La ropa cayó al suelo. Marina hizo como que se molestaba y le dio un golpecito suave en el pecho, sin fuerza, solo para hacerlo parecer coqueto.—¿Olvidaste que Yolanda y Víctor están abajo esperándonos? —dijo, sin poder ocultar una sonrisa algo traviesa.—No son niños —respondió en ese momento, acercándose a su oído y susurrándole algo con cierto tono sugerente—. ¿No lo deseas tú también?Ambos compartían la misma mentalidad en ese aspecto.Últimamente, Marina había estado tan ocupada que hacía tiempo que no tenían un momento íntimo para ellos. Su rostro se enrojeció, y no pudo evitar bajar la mirada, un poco avergonzada.Diego soltó una risa satisfecha al notar su coqueta reacción, disfrutando ver cómo se entregaba a ese pequeño gesto. La abrazó con fuerza, atrayéndola hacia él, y sus labios rozaron su cuello. Marina cerró los ojos, soltando un suave suspiro, dejándose envolver por completo por su inmenso calor. Sin pensarlo, sus dedos se enredaron en su cabello, como si todo lo demá
—Vamos a llevar a Yulia al huerto a jugar —dijo Marina, sonriendo mientras hablaba.Luna hizo una pausa, como pensando, y luego respondió con un tono cálido:—¡Qué bien! El aire del huerto le va a hacer muy bien. Que se diviertan mucho. Cuando tenga tiempo, yo la llevaré al circo.—Perfecto.Luna le dio cariñosa algunas recomendaciones más, pidiéndole que no se agotara demasiado y que cuidara de sí misma, antes de devolverle el celular a Eduardo.Eduardo, aún preocupado, le recordó a Marina que se cuidara antes de colgar.Luna en ese instante dejó escapar un ligero suspiro de frustración.—Aún no me ha llamado mamá. He intentado acercarme a ella, pero…Eduardo trató de consolarla, acariciando con dulzura su mano.—Paciencia, cariño. Tal vez con el tiempo todo mejore.Luna aceptó, pero su rostro seguía reflejando inquietud. Cambió de tema, con algo de resignación.—Hoy Ana mencionó a Matías. Su hija Martina parece ser una buena opción para él. Matías siempre está tan entregado a su trab
Los presentes recordaban bien lo que había pasado. Hace cinco años, Marina era vista como la amante de Diego. Al pensar en todo lo ocurrido, las miradas hacia ella cambiaron al instante, llenas de arrogancia, curiosidad y malicia.El destino tiene su ironía… La hija de la familia Cabello, que después de su divorcio terminó siendo amante de otro hombre, y ahora casada con Nicolás, con acciones en el Grupo Zárate. Impresionante, ¿verdad? Esta mujer tenía una gran historia.Ayer las noticias seguían hablando de su destitución como presidenta, y ahora parecía estar tan tranquila como para venir a disfrutar de la tranquilidad del campo.Martina rompió el silencio:—Vamos, ya vámonos.Marina ya era parte de la familia Cabello, y con su futuro matrimonio con Diego, trató de suavizar la situación.Pero no habían caminado mucho cuando Andrea, de repente, recordó algo y, sorprendida, dijo:—Aún recuerdo que Leticia dijo algo… que era…Andrea no terminó la frase, y otra joven continuó en voz baja
¿Qué pasa? ¿Ya no vas a llamar? Todos estamos ansiosos esperando —Andrea vio que Marina había marcado el número, pero parecía que nadie contestaba. Después de un rato, colgó y miró su celular, como si estuviera revisando en ese momento algo. No intentó volver a marcar.—Sigues fingiendo —Andrea soltó una risa burlona.Lorenzo, sudando por el intenso calor, se pasó la mano por la frente. No quería seguir con esa escena absurda.—Si no se van, yo me voy primero.Andrea lo miró con arrogancia.—¿A dónde vas? Quédate, a ver el espectáculo.Marina acababa de leer un mensaje de Eduardo. Su papá ya había confirmado la fecha de la boda: el próximo viernes.Le contestó de inmediato.Marina pensó en ese instante en seguir marcando el número de Diego, pero en ese momento, su celular sonó. Era él.—Marina, ¿hay algo más que necesites?Marina contestó con calma.—Alguien está molestando a tu hija y a tu esposa.El rostro de Diego se ensombreció, y su tono se volvió grave.—Ya voy para allá.Colgó y
