Diego estaba sentado pensativo en su oficina, sumido en sus pensamientos, mirando con indiferencia los papeles sobre su escritorio. Sus dedos tocaban una y otra vez la mesa.Marina entró y se acercó a él. Tomó los papeles que estaban sobre la mesa y los revisó detenidamente.Cuando el cuerpo de Armando llegó a Estelaria, Diego había ordenado que lo llevaran en secreto al hospital para realizarle un exhaustivo examen. Ahora, esos documentos contenían los resultados del chequeo, pero no encontraron nada fuera de lo normal.Marina dejó los papeles sobre la mesa y se sentó justo frente a Diego.—La causa de su muerte solo puede ser una de dos cosas —dijo con un tono serio—. O fue un accidente, o alguien lo planeó. ¿Qué piensas tú, Diego?Diego giró la cabeza hacia ella, notando que llevaba una camiseta de manga corta. Un leve indicio de preocupación cruzó su rostro al pensar que podría tener frío, así que subió un poco el aire acondicionado. Aunque lo disimulaba muy bien, aún tenía muchas
—Sí, hace un tiempo vi a Yulia en Marbesol. La subió a un auto un hombre que no conocía —dijo Camilo, con un tono bastante sombrío—. Podemos usar esa información sobre Yulia para distraer a Marina y Diego, así no prestarán atención a lo que estamos haciendo.Vera se emocionó, reflexionando sobre lo que Camilo acababa de decir.—Yo me encargaré de eso. Camilo, confío en ti. Eres nuestra única esperanza. En cuanto te establezcas, ya no tendremos que temerle a Diego.Camilo esbozó una sonrisa débil, llena de un profundo resentimiento. Nunca olvidaría la terrible humillación que Diego le había causado. Se despidió y dijo:—Abuela, cuídate también.Colgaron y Camilo se quedó allí, esperando el autobús. Cuando finalmente llegó, subió y se dirigió al hotel, sumido por completo en sus pensamientos.Mientras tanto, Julia no podía dejar de sentirse frustrada. Había echado a Camilo de la casa, pero eso no la había calmado. Cada vez le caía peor. No era para nada atento, tampoco la valoraba. Se se
Marianela escupió con rabia hacia la casa de ese maldito que estaba enfrente y, furiosa, se dio la vuelta para regresar a su casa. En cuanto entró, marcó de inmediato el número de Camilo.Cuando Camilo contestó, Marianela no perdió ni un segundo y comenzó enseguida a despotricar, sin filtros, que Julia había pasado la noche en la casa de otro hombre.Camilo, que ya tenía en mente usar un viaje de negocios relámpago como excusa para irse al extranjero, escuchó el tono furioso de su madre y, con calma, le respondió:—Mamá, yo me encargaré de lo de Julia, no te metas más en eso.Marianela, al escuchar esto, explotó aún más:—¡Ay, claro! ¡Ahora soy yo la que me meto donde no me llaman! ¡Verdad? Si te gusta que te pongan los cuernos, sigue en lo tuyo y listo. ¡Y ella ya dijo que mañana se va a divorciar de ti!Camilo esperó a que Marianela terminara de gritar como loca y colgó la llamada. Su rostro se ensombreció. No podía divorciarse de Julia aún. Necesitaba que la familia Soler le siguier
Desde su monitor de seguridad, que tenía colocado en el pasillo de su casa, Mario vio a Camilo salir apresurado con una maleta.Rápido, le mandó un mensaje a Julia para saber qué estaba pasando.[Julia, vi a tu marido salir con una maleta... ¿Tuvieron acaso una pelea?]Un mensaje directo, pero bien lanzado, tal cual como a Mario le gustaba. Siempre tan hábil con este tipo de cosas, sobre todo cuando su objetivo era encontrar una mujer rica que lo mantuviera.Julia, al ver el mensaje de Mario y pensar en todo lo del divorcio, no dudó ni un segundo en mandarle un breve mensaje a Camilo.[¿Cuándo vas a regresar y sacar tus cosas?]Camilo, que ya estaba en el auto, vio el mensaje, pero decidió ignorarlo.Julia, un poco frustrada por eso, llamó a Darío, y fue él quien le confirmó que Camilo se iba mañana a Veloria por trabajo.Julia soltó un ligero suspiro, claramente molesta. ¿Cómo podía estar tan tranquilo y enfocado en el trabajo si ya está por salir del Grupo Soler? Pensaba que tal vez
