Marina revisaba los documentos que los diferentes departamentos necesitaban procesar después de sus autoevaluaciones cuando escuchó las palabras de Fernando. Su rostro se transformó y, en su mente, comenzaron a formarse dos posibles hipótesis.—Es muy crucial encontrar al responsable de esto —dijo con un tono de voz tranquila.Las intenciones de quien estaba detrás de todo parecen ser claras: primero, impedir que el Grupo Zárate colabore con el Grupo Horizante, y segundo, buscar venganza.Ahora que sabía lo ocurrido, lo mínimo que podía hacer era aclararlo con Álex.Marina tomó de inmediato su celular y marcó el número de Álex.—Hola, señora Marina —respondió Álex, con una voz grave.Marina fue directa:—Señor Álex, acabo de enterarme de lo sucedido anoche. Esto no ha sido una decisión del Grupo Zárate. La colaboración es esencial para nosotros.Álex, serio, permaneció en absoluto silencio.Marina continuó con calma:—Estamos en pleno proceso de investigación, pero tengo dos teorías. U
Diego recorrió la exposición con la mirada antes de acercarse a Luna.—Hablemos —dijo con un tono impersonal.Luna, al instante, sospechó que Diego había venido a tratar un asunto relacionado con Marina.Leticia, abrazada a Luna, apretó suavemente su brazo, también percibiendo el propósito de la visita.Luna, buscando tranquilizarla, acarició con suavidad su mano y afirmó ligeramente.Preocupada, Leticia decidió acompañarlas a la oficina de la exposición.Los tres se dirigieron hasta ese lugar.Diego se acomodó en una silla y se apartó un poco, sin perder la compostura en ningún momento.—Señora Luna, gracias por cuidar de mi hija y de Marina —dijo con un tono grave, lleno de una profunda ironía.El rostro de Luna se inquietó al instante, y sus ojos reflejaron claramente su desagrado.Aunque Diego tenía una posición destacada en Estelaria, seguía siendo más joven que ella, y su actitud condescendiente le resultaba desagradable.—Luna, la familia Ramírez no está libre de enemigos. Hay
Leticia seguía llorando, su voz sonaba rota por el dolor.—Soy hija de la familia Santamaría. Tenía todo lo que cualquiera podría desear, pero la madre de mi novio me manipuló para que fuera madre subrogada. Luna, ¿te imaginas lo que dirán de mí si esto se sabe? ¡Los rumores pueden destruirme por completo!Luna la miraba con cierta compasión, pero no podía evitar sentirse llena de rabia por la mentira que Leticia había estado ocultando.Suspiró profundo y, con un tono muy suave pero seguro, le dijo:—Leticia, entiendo lo que has pasado, pero no debiste ocultarme la verdad sobre los niños.Siempre la había considerado como una hija y la había cuidado con todo su cariño.Leticia con tristeza cubrió su rostro con las manos y comenzó a llorar desconsolada.—Luna, nunca quise contar este secreto... me duele tanto... Y también me preocupa que los niños sufran cuando crezcan.Luna suspiró de nuevo, su mirada llena de tristeza y ternura. Le dio un toque suave en el hombro y, con un tono lleno
Matías, preocupado, decidió ir a la casa de Leticia. Mientras conducía a gran velocidad, ya había contactado a un cerrajero y a una ambulancia. No podía arriesgarse, así que prefirió estar preparado para cualquier cosa.Al llegar, presionó el timbre con impaciencia, y mientras esperaba, le insistió al cerrajero para que abriera lo más rápido posible. Cuando por fin logró entrar, subió las escaleras a toda prisa, buscando desesperado a Leticia.La encontró en el baño. El agua de la bañera estaba completamente teñida de sangre.—Leticia…Con una expresión aterradora, Matías la sacó de la bañera y la acostó en la cama. Con velocidad, envolvió su muñeca con una toalla para detener de inmediato la hemorragia.—Leticia, ¿me escuchas?Ella no respondía. Había perdido el conocimiento.Afortunadamente, la ambulancia llegó poco después.Matías la levantó con sumo cuidado y la llevó hacia abajo, poniéndola en la ambulancia....Frente a la puerta de urgencias del hospital, Matías se masajeó la fr
