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Capítulo 3; ¿Qué es peor que un casado?, ¡Un sacerdote! ✝️

Ámbar entró a su departamento y cerró la puerta tras ella, para dejar escapar un largo y profundo suspiro. Caminó hasta la mesa donde depositó la caja que cargaba.

—Hogar, dulce hogar—dijo con ironía, arrojó su bolso en la mesa y tomando una silla se sentó. —¿Qué haré?, las deudas no me esperarán y con el dinero que tengo a penas y alcanzo a vivir un par de meses, pero... ¿Y luego qué?—volvió a suspirar ¿sería justo llamar y pedir ayuda a sus padres?— No— se negó — lo haré solo en un caso extremo, no quiero tener que tolerar otro discurso de lo poco ágil que soy para solucionar mis problemas.

Tomó su celular y marcó el número internacional de su padre, no obtuvo respuestas, luego marcó el de su madre, si, sería una llamada costosa y no estaba para eso, pero necesitaba saber de ellos.

—Hola cariño, que bueno saber de tí— fue la respuesta de su madre.

—Hola mamá, ¿Cómo están?

—Oh, muy bien. Tu padre y yo, estamos viviendo la vida que siempre quisimos— Ámbar presionó los dientes con fuerza—¿Y tú?, ¿Está todo bien?

—Todo muy bien, mamá. Llamaba porque... tengo tres semanas sin saber de ustedes, comenzaba a preocuparme.

—Nada de qué preocuparse, tesoro. Tres semanas es poco tiempo cuando estás viviendo una aventura, además ya sabes lo que dicen, las malas noticias son las primeras en llegar.

—Si, eso dicen... ¿Dónde están?, ¿cuando podré verlos?, los extraño mucho.

—Oh cariño, nosotros también te extrañamos—dijo, pero Ámbar no la creyó— de momento no será posible, estamos en Roma, en el puerto Civitavecchia, tomaremos un crucero por el Mediterráneo, serán dos semanas, y luego tendremos un viaje, posiblemente visitemos a tu hermano.

—Claro...— dijo con sarcasmo y suspiró. Realmente extrañaba mucho a sus padres y no entendía por qué ellos parecían estar mejor sin ella. Además, allí estaban, gastando mucho dinero en viajes, conociendo el mundo, pero sin conocer realmente a su hija o las dificultades que tuviese. No entendía por qué sus padres no la querían. Bueno, su madre solía decirle que se embarazó demasiado temprano, y aunque tuvieron el apoyo de los padres, sus vidas cambiaron demasiado. La responsabilizaba por no haber podido vivir como ellos querían. ¿Qué culpa tenía ella de haber nacido?

—Oh cariño, debo dejarte, zarparemos en unos minutos.

—Bien, mamá, espero tengan un buen viaje, saludame a papá.

—Lo haré cariño, adiós.

—Adiós—respondió a la nada, pues su madre ya había cortado la comunicación, algunas cosas no cambiaban y su relación con sus padres era una de ellas... a pesar de que si le entristecía, era algo a lo que ya estaba acostumbrada.

Suspiró despejando su mente...

Pensó en llamar a Jessie, pero al observar la hora se percató que en Australia era de madrugada, así que no era pertinente marcarle, esperaría un par de horas para poder hablar con su amiga, debía contarle que ahora era desempleada, pero sobre todo, debía contarle sobre el sexy sacerdote que había conocido.

Sonrió como tonta...

Tenía muchos, muchos deseos de volver a verlo... Sin duda volvería a la iglesia... un macabro pensamiento llegó a su cabeza.

¿Qué tan pecaminoso podría ser seducir a un sacerdote?...

Había escuchado de algunos que tenían esposas, pero también había escuchado que los sacerdotes hacían votos de santidad y celibato... ¿cuan era la verdad?, El padre Samuel, había dicho que creció en un ambiente religioso... ¿Había conocido los placeres carnales antes de dar ese paso ó... seguía siendo tan puro como el día en que nació?

Sin duda sería toda una experiencia descubrirlo... sonrió al recordar esos ojos... que ojos tan hermosos, verdes, brillantes, llenos de vida, alegres... y esa voz... diablos, esa voz derretiría el corazón de cualquier mujer, hasta una santa vibraría al escuchar su voz y ella, distaba mucho de ser una santa...

