¿sería justo llamar y pedir ayuda a sus padres?— No— se negó — lo haré solo en un caso extremo, no quiero tener que tolerar otro discurso de lo poco ágil que soy para solucionar mis problemas.Tomó su celular y marcó el número internacional de su padre, no obtuvo respuestas, luego marcó el de su madre, si, sería una llamada costosa y no estaba para eso, pero necesitaba saber de ellos.—Hola cariño, que bueno saber de tí— fue la respuesta de su madre.—Hola mamá, ¿Cómo están?—Oh, muy bien. Tu padre y yo, estamos viviendo la vida que siempre quisimos— Ámbar presionó los dientes con fuerza—¿Y tú?, ¿Está todo bien?—Todo muy bien, mamá. Llamaba porque... tengo tres semanas sin saber de ustedes, comenzaba a preocuparme.—Nada de qué preocuparse, tesoro. Tres semanas es poco tiempo cuando estás viviendo una aventura, además ya sabes lo que dicen, las malas noticias son las primeras en llegar.—Si, eso dicen... ¿Dónde están?, ¿cuando podré verlos?, los extraño mucho.—Oh cariño, nosotros también te extrañamos—dijo, pero Ámbar no la creyó— de momento no será posible, estamos en Roma, en el puerto Civitavecchia, tomaremos un crucero por el Mediterráneo, serán dos semanas, y luego tendremos un viaje, posiblemente visitemos a tu hermano.—Claro...— dijo con sarcasmo y suspiró. Realmente extrañaba mucho a sus padres y no entendía por qué ellos parecían estar mejor sin ella. Además, allí estaban, gastando mucho dinero en viajes, conociendo el mundo, pero sin conocer realmente a su hija o las dificultades que tuviese. No entendía por qué sus padres no la querían. Bueno, su madre solía decirle que se embarazó demasiado temprano, y aunque tuvieron el apoyo de los padres, sus vidas cambiaron demasiado. La responsabilizaba por no haber podido vivir como ellos querían. ¿Qué culpa tenía ella de haber nacido?—Oh cariño, debo dejarte, zarparemos en unos minutos.—Bien, mamá, espero tengan un buen viaje, saludame a papá.—Lo haré cariño, adiós.—Adiós—respondió a la nada, pues su madre ya había cortado la comunicación, algunas cosas no cambiaban y su relación con sus padres era una de ellas... a pesar de que si le entristecía, era algo a lo que ya estaba acostumbrada.Suspiró despejando su mente...Pensó en llamar a Jessie, pero al observar la hora se percató que en Australia era de madrugada, así que no era pertinente marcarle, esperaría un par de horas para poder hablar con su amiga, debía contarle que ahora era desempleada, pero sobre todo, debía contarle sobre el sexy sacerdote que había conocido.Sonrió como tonta...Tenía muchos, muchos deseos de volver a verlo... Sin duda volvería a la iglesia... un macabro pensamiento llegó a su cabeza.¿Qué tan pecaminoso podría ser seducir a un sacerdote?...Había escuchado de algunos que tenían esposas, pero también había escuchado que los sacerdotes hacían votos de santidad y celibato... ¿cuan era la verdad?, El padre Samuel, había dicho que creció en un ambiente religioso... ¿Había conocido los placeres carnales antes de dar ese paso ó... seguía siendo tan puro como el día en que nació?Sin duda sería toda una experiencia descubrirlo... sonrió al recordar esos ojos... que ojos tan hermosos, verdes, brillantes, llenos de vida, alegres... y esa voz... diablos, esa voz derretiría el corazón de cualquier mujer, hasta una santa vibraría al escuchar su voz y ella, distaba mucho de ser una santa...