—Señora, el presidente del Grupo Cabello está abajo, quiere verla.Marina apretó los labios, algo confundida. ¿Qué querría Matías de ella?—Que suba, por favor.Fernando obedeció y bajó a recibir a Matías.Unos minutos después, Matías entró en la oficina de Marina.Ella lo miró de arriba a abajo, con cara seria, y dijo:—Siéntese, señor Matías.Matías, sin dar demasiadas vueltas, se dejó caer pesadamente en el sofá y, directo al grano, comenzó:—Marina, anoche, a medianoche, Luna fue ingresada en urgencias.Marina siguió concentrada escribiendo en su teclado, pero en cuanto escuchó esas palabras, ya intuía a donde iba todo.Con tranquilidad, se recostó en la silla y, sin que su rostro cambiara en lo absoluto, le respondió:—¿Y? No soy médica, ¿qué esperas que haga con esa información?Matías la miró, claramente frustrado, y su tono se hizo aún más severo.—¿No te parece que estás siendo un poco fría? Mi familia ha estado años tratando de contactarte, gastando tiempo, dinero y energía e
—Sí, vamos —Marina aceleró el paso, tratando en ese instante de olvidarse del encuentro inesperado con Diego.Diego la observó alejarse, con la cabeza baja, tratando de esconder la profunda tristeza y el anhelo que le invadían. Después, subió apresurado al auto.No había pensado demasiado en ir a ese lugar, simplemente fue, sin imaginar que se encontraría justo con Marina.La Mesa Secreta tenía una decoración vibrante, llena de color y vida. Un lugar con un estilo único.Marina y Ricardo se sentaron cerca de la ventana y pidieron algunos de los platos típicos.Mientras comían animadamente, Marina escuchó a la mesa de al lado hablar del Grupo D&M.Una de las mujeres, en voz baja, comentó:—No entiendo, nunca había pasado algo así en el Grupo D&M. Tienes un talento increíble, ¿por qué te movieron de la sala de juntas al departamento de pruebas?Otra mujer agregó:—¿Sabías lo que dicen por ahí? Dicen que porque querías seducir al presidente.—Qué ridículo esto —respondió Margarita con una
Al día siguiente, Ricardo tocó la puerta con el desayuno en las manos.Cuando Marina abrió, Ricardo se dio cuenta de inmediato de que sus ojos estaban rojos y visiblemente cansados.—¿Jefa, le duelen los ojos? —preguntó Ricardo, bastante preocupado.—No, estoy bien —respondió Marina, con un tono tranquilo, tratando de restarle importancia.Ricardo le pasó enseguida el desayuno y, mientras ella comenzaba a comer, salió a apresurado buscar algo para aliviar sus ojos.Después de que Marina terminara de desayunar y recogiera un poco, ambos se dirigieron directo al evento de la Cumbre Tecnológica.En el auto, Ricardo le dio una máscara para los ojos.—Jefa, no vamos a llegar tan rápido, úsela para descansar un poco. Según el folleto, ayuda a aliviar por completo la fatiga ocular.—Gracias —Marina aceptó con agrado la máscara, pensando que no era buena idea llegar con los ojos tan rojos. Se la puso y cerró los ojos para descansar.Al llegar al evento, Marina se quitó de inmediato la máscara
Preciso, el día de su aniversario, Marina fue sola a la consulta de ginecología. En el hospital, se encontró casualmente con su esposo abrazando a quien él decía era su amor verdadero. Ella, apoyada con delicadeza en su pecho, le dijo con voz muy dulce:—Camilo, gracias por acompañarme al hospital por mis dolores menstruales.Su esposo, muy preocupado por su amor verdadero, le pidió a Marina que fuera a comprarle un chocolate. Marina sonrió de repente y apartó de inmediato la mano de su vientre. Qué coincidencia, justo había ido allí porque quería cambiar de hospital.…Marina fue al hospital esta vez para abortar. Se registró y esperó con paciencia su turno para ver al médico. A su alrededor, con las esposas embarazadas acompañadas de sus respectivos maridos. Contrastando, ella, una mujer que había venido realmente sola parecía un poco lamentable.Dos meses antes, había acompañado a Camilo Jurado en un viaje de negocios. Asistieron a una cena de negocios. Ella se emborrachó demasia
