Desde su monitor de seguridad, que tenía colocado en el pasillo de su casa, Mario vio a Camilo salir apresurado con una maleta.Rápido, le mandó un mensaje a Julia para saber qué estaba pasando.[Julia, vi a tu marido salir con una maleta... ¿Tuvieron acaso una pelea?]Un mensaje directo, pero bien lanzado, tal cual como a Mario le gustaba. Siempre tan hábil con este tipo de cosas, sobre todo cuando su objetivo era encontrar una mujer rica que lo mantuviera.Julia, al ver el mensaje de Mario y pensar en todo lo del divorcio, no dudó ni un segundo en mandarle un breve mensaje a Camilo.[¿Cuándo vas a regresar y sacar tus cosas?]Camilo, que ya estaba en el auto, vio el mensaje, pero decidió ignorarlo.Julia, un poco frustrada por eso, llamó a Darío, y fue él quien le confirmó que Camilo se iba mañana a Veloria por trabajo.Julia soltó un ligero suspiro, claramente molesta. ¿Cómo podía estar tan tranquilo y enfocado en el trabajo si ya está por salir del Grupo Soler? Pensaba que tal vez
Marina sonrió, apoyó su cabeza en el hombro de Diego y dió un ligero suspiró.—Diego, yo me voy a ir a buscarla primero. Cuando llegue, te unes a mí, que te parece.Diego no intentó detenerla. La respetaba y, con voz suave, respondió:—Está bien....Al día siguiente, en el Grupo Yulia,Marina llamó de inmediato a Fernando y Ricardo para que entraran en su oficina.Se levantó enseguida de su silla, caminó directo hacia el sofá y les indicó que se sentaran. Les sirvió agua personalmente, dejando la jarra sobre la mesa. Luego, levantó la mirada y los observó fijamente.—Desde que tomé las riendas del Grupo Yulia, quiero agradecerles por todo el inmenso apoyo que me han dado.El tono tan amable de la jefa hizo de repente que Fernando y Ricardo se pusieran nerviosos.Ambos pensaron: ¿Nos van a despedir?Marina, ajena a la tensión en el aire, continuó:—A partir de ahora, voy a dedicarme más a buscar a mi hija. Ya encontré a la persona adecuada para que tome las riendas de la empresa. Tiene
Martina escuchó atenta lo que dijo Luna y no pudo evitar sentirse feliz. Estaba segura de que Marina no podría regresar al Grupo Cabello.Miró de nuevo el diagnóstico del médico que confirmaba su embarazo y no pudo evitar sonreír, feliz. ¡Estaba embarazada!Al escuchar las quejas de Luna, se acercó a ella con una sonrisa dulce, abrazó su brazo y, con un tono tierno, dijo:—No te enojes por eso, el bebé en mi panza me pidió que te pidiera un favor. Quiere que le pongas el nombre.Luna, sorprendida por las palabras tan tiernas de Martina, no pudo evitar sonreír en este momento, sintiendo un ligero calorcito en el corazón. Le dio una pequeña palmada en la mano y, entre risas, respondió:—Ay, realmente tú, eres una traviesa. El nombre lo ponen los papás, no hay duda.Martina hizo un ligero puchero y, con un gesto aún más cariñoso, se colgó de su brazo, diciendo:—No puedo, no soy buena con los nombres, y el papá del bebé tampoco lo es. Por favor, te lo pido, ayúdame en esto. ¿Sí?Luna miró
Su voz sonaba tranquila, pero en sus ojos brillaba una chispa de gran emoción. Todo marchaba de acuerdo al plan original; pronto, recuperaría su lugar en la cima. No se arrepentía ni un poco de haber permanecido en las sombras durante todo este tiempo.Cuando colgó la llamada, Camilo dejó el celular a un lado. Sabía muy bien que su regreso estaba cerca, que pronto tendría de nuevo el poder en sus manos, que volvería a estar en la cima como siempre debió estar.Era la medianoche, ese momento especial en que la mayoría ya se encuentra sumida en un sueño profundo.Dentro del hotel, todo estaba en completo silencio. La cerradura de la puerta sonó levemente, y la puerta se abrió con cuidado. Dos figuras se deslizaron por la habitación como sombras, moviéndose con una precisión casi fantasmal. Se acercaron sigilosas a la cama de Camilo.Él, ajeno a todo, seguía tranquilo dormido.De repente, lo tomaron y lo arrastraron fuera de la habitación, aún inconsciente....Al día siguiente, el sol il
