—¿Mandarlos al extranjero?—Sí, prepárate, porque no te va a dejar ver a Lidia y Augusto tan fácilmente.Leticia agradeció a Vera antes de colgar, apretando el celular con tal fuerza que ni siquiera sintió el dolor en las manos. De repente, su rostro se ensombreció, mostrando una ira reprimida. Al instante, con un movimiento brusco, barrió la mesa, haciendo que los objetos cayeran al suelo de un golpe.—¡¿Cómo puede Diego querer mandar a Lidia y Augusto al extranjero?! —gritó, llena de furia.Las lágrimas empezaron a caer sin control alguno por sus mejillas. Ese hombre era verdaderamente cruel con ella. ¡Esa maldita de Marina no debería haber regresado con vida!¡Que se preparen!No iba a permitir por ningún motivo que fueran felices. ¡Jamás!...A la mañana siguiente, Leticia llegó a la casa de los Cabello, con el rostro visiblemente demacrado. Al verla, Luna quedó asustada por su aspecto. Con total preocupación, se acercó y le preguntó:—Leticia, ¿qué te ha pasado?Antes de que Luna
Luna tomó de inmediato su celular y marcó el número de Matías.—Matías, necesito que me hagas un gran favor. Llama a Marina y dile que quiero verla mañana —dijo, molesta.Matías, algo desconcertado, le respondió con un tono relajado:—¿Y qué quieres de Marina?Luna soltó un suspiro cargado de frustración y fue directa al grano:—Diego quiere mandar a Lidia y Augusto al extranjero. Está protegiendo a Marina y a su hija.—¿Diego y Marina? —Matías, más preocupado por los asuntos de la empresa que por los detalles personales, no estaba al tanto de la situación. Miró de reojo el reloj; tenía una reunión importante a la que no podía demorarse—. Bueno, la llamo después.Cuando Marina recibió la llamada, no pudo evitar sorprenderse. ¿Por qué Luna querría verla de repente?Después de revisar atenta su agenda con Fernando, aceptó la cita. Ambos fijaron el día y la hora.Al colgar, Marina se quedó algo pensativa, acariciándose el mentón. Sabía que Luna quería hablar de Leticia.—Presidenta, el di
Diego observó cómo Marina lo ignoraba por completo, como si no lo conociera. Sintió un fuerte nudo en el estómago.Instintivamente, echó un ligero vistazo al hombre que la acompañaba y lo reconoció al instante: Álex, el jefe del Grupo Horizante.—Diego —dijo Álex, sorprendido al verlo, lo saludó con calidez.—Álex.Ambos se estrecharon la mano, con familiaridad.Diego y Álex ya se conocían bien de trabajos previos.Marina no tenía ni idea de esto.Diego, con una ligera sonrisa, extendió caballeroso la mano hacia Marina, actuando como si no la conociera. —Señora Marina.El gesto fue cortés, pero Diego roció ligeramente su pulgar sobre el dorso de la mano de Marina.Marina sintió la cercanía de su toque y la calidez de sus dedos, y su rostro se tiñó de un leve rubor. Maldijo en silencio el asombroso descaro de Diego.—Buenas noches, Diego —respondió, con una sonrisa controlada.Lo que originalmente iba a ser una tranquila cena entre Marina y Álex se transformó, de manera inesperada, en
Álex regresó justo cuando Marina conversaba sonriente con Diego, creando una atmósfera relajada.Sin embargo, bajo la mesa, su mano apretaba con fuerza el muslo de Diego. El dolor le recorrió de inmediato todo el cuerpo, pero Diego mantenía una expresión imperturbable, con una leve sonrisa, completamente relajado.Tras un rato más de charla entre los tres, la cena llegó a su fin.Álex, de forma educada, comentó que su conductor lo llevaría de regreso al hotel, y antes de irse, le dijo a Marina:—Señora Marina, nos vemos mañana en el Grupo Zárate. Espero que podamos concretar la colaboración.Con estas cortas palabras, dejaba claro que había decidido formalizar el acuerdo con el Grupo Zárate.—Nos vemos mañana —respondió atenta Marina, sonriéndole sinceramente.Cuando el auto de Álex se alejó, Diego se quedó junto a Marina.Bajó la voz con cierta coquetería y le preguntó:—Marina, ¿vas a casa conmigo? Si no, ¿puedo acompañarte?Marina levantó una ceja y le dedicó una hermosa sonrisa. No
