Marina aún no había despertado del todo. Sentía un peso abrumador sobre su cuerpo, como si alguien la presionara contra la cama. Al abrir los ojos, se encontró con una tenue luz encendida en el dormitorio y el rostro atractivo de un hombre que la miraba con intensidad. Su mandíbula estaba tensa, y su torso musculoso, ahora al descubierto, irradiaba una fuerza imponente.—¿Cómo entraste? —preguntó, aún aturdida.—Tengo una llave —respondió Diego, notando que ella empezaba poco a poco a despertar.Marina soltó un pequeño gemido de sorpresa al asimilar que él tenía la llave de su dormitorio. Vaya, no había logrado que él durmiera en el suelo ni en el sofá. Con cierta frustración, mordió su labio inferior, rojo y tentador.—Cariño, eres increíblemente sensible incluso mientras duermes —le susurró Diego, inclinándose seductor hacia su oído con una voz ronca y profunda.—¿Qué? —Marina respondió, confundida.—Te ayudé a alcanzar el clímax hace un momento —Diego observó cómo el sonrojo se e
Hoy, Luis se dirigió al hospital para una consulta con el urólogo, lo que le permitió a Marina salir puntual del trabajo. Mientras conducía de regreso al Residencial El Paraíso, recibió una llamada de Blanca.Al otro lado de la línea, un bullicio ensordecedor la envolvía por completo.—Señorita Marina, estoy en el reservado 1 del Bar Tropical y me están molestando… —la voz de Blanca temblaba de angustia.Desde el baño, se oían golpes insistentes, como si alguien en ese instante estuviera llamando a Blanca para que saliera a cantar.—Voy para allá en un momento —respondió enojada Marina. No podía creer que Cesarina Entretenimiento permitiera que sus artistas fueran acosadas. Blanca, ansiosa, colgó de inmediato. Marina llamó a su guardaespaldas y, mientras giraba el volante, se dirigió al Bar Tropical. También envió un mensaje a Yolanda: [Yolanda, tengo que resolver un asunto importante en el Bar Tropical. Tal vez no pueda salir contigo esta noche.]Al llegar al Bar Tropical, la noche
Él la observó detenidamente y, al darse cuenta de que no había resultado herida, respiró aliviado. Entró de inmediato en el reservado y se acomodó en el sofá.—Cariño, ven a sentarte aquí —le dijo Diego a Marina, gesticulando con un movimiento.Marina permaneció en absoluto silencio, contemplando la situación.—¿Te invitó Julio a tomar algo aquí? —preguntó, notando los globos decorativos. Resultaba sorprendente que la celebración del cumpleaños de Julio se estuviera llevando a cabo en un bar.Algunos, al percatarse de que Diego pertenecía a la familia Herrera de Estelaria, optaron mejor por no involucrarse en lo que estaba por suceder.—Cálmate. Suéltame, y te prometo que no te buscaré —dijo Álvaro, conteniendo la respiración, temeroso de que la botella afilada en su cuello pudiera causarle algún daño.Julio salió a hacer una llamada y, al regresar al reservado, se encontró justo con un ambiente inusualmente silencioso. Al ver a Julio, Julia sintió que había encontrado a su salvador.