—No es justo— dijo en voz alta—no es justo que un hombre tan guapo y ardiente sea célibe, todos los sacerdotes deberían ser ancianos... El padre Samuel es una tentación viviente.

Decidió ocuparse con algunas actividades propias del hogar, mientras avanzaba el día, ya cuando comenzaba a caer la tarde, decidió tomar su celular y escribirle un mensaje a Jessie.

"Hola Jess, ¿tienes tiempo para una videollamada?, !Tengo tanto que contarte!, avísame y nos conectamos por computador"

Solo pasaron unos minutos cuando recibió la respuesta.

"Tengo tiempo Ámbar, prendo el computador y te llamo"

Corrió a encender el aparato, se fue directa a su cuarto y se sentó sobre la cama con la computadora sobre las piernas cruzadas, esperando la llamada... poco tardó en sonar el aparato y ella felíz recibió la llamada. Jess apareció en pantalla, sus hermosos y abundantes rizos se hicieron presente, sus lindos ojos verdes y cálida sonrisa.

—¡Allí estás, Ámbar!—le sonrió—¡Te extraño tanto!

—No imaginas cuánto te extraño a ti—sonrió—¿Cómo va tu vida de casada?

—Maravilloso—sonrió— estoy muy feliz, pero cuéntame tú. ¿Qué son esas notícias importantes?

—Llegué tarde de nuevo y Smith me despidió. — dijo rápidamente ocultando su decepción.

—Rayos Ámbar, lo siento mucho. Seguro encontrarás algo pronto —la animó— y sabes que cuentas conmigo, no dudes en hablarme si la situación se sale de tus manos.

—Gracias Jess, he estado buscando un departamento más pequeño pero... es difícil, no hallo ninguno que se ajuste a lo que necesito y tenga buen precio.

—La ciudad es costosa, pero no te desanimes. —le aconsejó.

—Tengo algunos ahorros, se supone que eran para comprar un auto y poder llegar más temprano a la oficina, pero ya ves. Puedo vivir un par de meses antes de que los gastos acaben conmigo.

—¿Crees que tus padres se negarian a ayudarte?

—Posiblemente no, pero no quiero lidiar con sus sermones de lo poco productiva que soy. Que disfruten su dinero, yo veré como me las arreglo. Les he llamado hoy, tomarán un crucero, le he dicho a mi madre que los extraño y quiero verlos, no hay tiempo, estarán quince días de crucero y luego irán a ver a mi hermano.

—Que injustos son contigo, me da mucho coraje Ámbar, se comportan como si no fueses su hija

—Lo sé, pero ya no me aflijo tanto, resolveré por mi cuenta.

—Como siempre —aseguró Jess.

—Si, pero eso no es lo único —sonrió— necesito contarte algo, pero debes prometerme que no vas a juzgarme, Jess.

—¿Cuando lo he hecho?— fingió indignación.

—Es que esto es... bastante fuera de lo común,podría decirse que es un poco delicado, así que prometelo, no me juzgarás.

—Ámbar, te prometo que sin importar lo que vayas a decirme, no voy a juzgarte. —dijo con su mano elevada.

—Gracias... Hoy conocí a un hombre, me dejó encantada, Jess.

—¡Eso suena muy bien!—dijo feliz—¡cuéntame de él!

—Es alto, muy alto, diría que sobrepasa el metro ochenta, tiene un cabello color chocolate, precioso, unos ojos verdes... ¡Jessie, si pudieras ver esos ojos!—rió—Son unos ojos hermosos, los más bonitos que he visto y esa boca... tiene una voz...

—De acuerdo, ¿Y por qué habría de juzgarte por eso?, ¿Qué podría ser lo peor?, Todo parece perfecto, mientras no me digas que es casado.

—No, no lo es... bueno... no de un modo convencional —Jessie arrugó el entrecejo.

—¿Qué se supone que significa eso, Ámbar Hobbs?, ¿Piensas liarte con un casado?

—Ya te he dicho que no está casado, tonta.—rió.

—¿Entonces?

—No vayas a desmayarte... ¡Es un sacerdote!

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