—Sí, vamos —Marina aceleró el paso, tratando en ese instante de olvidarse del encuentro inesperado con Diego.Diego la observó alejarse, con la cabeza baja, tratando de esconder la profunda tristeza y el anhelo que le invadían. Después, subió apresurado al auto.No había pensado demasiado en ir a ese lugar, simplemente fue, sin imaginar que se encontraría justo con Marina.La Mesa Secreta tenía una decoración vibrante, llena de color y vida. Un lugar con un estilo único.Marina y Ricardo se sentaron cerca de la ventana y pidieron algunos de los platos típicos.Mientras comían animadamente, Marina escuchó a la mesa de al lado hablar del Grupo D&M.Una de las mujeres, en voz baja, comentó:—No entiendo, nunca había pasado algo así en el Grupo D&M. Tienes un talento increíble, ¿por qué te movieron de la sala de juntas al departamento de pruebas?Otra mujer agregó:—¿Sabías lo que dicen por ahí? Dicen que porque querías seducir al presidente.—Qué ridículo esto —respondió Margarita con una
Al día siguiente, Ricardo tocó la puerta con el desayuno en las manos.Cuando Marina abrió, Ricardo se dio cuenta de inmediato de que sus ojos estaban rojos y visiblemente cansados.—¿Jefa, le duelen los ojos? —preguntó Ricardo, bastante preocupado.—No, estoy bien —respondió Marina, con un tono tranquilo, tratando de restarle importancia.Ricardo le pasó enseguida el desayuno y, mientras ella comenzaba a comer, salió a apresurado buscar algo para aliviar sus ojos.Después de que Marina terminara de desayunar y recogiera un poco, ambos se dirigieron directo al evento de la Cumbre Tecnológica.En el auto, Ricardo le dio una máscara para los ojos.—Jefa, no vamos a llegar tan rápido, úsela para descansar un poco. Según el folleto, ayuda a aliviar por completo la fatiga ocular.—Gracias —Marina aceptó con agrado la máscara, pensando que no era buena idea llegar con los ojos tan rojos. Se la puso y cerró los ojos para descansar.Al llegar al evento, Marina se quitó de inmediato la máscara
Ricardo estaba parado a un lado, sintiendo un gran alivio por dentro.Marina decidió probarse el traje, y con su figura impecable, el traje azul claro la hacía lucir aún más atractiva....De repente, Daniel tocó la puerta del despacho y entró.—Jefe, Max está esperando paciente en la sala —le dijo.Diego salió del despacho y se dirigió a la sala.Cuando Max lo vio acercarse, dejó su taza de café a un lado.—Mañana es la fiesta de aniversario de la empresa, ¿vas a ir? Ya ha pasado mucho tiempo, ¿verdad ? Al menos una vez tienes que dar la cara, ¿no es así? —le preguntó Max con tono amigable.—No. ¿Ha habido avances con lo de Costa Blanca? —Diego se sentó y al instante cambió de tema, dejando claro que lo que realmente le importaba era otro asunto.—Nuestro equipo ya está negociando con las autoridades.—Álex y la señorita Marina, del Grupo Yulia, también estuvieron en la cumbre. Ambas empresas están trabajando en un interesante proyecto de nube y planean comprar nuestros servidores. Le
En ese preciso momento, Marina vio a Diego en la mesa principal y, por un segundo, se quedó algo sorprendida, pero de inmediato volvió a poner la misma cara de siempre.Diego había decidido venir esa noche porque sabía que, después de que Marina terminara con lo que tenía que hacer, se iría a Estelaria. Y, por lo tanto, no sabía cuándo se volverían a ver.Marina se giró enseguida para seguir conversando con los demás, manteniendo su sonrisa amable y educada, como si nada hubiera pasado.Ricardo estaba a su lado, siempre atento, ayudándola a evitar que le ofrecieran bebidas de más o sirviéndole comida. Mostraba lo considerado que era.Diego, echando una mirada fugaz a Ricardo, apartó la vista con rapidez, sin decir nada.Desde una distancia no muy lejana, Verónica y las demás se acercaron, ansiosas por contar lo que acababan de descubrir en ese instante.Bajó la voz y le susurró a Marina:—Finalmente vi al jefe de nuestra empresa. Marina, ¿te acuerdas del hombre del que te hablé en el a