Marina salió en ese momento del Bar Tropical acompañada de Diego, pero no regresaron de inmediato. Primero, le pidió a los guardaespaldas que llevaran a Blanca a casa. En silencio, ocupó el asiento del copiloto mientras Diego se sentaba al volante.—Cariño —dijo él, iniciando el trayecto.Marina miraba distraída por la ventana, con los ojos ligeramente enrojecidos. Al recordar a Tomás, la humillación de aquella noche volvió a su mente. En el fondo, siempre había anhelado algo sencillo: un hogar estable. Sin embargo, alcanzar esa estabilidad a menudo se convertía en un verdadero desafío.—Marina, mírame —le pidió Diego, deteniendo el auto y fijando su mirada intensa y apasionada en ella.Afuera, la ciudad brillaba con luces, pero dentro del auto, solo había un profundo silencio que parecía envolverlos. Las pestañas de Marina parpadearon y giró la cabeza, evitando su mirada.Diego suspiró, desabrochó su cinturón y se inclinó cariñoso hacia ella, sosteniendo su hermoso rostro con tern
Marina miró a Diego con una ceja levantada, llena de incredulidad.—¿Solo deseas acostarte conmigo? ¿No piensas asumir ninguna responsabilidad?Al escuchar esto, Diego no pudo evitar soltar una risa. Con un gesto cariñoso, ajustó la bata que ella llevaba.—Vamos, ya viene siendo hora de comer.—Tenía pensado sorprenderte; ya había estado organizando el anillo de compromiso y el vestido —añadió con un aire de melancolía—. Ahora, toda sorpresa se ha desvanecido.Marina se levantó y se envolvió alrededor de Diego como una perezosa, sintiendo un ligero rubor en las orejas.—Vamos a comer.Diego sonrió al escucharla, levantándola con una mano mientras sostenía la caja de comida con la otra, llevándola hacia el sofá. Mientras comían, Diego terminó rápidamente, mientras Marina mostraba un inusual comportamiento diligente. Él se acomodaba en su silla, respondiendo mensajes a Daniel.En ese instante, se giró para mirar a Marina, con una expresión profunda.—Marina, aunque aún no tengo el anill
—No quiero irme del país —declaró con determinación.—¿Y eso por qué? —Camilo la miró con desdén.Macarena dudó un instante, pero al ver que su hermano empezaba a impacientarse, reunió el valor necesario.—Me gusta Luis. Siempre había sentido algo especial por Luis.—Él no se casará contigo.Conocía bien a ese hombre, y el matrimonio no formaba parte de sus planes.Macarena frunció los labios, su hermoso rostro reflejaba un ligero descontento.—De todos modos, no pienso irme al extranjero, así que no te molestes en intentarlo.Un silencio incómodo se apoderó de la oficina por un momento.—Si no te vas, está bien, pero evita causar problemas con Marina y deja de defender a Yadira.Macarena entendió la primera parte del mensaje, pero la segunda la dejó perpleja.—¿Ayudar a Yadira no debería hacerte feliz?Su hermano quería mucho a Yadira, y no comprendía por qué decía eso.—Basta, ya puedes irte —la voz de Camilo se tornó sombría.Finalmente, Macarena se sintió aliviada y pudo salir.Ap
Al llegar Marina a la oficina, revisó de inmediato los resultados de su análisis de sangre: todo estaba en orden. Luego, entregó a Luis su informe. Al entrar en su despacho, lo encontró con el ceño fruncido. ¿Acaso los resultados de su visita al urólogo no eran buenos?Luis, ajeno a las conjeturas de Marina, sintió un leve nerviosismo al abrir el documento. Al ver que todo estaba normal, respiró aliviado. Dejó el informe a un lado y, al levantar la vista, se encontró con Marina, que parecía tener algo en mente.—¿Pasa algo? Por cierto, mis resultados son normales —dijo él.—¡Felicidades! Solo hay un tema que me preocupa: ¿el doctor Fernando es competente? ¿Necesitas cambiar entonces de médico? Si es necesario, podrías solicitar una cita con el psicólogo —Marina sonrió con amabilidad.—¿De verdad crees que soy tan débil como para ir a un psicólogo? —Luis la miró, sorprendido.—No, no es eso. Con el tiempo, todo se normaliza.Dado que Luis se mostraba tan seguro, Marina decidió no insi
—¡Sabía que le gustaban ese tipo de mujeres como Marina, tan coquetas y provocadoras! —exclamó Macarena entre lágrimas y maldiciones.—Él no tiene ninguna visión —replicó Yadira, aparentando apoyo, pero subestimando a Macarena en su interior—. ¿Cómo sabes que le gusta Marina?—Y más aún, en una fiesta, escuché a Luis decirle a mi hermano que le encantaban las mujeres como ella.Esa fue una de las razones por las que Macarena siempre había despreciado a Marina.—Yadira, ¿qué debería hacer? Me gusta desde hace mucho tiempo y no quiero rendirme así de facil —confesó Macarena, abrumada por la angustia de su amor no correspondido.El sufrimiento del amor platónico era intenso, pero no deseaba dejarlo ir tan fácilmente.Yadira pensaba que, dado que Luis ya había rechazado a Macarena, esta no tendría oportunidades. Sin embargo, no podía ser tan directa.De repente, Macarena dejó de llorar y le surgió una idea.—Yadira, si tuviera relaciones con él, ¿no tendríamos más posibilidades de estar ju