Marina tomó cuidadosa el archivo y lo revisó rápidamente, luego, con calma, dijo:—No es necesario seguir investigando a Rubén.Recordó cómo ese día Rubén la había amenazado en el barco para que le entregara sus acciones, pero al final no sabía qué había hecho Diego al respecto.Esa misma mañana, al salir de casa, Diego le había entregado un contrato de cesión de acciones.El solo hecho de pensar en eso, hizo que Marina sonriera, agradecida por la astucia de Diego.Él sabe exactamente cómo ayudarme, pensó, satisfecha.Revisó el archivo que Fernando le había dado, marcando lo que le parecía útil. Sabía muy bien que, después de la junta de accionistas, podría ocuparse de todo.Cuando llegó la hora de la reunión, Marina entró en la sala de juntas.Todos los accionistas ya estaban allí, esperándola.Marina llevaba un traje negro bien ajustado, con la postura firme, se sentó en la cabecera de la mesa, mirando a los accionistas con total calma y seriedad.Mateo fue el primero en atacar:—Señ
Los accionistas comenzaron a salir de la sala de juntas uno por uno.Mateo y los demás miembros de la familia Zárate se lanzaron miradas de satisfacción y sonrisas cómplices mientras se dirigían directo hacia la salida.Marina, por su parte, mantenía el rostro serio, pero tan pronto como se quedó sola con Fernando, no pudo evitar soltar una sonrisa ligeramente burlona.Se dejó caer en su silla, relajada, y con tono bastante despreocupado dijo:—Fernando, creo que es hora de que te tomes unas vacaciones.Sacó el celular, con un aire perezoso, y envió un breve mensaje a Diego.[Cariño, espera por mí esta noche… ¡espero que tengas hambre, porque voy a cocinar algo delicioso!]Fernando la miró, un tanto confundido, pero obedeció. Sabía que Marina siempre tenía un as bajo la manga. Lo único claro es que esto aún no había terminado, y no tenía ni idea de qué sería lo siguiente, pero confiaba con tranquilidad en que algo estaba por suceder.Mientras tanto, Mateo se subió al auto, sonriendo sa
Claudia lo comprendió y comentó con una sonrisa tranquila:—Sí, aunque la compatibilidad que muestra el tarot es un buen augurio, al final lo que realmente importa es si hay o no una conexión real entre ellos.Martina, al escuchar eso, sonrió con timidez y, en voz baja, dijo:—¡Mamá, por favor! Ya basta de decir esas cosas, me da mucha vergüenza.Ana le dio una palmadita en la mano en ese momento y sonrió con cariño.—Está bien, no diré más.Claudia soltó una risita suave.—Martina es una joven increíble. Luna, podrías hacer de celestina y ponerlos en contacto, ¿no es así?Luna sonrió y aceptó.—Voy a preguntarle a Matías esta noche qué opina.En ese momento, desde la mesa de al lado, alguien estaba viendo las noticias, y justo cuando anunciaron la destitución de Marina, no pudieron evitar comentar sobre ello, lanzando diversas opiniones entre ellos.—Esa tal Marina es impresionante, tan joven y ya presidenta, pero al final no tiene lo que en realidad se necesita.—Es muy bonita.—La b
Yolanda se dio la vuelta sin ni siquiera mirar a Víctor.—Voy a ver a Marina.Había visto las noticias, y solo pensaba en los comentarios burlones y sarcásticos, además en los videos que circulaban sobre Marina, lo que le daban ganas de explotar.¡Realmente, Marina no necesitaba ser presidenta de nada!Víctor cerró la laptop con un golpe, se acercó y se sentó junto a ella, inclinándose suavemente hacia su oído.—Levántate a comer algo y después te vas.Sus labios fríos rozaron su delicado cuello, y el aliento de él le recorrió la piel, provocándole un fuerte escalofrío. No podía soportar que la besara de esa manera.—¡No te acerques tanto! —gritó furiosa, apartándose con brusquedad. Víctor sonrió con esa sonrisa tan suya, tan llena de arrogancia.—Me gusta.Yolanda no pudo responder.—Levántate, ¿qué quieres comer? —preguntó Víctor, levantándose y estirando un poco su espalda.—Ceviche de langosta, asado de tira, pargo a la parrilla… Algo así está bien —respondió Yolanda, mientras se
