Capítulo 275
La mano que descansaba sobre su abdomen era larga, estilizada, y poseía una delicadeza casi etérea. Sin embargo, Marina no podía evitar sentirse invadida por un miedo inexplicable y sobrecogedor.

—Está bien… ¿de qué hospital es el médico? —preguntó con un tono cauteloso, midiendo sus palabras.

—Es un médico extranjero. Llegará mañana a Marbesol.

Marina frunció ligeramente el ceño, visiblemente incómoda por la información.

—¿No podríamos contactar a un médico nacional?

—Jason es una eminencia en este campo, Marina. Créeme, lo hago por tu bienestar —respondió Diego con una voz firme y serena, una aparente sinceridad reflejada en su rostro—. Sé razonable, ¿sí? Ahora eres madre.

Marina aceptó, aunque la inquietud seguía invadiéndola. Ojalá ese tal Jason no sea un fraude.

Sin embargo, algo más la atormentaba: cada vez estaba más convencida de que el hombre a su lado no era Diego.

Si el verdadero Diego supiera de mi estado, jamás habría permitido que siquiera considerara comer pizza.

Con su
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