Marina sonrió, apoyó su cabeza en el hombro de Diego y dió un ligero suspiró.—Diego, yo me voy a ir a buscarla primero. Cuando llegue, te unes a mí, que te parece.Diego no intentó detenerla. La respetaba y, con voz suave, respondió:—Está bien....Al día siguiente, en el Grupo Yulia,Marina llamó de inmediato a Fernando y Ricardo para que entraran en su oficina.Se levantó enseguida de su silla, caminó directo hacia el sofá y les indicó que se sentaran. Les sirvió agua personalmente, dejando la jarra sobre la mesa. Luego, levantó la mirada y los observó fijamente.—Desde que tomé las riendas del Grupo Yulia, quiero agradecerles por todo el inmenso apoyo que me han dado.El tono tan amable de la jefa hizo de repente que Fernando y Ricardo se pusieran nerviosos.Ambos pensaron: ¿Nos van a despedir?Marina, ajena a la tensión en el aire, continuó:—A partir de ahora, voy a dedicarme más a buscar a mi hija. Ya encontré a la persona adecuada para que tome las riendas de la empresa. Tiene
Martina escuchó atenta lo que dijo Luna y no pudo evitar sentirse feliz. Estaba segura de que Marina no podría regresar al Grupo Cabello.Miró de nuevo el diagnóstico del médico que confirmaba su embarazo y no pudo evitar sonreír, feliz. ¡Estaba embarazada!Al escuchar las quejas de Luna, se acercó a ella con una sonrisa dulce, abrazó su brazo y, con un tono tierno, dijo:—No te enojes por eso, el bebé en mi panza me pidió que te pidiera un favor. Quiere que le pongas el nombre.Luna, sorprendida por las palabras tan tiernas de Martina, no pudo evitar sonreír en este momento, sintiendo un ligero calorcito en el corazón. Le dio una pequeña palmada en la mano y, entre risas, respondió:—Ay, realmente tú, eres una traviesa. El nombre lo ponen los papás, no hay duda.Martina hizo un ligero puchero y, con un gesto aún más cariñoso, se colgó de su brazo, diciendo:—No puedo, no soy buena con los nombres, y el papá del bebé tampoco lo es. Por favor, te lo pido, ayúdame en esto. ¿Sí?Luna miró
Su voz sonaba tranquila, pero en sus ojos brillaba una chispa de gran emoción. Todo marchaba de acuerdo al plan original; pronto, recuperaría su lugar en la cima. No se arrepentía ni un poco de haber permanecido en las sombras durante todo este tiempo.Cuando colgó la llamada, Camilo dejó el celular a un lado. Sabía muy bien que su regreso estaba cerca, que pronto tendría de nuevo el poder en sus manos, que volvería a estar en la cima como siempre debió estar.Era la medianoche, ese momento especial en que la mayoría ya se encuentra sumida en un sueño profundo.Dentro del hotel, todo estaba en completo silencio. La cerradura de la puerta sonó levemente, y la puerta se abrió con cuidado. Dos figuras se deslizaron por la habitación como sombras, moviéndose con una precisión casi fantasmal. Se acercaron sigilosas a la cama de Camilo.Él, ajeno a todo, seguía tranquilo dormido.De repente, lo tomaron y lo arrastraron fuera de la habitación, aún inconsciente....Al día siguiente, el sol il
Justo cuando Vera estaba furiosa, pensando que algo le había pasado a Camilo, la puerta de la biblioteca se abrió de repente.Lidia entró en ese momento corriendo, como un torbellino, con cara de enojo y un toque de niña consentida:—¡Abuela, mi hermano rompió mi pulsera!Lidia hizo un ligero puchero y levantó su manita, mostrando con tristeza una pulsera delicada.En realidad, no estaba rota, solo un poco sucia, y con lavarla quedaría realmente como nueva. Pero en sus ojos brillaban las lágrimas.Vera la miró, furiosa, pero enseguida se controló y reprimió su enojo. Trató de sonreír.—Lidia, ¿qué te parece si luego te compro una pulsera nueva? ¿Qué dices ahhh?Lidia seguía molesta, porque esa pulsera era la que más le gustaba.Vera se agachó y acarició su cabello con dulzura, sonriendo con agrado.—Te voy a comprar una aún más bonita, ¿te parece?Lidia, aunque todavía algo molesta, aceptó.—Ok.—Ve a jugar con tu hermano. No peleen más, yo estoy por aquí ocupada —dijo Vera con tono s