Cuando Marina llegó a la oficina por la mañana, recibió una llamada del asistente de Álex.Se esperaba que Álex asistiera a la empresa para discutir una posible colaboración, pero el asistente le informó que la reunión había sido cancelada.Marina, sorprendida, le preguntó el motivo, pero él no pudo ofrecerle una respuesta clara al respecto.Con el rostro serio, Marina sintió que algo no estaba bien.Por lo general , cuando una reunión se cancela por un imprevisto, se acostumbra a agendar una nueva cita, pero en este caso no hubo ninguna mención de reprogramarla.—¿Está disponible Álex ahora? Me gustaría hablar con él—preguntó Marina, manteniendo la calma.El asistente dudó por un momento, pero, sabiendo que Marina era la presidenta del Grupo Zárate, finalmente respondió:—Un momento, por favor.Al poco tiempo, la voz grave de Álex se escuchó al otro lado de la línea.—Señora Marina, buenos días.Marina, con tono bastante controlado, le preguntó:—Señor Álex, con la cancelación de la r
—¿Entonces me buscas solo por esto? Si es así, lamento decirte que no puedo ayudarte —respondió de manera tajante, sin dar espacio alguno a más explicaciones.No intentó suavizar la situación en lo absoluto.Luna la miró fijamente con una sonrisa llena de burla total.—Señora Zárate, tú también tienes una hija. Si fuera ella, ¿serías capaz de enviarla al extranjero, sabiendo que jamás la volverías a verla?En ese preciso instante, el camarero le sirvió el café a Marina. Ella dio un ligero sorbo, se tomó un momento y respondió con calma.—Claro que no podría mandar a mi hija al extranjero. Pero los gemelos, lo siento, no son parte de mi familia. Ese tema le corresponde solo a Leticia, después de todo, yo no soy su madre.Las palabras de Marina fueron tan frías y crueles que Luna no pudo evitar mostrar su desprecio. La respuesta fue tajante, dejando claro que ya no había espacio alguno para más discusión. La conversación había llegado a su fin.—Señora Zárate, espero que no te arrepienta
Leticia había estado esperando con ansias el regreso de Luna.Tan pronto como Luna entró, Leticia se acercó corriendo, pero al ver su rostro serio, sintió que su corazón se estrujaba. Era claro que la conversación no había ido bien.—Lo de Marina ya no tiene solución —dijo con seriedad Luna, soltando un suspiro pesado—. Ahora debemos centrarnos en conseguir la custodia de Lidia y Augusto.Leticia forzó una sonrisa amarga y, con tono resignado, murmuró:—Armando no va a aceptar esto.Luna suspiró de nuevo, le dio una palmada en la mano y trató de reconfortarla:—No te preocupes, lo intentaremos. Diego nunca ha sido un buen padre, y eso podemos aprovecharlo. Contratemos a un buen abogado; quizás haya una oportunidad.Las palabras de Luna encendieron una pequeña chispa de esperanza en Leticia.Aunque sabía que la familia Herrera no le permitiría quedarse con los gemelos, ya que solo había sido la madre sustituta y los verdaderos padres ya no estaban, frente a Luna debía mostrarse angustia
Después de que Diego la ayudó a ducharse, se envolvió la cintura con una toalla. Marina levantó una ceja, algo sorprendida, y lo observó.Él no parecía tener intención alguna de ir más allá.Con voz grave y suave, Diego le dijo:—Estás cansada, deberías dormir temprano.Marina aceptó su lindo gesto de preocupación con calma, comprendiendo que intentaba ser considerado....Por la mañana, Yulia despertó.Giró la cabeza y vio a su mamá, luego volteó la vista al otro lado y vio a su papá.La pequeña sonrió ampliamente.Silenciosa, se levantó de la cama.Diego ya estaba despierto cuando Yulia comenzó a moverse, pero fingió seguir dormido, curioso por ver qué haría la niña.Yulia, para no despertar a su mamá, acercó despacio su pequeña mano a la nariz de su papá y le pellizcó traviesa la nariz.La primera vez, él no reaccionó. Yulia sonrió aún más y volvió a hacerlo.La segunda vez, tampoco reaccionó.Con calma, levantó una pierna y se preparó para pasar por encima de él y bajar de la cama