Capítulo 268
Justo cuando Diego iba a besarla, Marina fingió toser y giró un poco la cabeza.

Aunque había decidido admitir que estaba padeciendo paranoia, algo en su interior seguía aún sin encajar.

Lo lógico habría sido que, al ver a Diego regresar sano y salvo, lo abrazara con fervor y lo besara profundamente.

—Vaya, qué raro todo esto… ¿será que me estoy resfriando con tanto calor? —dijo Marina, algo seria mientras se limpiaba la nariz.

Diego la observó con intensidad, preocupado por el cambio tan radical que había experimentado en tan poco tiempo. No solo había perdido peso, sino que su rostro reflejaba un agotamiento evidente.

—Marina, no olvides que soy médico. Mañana te llevo a hacerte un riguroso chequeo.—Mañana no puedo, mejor otro día. Tengo que ir a la fiesta de cumpleaños de una amiga —respondió Marina, evitando mirarlo.

En realidad, lo que tenía planeado era ir a la consulta del psicólogo por la mañana y, por la tarde, asistir a la fiesta de Fabiola en casa de los Quiles.

—¿De verdad t
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