—No es justo— dijo en voz alta—no es justo que un hombre tan guapo y ardiente sea célibe, todos los sacerdotes deberían ser ancianos... El padre Samuel es una tentación viviente.Decidió ocuparse con algunas actividades propias del hogar, mientras avanzaba el día, ya cuando comenzaba a caer la tarde, decidió tomar su celular y escribirle un mensaje a Jessie."Hola Jess, ¿tienes tiempo para una videollamada?, !Tengo tanto que contarte!, avísame y nos conectamos por computador"Solo pasaron unos minutos cuando recibió la respuesta."Tengo tiempo Ámbar, prendo el computador y te llamo"Corrió a encender el aparato, se fue directa a su cuarto y se sentó sobre la cama con la computadora sobre las piernas cruzadas, esperando la llamada... poco tardó en sonar el aparato y ella felíz recibió la llamada. Jess apareció en pantalla, sus hermosos y abundantes rizos se hicieron presente, sus lindos ojos verdes y cálida sonrisa.—¡Allí estás, Ámbar!—le sonrió—¡Te extraño tanto!—No imaginas cuánto te extraño a ti—sonrió—¿Cómo va tu vida de casada?—Maravilloso—sonrió— estoy muy feliz, pero cuéntame tú. ¿Qué son esas notícias importantes?—Llegué tarde de nuevo y Smith me despidió. — dijo rápidamente ocultando su decepción.—Rayos Ámbar, lo siento mucho. Seguro encontrarás algo pronto —la animó— y sabes que cuentas conmigo, no dudes en hablarme si la situación se sale de tus manos.—Gracias Jess, he estado buscando un departamento más pequeño pero... es difícil, no hallo ninguno que se ajuste a lo que necesito y tenga buen precio.—La ciudad es costosa, pero no te desanimes. —le aconsejó.—Tengo algunos ahorros, se supone que eran para comprar un auto y poder llegar más temprano a la oficina, pero ya ves. Puedo vivir un par de meses antes de que los gastos acaben conmigo.—¿Crees que tus padres se negarian a ayudarte?—Posiblemente no, pero no quiero lidiar con sus sermones de lo poco productiva que soy. Que disfruten su dinero, yo veré como me las arreglo. Les he llamado hoy, tomarán un crucero, le he dicho a mi madre que los extraño y quiero verlos, no hay tiempo, estarán quince días de crucero y luego irán a ver a mi hermano.—Que injustos son contigo, me da mucho coraje Ámbar, se comportan como si no fueses su hija—Lo sé, pero ya no me aflijo tanto, resolveré por mi cuenta.—Como siempre —aseguró Jess.—Si, pero eso no es lo único —sonrió— necesito contarte algo, pero debes prometerme que no vas a juzgarme, Jess.—¿Cuando lo he hecho?— fingió indignación.—Es que esto es... bastante fuera de lo común,podría decirse que es un poco delicado, así que prometelo, no me juzgarás.—Ámbar, te prometo que sin importar lo que vayas a decirme, no voy a juzgarte. —dijo con su mano elevada.—Gracias... Hoy conocí a un hombre, me dejó encantada, Jess.—¡Eso suena muy bien!—dijo feliz—¡cuéntame de él!—Es alto, muy alto, diría que sobrepasa el metro ochenta, tiene un cabello color chocolate, precioso, unos ojos verdes... ¡Jessie, si pudieras ver esos ojos!—rió—Son unos ojos hermosos, los más bonitos que he visto y esa boca... tiene una voz...—De acuerdo, ¿Y por qué habría de juzgarte por eso?, ¿Qué podría ser lo peor?, Todo parece perfecto, mientras no me digas que es casado.—No, no lo es... bueno... no de un modo convencional —Jessie arrugó el entrecejo.—¿Qué se supone que significa eso, Ámbar Hobbs?, ¿Piensas liarte con un casado?—Ya te he dicho que no está casado, tonta.—rió.—¿Entonces?—No vayas a desmayarte... ¡Es un sacerdote!—¡NO ME MIRES ASI!—exclamó Ámbar a su amiga, Jessie la miraba pasada, sin siquiera pestañear. —Por todos los cielos, dime que es una broma.—le pidió, incapaz de ocultar su asombro. —No, no lo es. El hombre que conocí hoy, es un sacerdote, su nombre es Samuel Thompson. —¡No me jodas Ámbar!, ¿Ahora te enamoras de sacerdotes?, ¿Qué rayos te pasa?