Marina estacionó el coche al costado de la carretera y negó tranquilamente la pregunta de Camilo sobre el embarazo: —No estoy embarazada, solo he tenido algo de dolor de estómago en estos días.Camilo, apoyado en el armario, con una mirada indiferente, le dijo: —Marina, por favor más vale que no me engañes. Incluso si te quedas embarazada, no cambiaría nada.El corazón de Marina dio un pequeño vuelco. Ella tocó con delicadeza su vientre aún plano y respondió con calma: —Señor, ¿cómo podría estar embarazada? Esa noche usamos protección y debería haber sido de buena calidad, sin ningún tipo de fallos.Camilo levantó una ceja en respuesta…Por la mañana, en la empresa, hubo reuniones durante la mitad del día.A mediodía, Marina llevó muy atenta café recién preparado a la oficina. Colocó en el escritorio los respectivos documentos sobre la empresa Proestrellas que Camilo le había pedido hacía unos días.Hasta ahora, el grupo Jurado nunca había incursionado en la industria del entretenim
Él estaba allí de pie con su exnovia, esa mujer que lo tomaba del brazo, simplemente la miraba con indiferencia mientras otro hombre la acosaba.Alguien una vez dijo que, si un hombre realmente te ama, sentirá celos por ti.A través de la cálida luz amarilla, el corazón de Marina se le rompía en mil pedazos.Tomás pensó que Marina estaba tratando simplemente de engañarlo y se burló de manera maliciosa. —El señor Jurado está con una dama. No intentes engañarme, secretaria Díaz. ¿Por qué no vamos mejor a otro lugar a charlar?Marina miró rápidamente a Camilo y le preguntó suavemente: —Señor Jurado, el señor Zamora quiere saber si ya te has cansado de mí.Ella lo miró fijamente, esperando su rápida respuesta. Camilo, sin detenerse, pasó a su lado con Yadira de la mano. En ese instante, Marina comprendió que la respuesta en realidad ya no importaba.Yadira se volteó, sonriendo radiante, y explicó: —Señor Zamora, Camilo y la secretaria Díaz solo tienen una relación de trabajo. No digas t
Camilo ordenó de inmediato a Quiles que llevara a Marina de regreso al Jardín Esmeralda.Marina se sentó en el coche y, a través de la ventana, observó detenidamente a la pareja abrazada fuera de la cafetería. Parecía que Camilo estaba consolando a Yadira. Sus labios se curvaron con ligereza, mostrando una mezcla de amargura y alivio.Desde el momento en que le pidió a Macarena que concertara la cita con Yadira la noche anterior, había adivinado con certeza que Macarena seguramente se lo informaría a Camilo.Todo estaba según lo planeado.Quiles, conduciendo, miró de reojo a Marina cuando se detuvieron en un semáforo en rojo. —Secretaria Díaz, siendo tan inteligente, ¿por qué provoca al jefe?Habían trabajado juntos durante cinco años. Quiles había sido fiel testigo de lo dedicada que era Marina al cuidar a Camilo con gran esmero. Para cuidar bien del estómago de Camilo, solía ir a clases de cocina todas las noches después del trabajo. Había desarrollado excelente habilidades culinari
—¿Estás seguro? ¿Han ido ya al hospital para hacerle un chequeo? La anciana en realidad no se daba por vencida.Marina salió del baño, solo ella sabía cuán nerviosa e inquieta se sentía en ese preciso momento.—Marina, ¿estás embarazada? —le preguntó la señora con alguna esperanza mientras observaba detenidamente su vientre.Marina sonrió con debilidad y negó con la cabeza. —Abuela, ya fui al hospital. Solo es un problema estomacal.La señora pareció estar un poco decepcionada, pero entendió que no podía forzarla. —Debes cuidar muy bien de tu salud, presta más atención a tus hábitos alimenticios.Marina lo afirmó con cariño. Mientras le daba de comer fruta a la señora, Camilo salió en ese momento a atender una llamada telefónica.Después de consolar a la anciana y charlar con ella por un rato, Marina salió del cuarto con la taza vacío en la mano. Al pasar por la sala de descanso, escuchó la voz burlona de Macarena.—Camilo, acabo de escuchar a la abuela pedir un bisnieto —le dijo Ma