Llegaron a la zona de camping, donde Víctor y Yolanda ya tenían todo listo para la parrillada. La carne chisporroteaba en la parrilla, y el aire se llenaba con ese delicioso y impregante aroma a asado que tanto les gustaba.Yolanda, al verlos llegar, les hizo un agradable gesto.—¡Yulia, ven a probar mi carne asada! —dijo, con una sonrisa pícara.Diego dejó a Yulia para que fuera con Yolanda y se sentó en ese instante junto a Marina.Víctor, al ver que Yolanda estaba a punto de darle a Yulia su carne, intervino de inmediato.—Que coma de lo que yo preparé, lo tuyo no creo que esté tan bueno —dijo, con una sonrisa algo burlona.Yolanda le lanzó una mirada fulminante, pero al ver que su carne no estaba tan bien hecha como pensaba, terminó por aceptar la oferta de Víctor.Por su parte, Víctor no dudó en probar lo que Yolanda había hecho. Después de darle un bocado, hizo una mueca y sacó gracioso la lengua.—Yolanda, ¡le pusiste toda la botella de salsa! Menos mal que Yulia no la probó, ¡e
Marina estaba sentada en el sofá, escuchando atenta el informe de Fernando.—El primer día de Mateo como presidente, usó su propuesta para resolver lo del naufragio en PuntoEntrega y el contrabando. Ya las acciones del Grupo Zárate se han estabilizado —informó en ese momento Fernando.Marina afirmó, como si ya lo supiera.—¿Han encontrado alguna pista sobre el origen de esos productos de contrabando?—Sí, ya hay algunas pistas preliminares —respondió Fernando.Marina afirmó de nuevo, satisfecha.—Que el equipo acelere la investigación. Y dile a esa mujer cerca de Mateo que, si necesita ayuda, estoy dispuesta a dársela.Fernando se despidió y se retiró después de terminar su informe.Esa tarde, Diego no estaba en casa; había salido a hablar con los padres de Andrea y los demás jóvenes. Poco después de que Fernando se fuera, el celular de Marina sonó. Era Yolanda. Al saber que Marina estaba sola, aprovechó que Víctor se había ido a bañarse para salir a escondidas y visitarla.Se acomodar
—Mañana trae al abogado, quiero cambiar mi testamento —dijo Armando con tono sombrío.Había decidido dejar toda su fortuna a Augusto y Lidia tras su muerte.En ese momento, Vera entró en el estudio con una taza de leche tibia en la mano. Había escuchado lo que Armando había dicho, y su corazón latió más rápido de lo habitual. Tratando de mantener la calma, se acercó cautelosa, dejó la leche sobre la mesa y, con voz suave, dijo:—Mejor descansa, ya es muy tarde.—Mmm…, ve a descansar, yo me quedo un rato más —respondió, sin desviar la vista de los papeles.Vera aceptó, tratando de ocultar su emoción desbordante con una calma aparente, y se retiró a su habitación.Al día siguiente, Flavio llegó acompañado de un abogado. Armando les explicó con detalle sus intenciones de cambiar en ese momento el testamento. El abogado escuchó atentamente, anotó todo y comenzó a preparar cuidadoso los documentos correspondientes.Finalmente, Armando firmó el nuevo testamento, dejando oficialmente toda su
Diego estaba de pie en el altar, esperando ansioso a Marina. Cuando vio a Armando entre los invitados, no pudo evitar sentir un indicio de sorpresa, pero rápidamente recordó que no era el momento para pensar en eso.Desde la audiencia, Lidia vio a Diego y, emocionada, casi gritó:—¡Papá!Pero Vera, más rápida que el viento, le tapó la boca con la mano y le susurró al oído:—¡Lidia, por favor! No grites, te van a regañar.Lidia en ese momento se quedó con cara de tristeza, como si fuera a ponerse a llorar, pero no dijo nada más.La marcha nupcial empezó a sonar. Con el brazo de Eduardo sobre el suyo, Marina caminó paso a paso hacia Diego. Ella puso su mano con cariño sobre la de él.Diego apretó su mano con fuerza.El maestro de ceremonias comenzó:—Hoy estamos aquí para ser testigos del matrimonio de Diego y Marina. Han superado muchas pruebas, y hoy, por fin, están juntos. ¡Les pido que les enviemos nuestros mejores deseos!Diego y Marina intercambiaron votos y anillos, con los ojos b