—No te exacerbes— le sugirió— prometiste no juzgarme, además no he dicho que sea amor, al menos no aún, solo es atracción física, es que si lo vieras me entenderías. —¡Pero es un cura, Ámbar!—¿Y eso qué?, También son hombres, ¿O no?, he escuchado de sacerdotes que se casan. —¿Estás hablando de casarte con el cura? Además esos no son cualquier sacerdote. Ámbar los sacerdotes hacen votos de castidad, no enloquezcas, perderás tu tiempo, él jamás se fijaría en ti. —¡Jess, no lo digas de ese modo!—exclamó frustrada—¡Si lo haces sonar como un reto, se convertirá en una meta!—¡Hablo en serio, Ámbar!— la miró fijamente a través de la pantalla—¡E
Samuel, se quedó pensando el resto de la tarde en aquella jóven, Ámbar Hobbs, parecía realmente afligida, lo que se llamaría, un alma abatida, estaba pasando por muchas situaciones y le alegraba que ella pudiese refugiarse en Dios. Era una joven muy hermosa, como para vivir tantas malas situaciones... Sus ojos le resultaban un rasgo muy bonito, ojos color miel, color ámbar... cómo su nombre. Entrada la tarde decidió que sería buena idea visitar a su madre, quién seguramente se sentiría complacida de verlo, la amaba mucho y ella siempre se preocupaba por su bienestar, su madre era un refugio de ternura y bondad...Samuel, entró a la casa de su madre, ella lo recibió con una enorme sonrisa. —¡Hijo mío, que alegría verte!— le besó la mano en señal de respeto, y luego le dió un gran abrazo.—¡Hijo de mi alma y de mi amor!—exclamó con orgullo. —Siempre es bueno venir a casa, madre. Es bueno recordar que soy un hijo, con un refugio materno. —Samuel, Samuel, hijo mío— su madre le sonrió.
¡Lo había intentado, sí que lo intentaba, pero no daba resultado!Pasaba de medio día cuánto Ámbar entró con paso firme a la iglesia, habían unas pocas personas en los banquillos, de rodillas elevando plegarias, en apariencia, almas abatidas que buscaban un milagro o, cercanía con Dios.Y luego estaba ella, con intenciones egoístas y prohibidas, que no podían ser controladas. Caminó hasta la segunda hilera de banquillos y se sentó...—Aquí estoy, de nuevo... sabes que una parte de mi quiere resistirse a esta necesidad que siento, pero... me conoces, ¿Para que mentirte?, sabes que el deseo que siento por él es mayor, sé que querrás castigarme por mis deseos y pensamientos, pero... ¿Será un precio muy alto?... estoy dispuesta a pagarlo, dame la penitencia que debo cumplir, pero quiero verlo, necesito verlo de nuevo, mi cuerpo me lo pide.. Batallé toda la mañana para evitarlo, pero... heme aquí. —Has vuelto, hija mía. —aquella voz la hizo estremecer. —Padre Samuel— se giró hacia el
Después de despedirse de Amy y negarse a qué la llevara o la acercara a la estación de metro, decidió caminar un poco, sabía a dónde iba, pero se negó a no terminar de transitar el camino...Era tarde, y al entrar a la iglesia, escuchó como el padre Samuel oficiaba la misa, con su voz potente pero cargada de compasión y ternura, lo escuchó dar consejos espirituales a todos los presentes... y cuando la misa llegó a su fin, luchando contra su deseo de ir hasta donde el sacerdote estaba, se puso en pie y salió de la iglesia a toda prisa, en dirección al metro... *******†*******Samuel, no podía dejar de pensar en la pelicastaña, se reprendía al encontrarse nuevamente divagando sobre ella... ella le había impresionado y se imaginaba que por eso, había imaginado su rostro entre los feligreses, mientras celebraba la misa, supuso que se debía a que ella se había quedado en sus pensamientos.La mujer estaba atravesando un mal momento, y quería suponer que debido a eso le generaba esa cierta.