La ropa cayó al suelo. Marina hizo como que se molestaba y le dio un golpecito suave en el pecho, sin fuerza, solo para hacerlo parecer coqueto.—¿Olvidaste que Yolanda y Víctor están abajo esperándonos? —dijo, sin poder ocultar una sonrisa algo traviesa.—No son niños —respondió en ese momento, acercándose a su oído y susurrándole algo con cierto tono sugerente—. ¿No lo deseas tú también?Ambos compartían la misma mentalidad en ese aspecto.Últimamente, Marina había estado tan ocupada que hacía tiempo que no tenían un momento íntimo para ellos. Su rostro se enrojeció, y no pudo evitar bajar la mirada, un poco avergonzada.Diego soltó una risa satisfecha al notar su coqueta reacción, disfrutando ver cómo se entregaba a ese pequeño gesto. La abrazó con fuerza, atrayéndola hacia él, y sus labios rozaron su cuello. Marina cerró los ojos, soltando un suave suspiro, dejándose envolver por completo por su inmenso calor. Sin pensarlo, sus dedos se enredaron en su cabello, como si todo lo demá
—Vamos a llevar a Yulia al huerto a jugar —dijo Marina, sonriendo mientras hablaba.Luna hizo una pausa, como pensando, y luego respondió con un tono cálido:—¡Qué bien! El aire del huerto le va a hacer muy bien. Que se diviertan mucho. Cuando tenga tiempo, yo la llevaré al circo.—Perfecto.Luna le dio cariñosa algunas recomendaciones más, pidiéndole que no se agotara demasiado y que cuidara de sí misma, antes de devolverle el celular a Eduardo.Eduardo, aún preocupado, le recordó a Marina que se cuidara antes de colgar.Luna en ese instante dejó escapar un ligero suspiro de frustración.—Aún no me ha llamado mamá. He intentado acercarme a ella, pero…Eduardo trató de consolarla, acariciando con dulzura su mano.—Paciencia, cariño. Tal vez con el tiempo todo mejore.Luna aceptó, pero su rostro seguía reflejando inquietud. Cambió de tema, con algo de resignación.—Hoy Ana mencionó a Matías. Su hija Martina parece ser una buena opción para él. Matías siempre está tan entregado a su trab
Los presentes recordaban bien lo que había pasado. Hace cinco años, Marina era vista como la amante de Diego. Al pensar en todo lo ocurrido, las miradas hacia ella cambiaron al instante, llenas de arrogancia, curiosidad y malicia.El destino tiene su ironía… La hija de la familia Cabello, que después de su divorcio terminó siendo amante de otro hombre, y ahora casada con Nicolás, con acciones en el Grupo Zárate. Impresionante, ¿verdad? Esta mujer tenía una gran historia.Ayer las noticias seguían hablando de su destitución como presidenta, y ahora parecía estar tan tranquila como para venir a disfrutar de la tranquilidad del campo.Martina rompió el silencio:—Vamos, ya vámonos.Marina ya era parte de la familia Cabello, y con su futuro matrimonio con Diego, trató de suavizar la situación.Pero no habían caminado mucho cuando Andrea, de repente, recordó algo y, sorprendida, dijo:—Aún recuerdo que Leticia dijo algo… que era…Andrea no terminó la frase, y otra joven continuó en voz baja
¿Qué pasa? ¿Ya no vas a llamar? Todos estamos ansiosos esperando —Andrea vio que Marina había marcado el número, pero parecía que nadie contestaba. Después de un rato, colgó y miró su celular, como si estuviera revisando en ese momento algo. No intentó volver a marcar.—Sigues fingiendo —Andrea soltó una risa burlona.Lorenzo, sudando por el intenso calor, se pasó la mano por la frente. No quería seguir con esa escena absurda.—Si no se van, yo me voy primero.Andrea lo miró con arrogancia.—¿A dónde vas? Quédate, a ver el espectáculo.Marina acababa de leer un mensaje de Eduardo. Su papá ya había confirmado la fecha de la boda: el próximo viernes.Le contestó de inmediato.Marina pensó en ese instante en seguir marcando el número de Diego, pero en ese momento, su celular sonó. Era él.—Marina, ¿hay algo más que necesites?Marina contestó con calma.—Alguien está molestando a tu hija y a tu esposa.El rostro de Diego se ensombreció, y su tono se volvió grave.—Ya voy para allá.Colgó y