¿Qué pasa? ¿Ya no vas a llamar? Todos estamos ansiosos esperando —Andrea vio que Marina había marcado el número, pero parecía que nadie contestaba. Después de un rato, colgó y miró su celular, como si estuviera revisando en ese momento algo. No intentó volver a marcar.—Sigues fingiendo —Andrea soltó una risa burlona.Lorenzo, sudando por el intenso calor, se pasó la mano por la frente. No quería seguir con esa escena absurda.—Si no se van, yo me voy primero.Andrea lo miró con arrogancia.—¿A dónde vas? Quédate, a ver el espectáculo.Marina acababa de leer un mensaje de Eduardo. Su papá ya había confirmado la fecha de la boda: el próximo viernes.Le contestó de inmediato.Marina pensó en ese instante en seguir marcando el número de Diego, pero en ese momento, su celular sonó. Era él.—Marina, ¿hay algo más que necesites?Marina contestó con calma.—Alguien está molestando a tu hija y a tu esposa.El rostro de Diego se ensombreció, y su tono se volvió grave.—Ya voy para allá.Colgó y
Llegaron a la zona de camping, donde Víctor y Yolanda ya tenían todo listo para la parrillada. La carne chisporroteaba en la parrilla, y el aire se llenaba con ese delicioso y impregante aroma a asado que tanto les gustaba.Yolanda, al verlos llegar, les hizo un agradable gesto.—¡Yulia, ven a probar mi carne asada! —dijo, con una sonrisa pícara.Diego dejó a Yulia para que fuera con Yolanda y se sentó en ese instante junto a Marina.Víctor, al ver que Yolanda estaba a punto de darle a Yulia su carne, intervino de inmediato.—Que coma de lo que yo preparé, lo tuyo no creo que esté tan bueno —dijo, con una sonrisa algo burlona.Yolanda le lanzó una mirada fulminante, pero al ver que su carne no estaba tan bien hecha como pensaba, terminó por aceptar la oferta de Víctor.Por su parte, Víctor no dudó en probar lo que Yolanda había hecho. Después de darle un bocado, hizo una mueca y sacó gracioso la lengua.—Yolanda, ¡le pusiste toda la botella de salsa! Menos mal que Yulia no la probó, ¡e
Marina estaba sentada en el sofá, escuchando atenta el informe de Fernando.—El primer día de Mateo como presidente, usó su propuesta para resolver lo del naufragio en PuntoEntrega y el contrabando. Ya las acciones del Grupo Zárate se han estabilizado —informó en ese momento Fernando.Marina afirmó, como si ya lo supiera.—¿Han encontrado alguna pista sobre el origen de esos productos de contrabando?—Sí, ya hay algunas pistas preliminares —respondió Fernando.Marina afirmó de nuevo, satisfecha.—Que el equipo acelere la investigación. Y dile a esa mujer cerca de Mateo que, si necesita ayuda, estoy dispuesta a dársela.Fernando se despidió y se retiró después de terminar su informe.Esa tarde, Diego no estaba en casa; había salido a hablar con los padres de Andrea y los demás jóvenes. Poco después de que Fernando se fuera, el celular de Marina sonó. Era Yolanda. Al saber que Marina estaba sola, aprovechó que Víctor se había ido a bañarse para salir a escondidas y visitarla.Se acomodar
—Mañana trae al abogado, quiero cambiar mi testamento —dijo Armando con tono sombrío.Había decidido dejar toda su fortuna a Augusto y Lidia tras su muerte.En ese momento, Vera entró en el estudio con una taza de leche tibia en la mano. Había escuchado lo que Armando había dicho, y su corazón latió más rápido de lo habitual. Tratando de mantener la calma, se acercó cautelosa, dejó la leche sobre la mesa y, con voz suave, dijo:—Mejor descansa, ya es muy tarde.—Mmm…, ve a descansar, yo me quedo un rato más —respondió, sin desviar la vista de los papeles.Vera aceptó, tratando de ocultar su emoción desbordante con una calma aparente, y se retiró a su habitación.Al día siguiente, Flavio llegó acompañado de un abogado. Armando les explicó con detalle sus intenciones de cambiar en ese momento el testamento. El abogado escuchó atentamente, anotó todo y comenzó a preparar cuidadoso los documentos correspondientes.Finalmente, Armando firmó el nuevo testamento, dejando oficialmente toda su