Ámbar, lo estuvo pensando durante toda la mañana, ahora se encontraba, sentada a la mesa, con el papel que contenía el número de Matteo... ¿Debía llamarlo?Él era jóven, tenía bonita sonrisa y era muy apuesto. Tal y como decía Amy, era mucho tiempo de abstinencia, solo debía calmar el deseo...—Esos pensamientos ambiguos te están enloqueciendo, Ámbar — se dijo—¡Al carajo, necesito intentarlo!— tomó el papel y su celular, se dispuso a marcar... Al tercer repique escucho una jovial voz que preguntó. —¿Hola?—¿Matteo?—Eh, si... ¿Quién es?— parecía dudar. —Soy Ámbar... me diste tu número ayer. —Vaya, hola guapa, debo decir que comenzaba a perder las esperanzas, me desilusionó un poco que no me marcarás ayer. —Estuve indecisa de hacerlo—rió— me preocupaba si tenías la edad suficiente para hablar con una adulta—bromeó y el rió. —Soy perfectamente legal, preciosa, eso no debe preocuparte, no dejes que mi cara te engañe, en un par de meses cumpliré veintiuno. Así que me temo que soy may
Ámbar sintió como aquella húmeda lengua le recorría su intimidad de forma lenta y seductora, movió sus caderas hacia él, mientras tomaba un puñado de su cabello... Matteo comenzó a dedicarse a su tarea, la besaba, deslizaba su lengua saboreándola, logrando estremecerla de placer, aquella le gua se movía con agilidad, mientras pronto Matteo descubrió el centro de su placer y lo succionó con fuerza, Ámbar se retorció mientras impulsaba hacia él las caderas, a aquellos sumó las rápidas caricias de sus manos y poco tardó en alcanzar un maravilloso estallido, que le permitió liberar un poco de la tensión que su cuerpo acumulaba... Su cuerpo se desplomó laxo sobre el sofá, mientras luchaba por recuperar la respiración, una sonrisa iluminó su rostro.Se imaginó que tan grande sería el placer que podría encontrar en brazos del sacerdote...¡Por Dios, Ámbar, ésto es para olvidarte del cura!, se reprendió mentalmente. —¿Y?—preguntó Matteo con los ojos llenos de la misma interrogante. —Nada ma
El sonido del celular reclamó su atención, escuchando como el aparato no dejaba de sonar corrió hasta él para tomarlo, esperando que quizás fuese Jessie, pero al tomarlo no reconoció el número en pantalla. —¿Si?—¿Ámbar, eres tú?— aquella voz despertó en ella un delicioso escalofrío que recorrió su espina dorsal... ¡Era él!, ¡por supuesto que era él!—¿Padre Samuel?—Qué buen oído, hija mía. Te estoy llamando porque tengo buenas noticias.— ella hubiese querido decirle que poco le importaban los motivos, poder escuchar su voz a través del celular era algo... eróticamente estremecedor, y después de los eventos del día anterior, todo su cuerpo aunque satisfecho, había despertado con sus palabras, esa voz ronca y profunda que despertaba las fibras de su ser. —he hablado con mi madre, quién a su vez ha hablado con una vieja amiga, hay un departamento de este lado de la ciudad, es pequeño, nada tan espacioso y ostentoso, solía usarlo su hijo, pero se casó y se fue a vivir a otro lugar. —S
Al día siguiente Ámbar le entregó los documentos a Samuel y pretendía tener una conversación con él, sin embargo, el sacerdote se despidió rápidamente asegurando que tenía asuntos parroquiales de los cuales debía hacerse cargo. Ámbar asintió y se despidió en dirección al nuevo departamento. Una pequeña sala, una cocina, muy bonita, una sola habitación con cuarto de baño, y un cuarto de baño fuera, un pequeño balcón, un área de lavado y nada más... el suficiente espacio para ella sola. Matteo llamó en un par de oportunidades y envío un par de mensajes, pero decidió ignorarlo por el momento, quería enfocarse en su mudanza, debía deshacerse de algunas cosas que no entrarían en el nuevo lugar, esperaba hacer una mudanza pequeña con lo justo, y aprovechar algunas cosas que la señora Antonia había dejado en el lugar. Los próximos dos días, pasaron muy rápido, y Ámbar estaba entretenida en la que sería su nueva vida, en su nuevo hogar... aún así no dejaba de pensar en el sacerdote, le resu