Justo cuando Vera estaba furiosa, pensando que algo le había pasado a Camilo, la puerta de la biblioteca se abrió de repente.Lidia entró en ese momento corriendo, como un torbellino, con cara de enojo y un toque de niña consentida:—¡Abuela, mi hermano rompió mi pulsera!Lidia hizo un ligero puchero y levantó su manita, mostrando con tristeza una pulsera delicada.En realidad, no estaba rota, solo un poco sucia, y con lavarla quedaría realmente como nueva. Pero en sus ojos brillaban las lágrimas.Vera la miró, furiosa, pero enseguida se controló y reprimió su enojo. Trató de sonreír.—Lidia, ¿qué te parece si luego te compro una pulsera nueva? ¿Qué dices ahhh?Lidia seguía molesta, porque esa pulsera era la que más le gustaba.Vera se agachó y acarició su cabello con dulzura, sonriendo con agrado.—Te voy a comprar una aún más bonita, ¿te parece?Lidia, aunque todavía algo molesta, aceptó.—Ok.—Ve a jugar con tu hermano. No peleen más, yo estoy por aquí ocupada —dijo Vera con tono s
Diego, con una mirada sombría, respondió tranquilo:—Pues yo no sé dónde está.—No me vengas con eso —dijo Víctor, su voz cargada de una gran ansiedad—. Estaba seguro de que Yolanda se había contactado con ustedes, contigo y con Marina.Diego sonrió con una ligera mueca y respondió con total indiferencia:—Víctor, si tu madre realmente estuviera muerta, ¿crees que Yolanda seguiría muy tranquila viviendo contigo? Ella está bien. Déjala en paz.Víctor estaba a punto de contestar cuando Diego colgó.Víctor miró el celular con frustración y apretó con rabia los labios.En ese momento Fátima tocó la puerta y entró con una sopa.—Sal de aquí —dijo Víctor, sin ni siquiera voltearse, con tono sombrío.Fátima, sonriendo con resignación, entró sin decir nada, dejó la sopa en la mesa y se acercó a él.—No has cenado, ya es tarde, ¿por qué no tomas un poco de sopa?—Te dije que salieras y punto—respondió él, su voz grave, rozando la impaciencia.Fátima sintió una leve punzada por sus palabras, per
A la mañana siguiente, Josefa se levantó muy temprano, pero al no ver a Víctor en la casa, pensó que ya se había ido a trabajar.Fátima estaba en la sala, esperando a que Josefa terminara de desayunar para acompañarla a dar un paseo.—Josefa, tengo una noticia buenísima que darte —dijo Fátima, mientras tomaba el brazo de Josefa, caminando juntas por el parque de la planta baja.—Es una gran noticia —Fátima sonrió con delicadeza. Unos minutos más tarde, Josefa dejó escapar una sonrisa. La tensión con su hijo, por la pelea reciente, ya empezaba a tranquilizarse un poco.—¿Qué noticia tan buena?—Víctor y yo vamos a casarnos —respondió Fátima, sonriendo de nuevo.—¿Casarse? —Josefa se detuvo en seco, sujetando con fuerza el brazo de Fátima, sorprendida y emocionada—. ¿De verdad? ¿Víctor aceptó?Fátima ignoró por completo el dolor en su brazo y sorprendida, dijo.—Sí, aceptó. Sabes que Víctor siempre ha sido muy respetuoso contigo y también quiere verte feliz.—¡Qué bien, de acuerdo! ¡Qué
Marina acababa de llegar al pequeño hotel del Vallecito cuando recibió una repentina llamada de Yolanda.—Marina, Víctor ya me encontró y me dijo que va a quedarse a vivir en este lugar, en la costa del Mar del Oeste, con el niño y conmigo.Renato abrió la puerta del auto y Marina bajó mientras seguía hablando con Yolanda.—Yolanda, ¿y tú qué opinas?Yolanda, con las manos sobre su panza, reflejaba una mezcla de emociones y esperanza. Su voz sonaba tranquila, pero decidida.—Quiero que mi bebé crezca en una familia completa. Si pudiera, no dudaría en tener al niño.Marina entendió con exactitud lo que Yolanda quería decirle. Sonrió con mucha ternura y le respondió con delicadeza.—Te deseo lo mejor, Yolanda.Yolanda sorprendida, mostró una ligera sonrisa.—Sí.Después de charlar un poco más, colgaron. Marina guardó el celular en su bolso y miró a su alrededor. El Vallecito estaba alejado, y los hoteles de la zona eran bastante antiguos, pero tenían su propio encanto.La dueña del hote