Diego estaba de pie en el altar, esperando ansioso a Marina. Cuando vio a Armando entre los invitados, no pudo evitar sentir un indicio de sorpresa, pero rápidamente recordó que no era el momento para pensar en eso.Desde la audiencia, Lidia vio a Diego y, emocionada, casi gritó:—¡Papá!Pero Vera, más rápida que el viento, le tapó la boca con la mano y le susurró al oído:—¡Lidia, por favor! No grites, te van a regañar.Lidia en ese momento se quedó con cara de tristeza, como si fuera a ponerse a llorar, pero no dijo nada más.La marcha nupcial empezó a sonar. Con el brazo de Eduardo sobre el suyo, Marina caminó paso a paso hacia Diego. Ella puso su mano con cariño sobre la de él.Diego apretó su mano con fuerza.El maestro de ceremonias comenzó:—Hoy estamos aquí para ser testigos del matrimonio de Diego y Marina. Han superado muchas pruebas, y hoy, por fin, están juntos. ¡Les pido que les enviemos nuestros mejores deseos!Diego y Marina intercambiaron votos y anillos, con los ojos b
Los ojitos de la niña, que antes eran muy claros, pronto se pusieron como perdidos y confundidos.Claudia salió del baño con Yulia en brazos.Justo en ese preciso momento, la puerta del baño de al lado se abrió y salió una niña pequeña. Era Lidia.Lidia, inclinando un poco la cabeza, miró con cierta curiosidad a Yulia, que estaba en brazos de Claudia.Al ver que no quedaba nadie más en el baño, Claudia rápidamente pensó en algo.Se agachó un poco y, en voz baja, le dijo a Lidia:—Eres Lidia, ¿verdad? Tu papá te está esperando en el vestíbulo.Lidia parpadeó, un poco confundida, ya que en realidad no conocía a esta mujer.Sin embargo, entendió lo que le decía y, feliz, corrió directo hacia el vestíbulo.En el vestíbulo, Diego y Marina estaban entusiasmados con los invitados, brindando.De repente, se escuchó la voz de una niña llamando:—¡Papá!Todos se quedaron al instante asombrados.Vieron cómo la niña corría hacia Diego y lo abrazaba de las piernas:—¡Papá!Alguien reconoció de inme
De repente, un estruendo enorme sacudió el aire, y las puertas del castillo volaron por los aires.El auto de Claudia salió disparado, atravesando las puertas destruidas, y se lanzó hacia afuera a toda velocidad.Los guardaespaldas, apresurados, arrancaron sus vehículos para perseguirlo, intentando cortar la fuga de Claudia.Diego recibió la llamada de uno de los guardaespaldas de inmediato; su rostro se ensombreció.Lidia, que antes se había aferrado a sus piernas, ya había sido retirada con fuerza por Victor.—Yulia ha sido raptada —dijo Diego, con voz baja, mientras tomaba la mano de Marina y salía rápidamente del salón.Marina, al escuchar esto, dejó caer asustada el vaso de vino que tenía en las manos, estrellándose contra el suelo en mil pedazos.Su rostro se palideció al instante, y sus ojos se llenaron de pavor.Ambos corrieron despavoridos hacia la salida.Luna, al ver que Diego y Marina salían corriendo, sorprendida, gritó:—¡Marina! ¿A dónde van?Eduardo, al ver la situación
El agua fría del mar casi la envolvió por completo en un instante.Las enormes olas golpeaban a Marina con tal fuerza que parecía que la iban a arrastrar.Justo cuando sentía que las olas la iban a tragar, un guardaespaldas que la había seguido con rapidez logró sujetarla.—¡Señora, no puede seguir! —gritó el guardaespaldas, usando todas sus fuerzas para arrastrarla de regreso a la orilla.…El sol ya se estaba poniendo.Era como si el tiempo se hubiera detenido. Marina, envuelta en una manta, solo estaba sentada en la playa, mirando al vacío.Sus ojos estaban vacíos, sin expresión alguna, con los párpados hinchados y las huellas de las lágrimas todavía frescas en su bello rostro.El viento del mar desordenaba su cabello.Miraba las embarcaciones que salían una tras otra, buscando a su hija, con el rostro impasible, totalmente desesperada. Su hija siempre fue tan adorable.Después de asegurarse de todo, Diego se acercó cariñoso a Marina, con una caja de comida y una botella de agua en