Leticia había recurrido a ese método para ganarse la simpatía, sabiendo que ella misma había salvado a Luna en el pasado.Después de que Luna y Eduardo se marcharon, Leticia se giró hacia donde se encontraba Matías, con la voz afónica y le dijo:—Matías, lamento mucho todo esto. Por favor, llama a unas sirvientas para que vengan a cuidarme.Matías obedeció. No era especialmente bueno consolando, pero trató de ofrecerle algunas palabras de aliento.—Lo importante es que ya te encuentras mejor. No hay obstáculo que no se pueda superar.Aunque todavía no entendía muy bien qué había ocurrido, ya que nadie le había explicado, no insistió más sobre el tema.Sacó su celular y llamó, decidido a esperar hasta que las sirvientas llegaran para poder irse.Se sentó en una silla. El ambiente en la habitación se mantuvo en silencio.—Tengo sed —murmuró Leticia, casi en un leve susurro.Matías se levantó, le sirvió agua y, con cuidado, la ayudó a incorporarse un poco para que pudiera beber.Leticia t
El verdadero cerebro detrás de todo esto era Matías. No intentó disimularlo y, de hecho, no le importaba que ella lo descubriera. Era evidente que quería darle una severa lección a Marina.Marina soltó una risa amarga. La familia Cabello realmente protegía a Leticia.Al ver la expresión despectiva de Eric, sonrió ligeramente y le dijo:—Fernando, lleva estos documentos y entrega a Eric a la señora Catalina.Fernando obedeció y dio una señal a los guardaespaldas para que sacaran a Eric.Marina, calmada, no dejó que el asunto la afectara en lo más mínimo y continuó:—Fernando, asegúrate de que alguien vigile de cerca a Matías. Si tiene que viajar, organiza para que le envíen a unos hombres... más... atractivos.Fernando, un poco confundido, dudo por un instante antes de preguntar:—¿Hombres?—Sí, hombres —respondió sin la mínima vacilación.—Entendido —dijo Fernando, recuperando su compostura.Por la tarde, Marina y Diego, acompañados de Yulia, fueron entusiastas a visitar varias guarder
Ya habían elegido la guardería para Yulia, y Marina sugirió:—¿Qué te parece si cocinamos esta noche e invitamos a Yolanda a casa?—Como tú digas —respondió Diego, aceptando.Marina, contenta, no dudó en llamar a Yolanda de inmediato.El sonido del celular despertó a Yolanda. Todavía medio dormida, estiró la mano sin abrir siquiera los ojos, lo agarró y contestó, con un tono de voz apagada:—Sí, iré esta noche.Víctor estaba sentado en el borde de la cama, perfectamente arreglado. La observaba con una sonrisa comprensiva.Yolanda colgó, abrió los ojos y se giró, sorprendida al ver a Víctor ajustándose las mancuernas, lo que hizo que el sueño desapareciera al instante.—¿Ya despertaste?—¿Tú…?—¿Te preguntas qué hago aquí? ¿Lo has olvidado? Te aprovechaste de mí y te fuiste sin asumir nada —le dijo Víctor, mirándola con tristeza, y muy herido.Yolanda no pudo articular palabra alguna, pero empezó a recordar lentamente.—Parece que lo has recordado —dijo Víctor, acariciando suavemente su
La casa que Enzo había alquilado se encontraba en un callejón estrecho y bastante descuidado, donde el olor a alcantarillas aún impregnaba el ambiente.Durante sus años en prisión, Mafalda casi había dejado atrás sus hábitos extravagantes, pero al entrar en aquella habitación pequeña y humilde junto a su amado hijo, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su rostro.El lugar apenas tenía espacio suficiente para una cama, una mesa y un baño insignificante. Todo resultaba elemental, oscuro y opresivo.—Mamá, no llores. Tengo que ir a trabajar. Si tienes hambre, hay fideos en la mesa, puedes cocinarlos —dijo Enzo, señalando una olla junto al paquete de fideos y algunos condimentos.Mafalda, secándose las lágrimas, esbozó una sonrisa forzad. Había imaginado su primer día fuera de prisión como un renacer, con una comida decente al menos, pero la realidad era diferente.—Está bien, no te preocupes por eso —respondió.Con prisa, Enzo le dio algunas instrucciones antes de salir.—Espera, h