Capítulo 448
El agua fría del mar casi la envolvió por completo en un instante.

Las enormes olas golpeaban a Marina con tal fuerza que parecía que la iban a arrastrar.

Justo cuando sentía que las olas la iban a tragar, un guardaespaldas que la había seguido con rapidez logró sujetarla.

—¡Señora, no puede seguir! —gritó el guardaespaldas, usando todas sus fuerzas para arrastrarla de regreso a la orilla.

El sol ya se estaba poniendo.

Era como si el tiempo se hubiera detenido. Marina, envuelta en una manta, solo estaba sentada en la playa, mirando al vacío.

Sus ojos estaban vacíos, sin expresión alguna, con los párpados hinchados y las huellas de las lágrimas todavía frescas en su bello rostro.

El viento del mar desordenaba su cabello.

Miraba las embarcaciones que salían una tras otra, buscando a su hija, con el rostro impasible, totalmente desesperada. Su hija siempre fue tan adorable.

Después de asegurarse de todo, Diego se acercó cariñoso a Marina, con una caja de comida y una botella de agua en
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