Capítulo 425
Después de un buen baño, Marina finalmente logró relajarse y dejó escapar un ligero suspiro de alivio. Miró alrededor y vio a Diego entrando con una taza de leche. Él le ofreció la bebida con una sonrisa cálida.

—Tómala y descansa un poco —le dijo, mientras se sentaba cariñoso a su lado.

Marina sonrió de vuelta, tomando la taza con ambas manos.

—Diego, de verdad, eres un sol… Soy tan afortunada de tenerte.

Diego levantó cuidadoso el dedo índice y, con un toque suave, le dio un pequeño golpecito en la frente.

—¡Ay, eso dolió! —exclamó Marina, frotándose la cabeza y riendo graciosa.

Tomó un sorbo de la leche, dejando que la calidez la relajara poco a poco. Diego se acomodó junto a ella, colocando una mano en el respaldo del sofá y abrazándola ligeramente.

—¿Necesitas ayuda con el tema del hundimiento de PuntoEntrega? —preguntó, su voz delicada, cargada de preocupación.

Marina dejó la taza sobre la mesa y se recostó perezosamente sobre él.

—No hace falta, pero… En unos cuantos días voy a
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