Margarita observó cómo Diego se alejaba, sintiendo aún cierta inquietud en el pecho. Esa mirada suya hace un momento... demasiado sombría, incluso un poco aterradora.Cuando Verónica y las demás vieron que el jefe ya se había ido, se acercaron rápidamente a Margarita.Verónica, con un aire burlón, le puso la mano en el hombro y soltó:—¡Vaya, cómo nos lo tenías bien escondido!Margarita, desconcertada, respondió con una mueca de sorpresa:—¿Escondido qué o qué?Verónica, relajada, se cruzó de brazos y, con tono cómplice, añadió:—Digamos que nada. Señora jefa, si quieres mantenerlo en secreto, todo bien entonces yo me quedare callado.Margarita casi se atraganta del coraje. Exhaló y, haciendo un esfuerzo por mantenerse tranquila, aclaró:—¡Están equivocadas! No hay absolutamente nada entre el jefe y yo. ¡No se hagan ideas raras! Ni siquiera tengo pinta de señora rica, ¿ok?Otra compañera, con un tono pícaro y malicioso, intervino:—Pues mira, hace rato se les veía bien cerquita.Y una
Marina y Álex se habían ido al Grupo D&M para platicar con Max acerca de los servidores. Max los acompañó personalmente a ver cómo iban las pruebas del modelo recién salido de servidores.Margarita estaba en el área de pruebas. Cuando vio que el presidente llegaba con dos clientes, se levantó rápidamente para saludarlos con amabilidad y luego volvió a concentrarse en su trabajo.Max se giró hacia Marina y Álex, comenzando a explicarles:—Miren este modelo. Es un servidor de alta gama, con procesadores de alto rendimiento, multinúcleo y multitarea. Además, tiene una memoria de gran capacidad, ideal para aplicaciones que requieren procesar grandes volúmenes de datos y de accesos rápidos.Marina asintió y, curiosa, preguntó:—¿Y qué tal en temas de seguridad y gestión?Max hizo un gesto hacia Margarita para que respondiera.Con una voz profesional, Margarita explicó:—Este modelo soporta cifrado por hardware, lo que garantiza la total seguridad de tanto en la transmisión como en el almace
Álex asintió con entusiasmo:—Sí, he oído hablar de ese lugar. Y siempre he querido visitarlo, pero nunca encuentro el momento.Marina, alzando la mirada, se cruzó con los ojos de Diego, que la observaba desde el sofá frente a ella.Cuando se sentaron a la mesa, Marina se dio cuenta de que los platos servidos eran exactamente de su gusto. Sus ojos brillaron un poco, pero decidió no decir nada.Mientras tanto, frente a Diego solo había una simple caja de comida vegetariana.—Yo soy vegetariano, pero ustedes no se preocupen, coman tranquilos —comentó Diego con naturalidad.Marina fijó la mirada en la caja frente a él, se quedó unos segundos procesando y luego levantó la vista hacia Diego con algo al parecer de incredulidad.Diego, al notar su reacción, le dedicó una sonrisa tranquila, como si estuviera leyendo sus pensamientos.Marina, sintiéndose un poco incómoda con la intensidad de sus propios sentimientos, apartó la mirada y se concentró de nuevo en su plato.Al terminar la comida, t
De camino al hotel, Marina se sentía bastante agotada. Envió mensajes a Álex y Max para explicar que, debido a su lesión, no podría salir al día siguiente.Ricardo la acompañó hasta la puerta de su habitación.—Jefa, cualquier cosa, llámeme.Marina le devolvió una leve sonrisa.—Muchas gracias.Justo cuando Ricardo se daba la vuelta, vio a Diego acercarse, a punto de tocar la puerta. Diego asintió con la cabeza y entró sin decir una palabra.Aunque Ricardo quiso cerrarle el paso, sabía que no podía hacerlo.Marina alzó la mirada, sorprendida al verlo.—¿Max te lo contó todo?Diego asintió mientras se acercaba a ella.—Sí, él me lo conto.Se arrodilló para examinar su rodilla vendada con atención. Aunque estaba cubierta, la revisó con seriedad antes de levantarse y buscarle ropa de dormir.—Hoy no puedes mojarte la rodilla. Mejor límpiate con un paño húmedo.Marina hizo una mueca, incómoda. Diego, al notarlo, agregó:—Si prefieres, puedo pedir un protector impermeable para que te bañes.